Algo me destroza por dentro

710 59 8
                                    

Ese dolor, todo su cuerpo parecía inmerso en un mar de agonía, era un infierno en el que no podía ver nada, solo rezar porque al abrir los ojos no encontrara destrucción y muerte a su alrededor. Lo único que superaba al sufrimiento de su situación era el miedo, miedo a que, al despertar, encontrara a su alrededor los cadáveres de sus amigos. La incertidumbre que sentía mientras el monstruo estaba fuera lo mataba por dentro, podía estar tanto ayudando a sus compañeros como matándolos, y no podría descubrirlo hasta que el monstruo le cediera el control. Mientras tanto, solo había oscuridad y dolor.

Tras lo que le parecieron horas, su dolor empezó a menguar, por fin estaba acabando. La oscuridad abandonó sus ojos y la luz lo cegó. De un modo difuso pudo distinguir a la pelirroja frente a él. Intentó decir su nombre, pero apenas un quejido salió de sus exhaustos labios. Ella lo ayudó a levantarse del suelo poniendo una manta sobre sