Capítulo I

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La noche caía poco a poco en la ciudad, el sol volvía a su escondite después de un largo día, la luna se asomaba por las montañas, despidiendo la luz y dándole paso a la oscuridad. A aquella chica le gustaba observar la ciudad por las noches, como empezaban a encenderse las luces de los barrios e iluminar la ciudad, la noche era mejor que el día, porque en las noches es donde se sueña. Las luces de la plaza iluminaban las copas altas de los árboles. Ella se encontraba sentada en la parte superior de la catedral, desde ahí observaba a las personas caminar por la acera para dirigirse a sus hogares, para dirigirse con las familias que los esperaban con los brazos abiertos, muy felices, tratando de pasar una buena noche con las personas que aman. Parejas caminan de igual manera rodeando la plaza, tomados de la mano o incluso abrazados, era muy fácil descifrar a donde iban, bastaba ver sus ojos para saber sus destinos. Es difícil entender a los humanos y sus ganas de demostrar a los demás su amor o su cariño. Por más que sufran los humanos no aprenden. Les gusta sufrir por un amor no correspondido o muy necio.

Hay muchos niños que corren a lado de sus padres, muchas personas salen por las noches a dar paseos. Al parecer no tienen miedo, o disimulan un poco lo que sienten en realidad. Khalit había observado mucho a los humanos y sabía perfectamente cómo se sentían, sabe que les da miedo y qué es lo que ambicionan más frecuentemente. Pero ahora a ella no le importan los demás humanos, busca a alguien en especial, a quien ella busca en realidad no lo ve por ningún lado. Es difícil encontrar a alguien entre tanta gente caminando de un lado para otro. Incluso sabiendo bien cada una de sus características físicas, pero hay algo en él que le hacía reconocerlo a distancia. Sí él, es un chico al que ella busca, desde hace ya algunos meses.

Cuando salió de su casa con aquel mandato sabía que sería difícil, pero nunca se imaginó como era el mundo humano, nunca pensó en las luces que iluminaban todo, el cómo podían comunicarse a distancia sin nada de magia, era raro todo lo que había aquí, así que tuvo que adaptarse a todo, cada detalle debía conocerlo, ahora lo sabía, pero no quería decir que todo fuera sencillo, porque no lo era.

La oscuridad ya se había apoderado del cielo. La noche al fin había llegado, se escuchaba el sonido de las discotecas a unas cuadras de la pequeña plaza. Los chicos y chicas que aun acudían a esos lugares no tardarían en empezar a llegar, ella observaba a todas direcciones, él podía aparecer por cualquier lugar, de donde menos pensaba. Observó a través de las copas de los árboles y vio al chico sentado junto a otros más. Ella ladeo la cabeza al verlo, aun se preguntaba si podía ser él, el chico se movió y ella pudo reconocerlo, era él lo que buscaba o al menos eso había creído durante un tiempo. Él era diferente, pues con mirarlo sabía que ese chico era especial. Y no, no es que estuviera enamorada de él. Por el contrario sentía que él era el chico adecuado, porque en su semblante se ocultaba lo que ella buscaba con alguna extraña desesperación.

El chico se encontraba sentado a alguna distancia de la catedral, se encontraba con otro montón de muchachos de su edad, tenía un instrumento en sus manos al parecer era un violín, había chicas a su alrededor, tratando de entablar una conversación con él, pero al parecer él no le ponía tanta atención. El miraba en muchas direcciones como si buscara algo, entonces miró hacia la catedral, pero el detalle estaba en que no podía ver a Khal, no era tan fácil atraparla. El chico volvió la mirada a sus amigos. La chica volvió a mirarlo pudo ver que compraban comida en un pequeño puesto en una esquina de la plaza. La chica bajo del techo de la catedral, deslizo sus pies por las ramas de un árbol junto a la catedral y de un momento a otro ella estaba en el suelo, claro que ella tuvo que hacer todo eso sin que nadie la viera. Alrededor del cuello llevaba un collar, del él colgaba un dije como si fuera una aguja, con esta pincho su dedo y una gota de sangre salió, ella llevo su dedo a la boca, al probar su sangre hizo una mueca, pero en ese instante se hizo visible. Paso junto una familia de humanos, pero ellos no se inquietaron con la chica. "Los humanos se creen tan valientes, creen que lo pueden hacer todo, y no es así, a veces no pueden salvarse de sí mismos." Pensó y siguió su camino. Ella no tenía una idea de cómo podía acercarse a ese chico, nunca había hablado con un humano. Bueno si lo había hecho, pero con personas mayores que estaban al borde de la muerte, y este caso era diferente ¿cómo se acercaría a este chico? Podría ser una gran guerrera, la chica perfecta para el trono, una aliada muy fuerte, pero ¿hablar con un chico? Eso sí que la asustaba, pero fuese lo que fuese ella tenía que hablar con él y ganarse toda su confianza, tenía que hacer todo lo que estuviera o no en sus manos.

Llegó a la esquina donde se encontraba el chico. El cabello rubio de él brillaba bajo las farolas, al parecer era alto, no podía decirlo con tanta seguridad, ya que él está sentado, pero aun así lo parecía. Vestía con unos vaqueros color negro y un suéter de franela rojo, se veía extraño, ¿qué clase de persona se viste así?

Khal había aprendido a comer los alimentos de los humanos. Y no es que fueran diferentes a los que ella comía, solo que éstos estaban más procesados o incluso eran cosas que ella jamás había visto. Había llegado hacía muchos meses ahí, se había acostumbrado a ver a los humanos y hablarles muy cortadamente. Una de las bebidas de los humanos se volvió una adicción para ella; el café. Era una deliciosa mezcla entre lo dulce y lo amargo, como si tuvieras que elegir que sabor acompañara a tu alma, como si tuvieras que decidir entre ir al cielo o al infierno, como el amar y el odiar.

Pidió un café y se sentó en una mesa solitaria. Miró de reojo al chico. Observó más bien cada uno de sus rasgos. Él no era precisamente guapo. Había visto humanos mucho más apuestos que él.

Una vez mientras descansaba y leía cerca del mar, se había acercado un chico muy guapo, pero también un tanto arrogante.

- Hola – la había dicho con un tono de voz quizá un poco seductor, la chica lo había ignorado. Había seguido envuelta en su lectura. Pero al parecer él no se había dado por vencido. Se sentó a un lado de ella, en la cálida arena y siguió – No deberías estar sola, no falta mucho para que oscurezca – ella volteo su mirada a él

- Es algo que a ti no debería importarte – contestó y volvió a girar su vista hacia su libro

- Quizá no me importa, pero una señorita no debería estar sola en estos lugares – Khal trataba de ignorarlo, no quería platicar con ningún humano, aunque el fuera lo suficientemente atractivo, ella no quería hablar con él. "Creen que pueden hacer muchas cosas solo por una cara bonita". Pensó en decirlo, pero mejor se quedó callada, no quería discutir con nadie en ese momento. Se puso de pie, y se perdió entre las personas. Por lo menos el chico no la había seguido.

Dejó de pensar en lo que había sucedido anteriormente. Volvió a dirigir sus pensamientos al chico, al parecer las chicas que estaban con él no compartían pensamientos con ella. A ellas les parecía muy interesante. Bueno quizá lo sea, no estaba escuchando su conversación, pero los humanos hacen cosas que parecen muy tontas. Creían enamorarse solo de una cara bonita, o de un coche muy costoso. Los humanos no entienden el verdadero valor del amor, en realidad creía que nadie lo entendía, ni siquiera ella.

La chica que atendía el negocio llegó con el café y se fue por dónde había venido. Sin antes preguntarle si se le ofrecía algo más, pero Khalit solo la ignoró y la empleada se va un poco molesta. Ella está ideando la manera de acercarse a ese chico, tarde o temprano tendrá que hacerlo, no sabe cómo, pero debe de encontrar la manera... ¿cómo es que esas chicas se pueden acercarse a los chicos tan fácilmente? Tal vez es algo que los humanos saben hacer muy bien, eso de socializar con todo mundo, muchas personas han querido hablar con ella, pero jamás quiere conversar con nadie. Para ella conversar con humanos es un verdadera pérdida de su valioso tiempo.

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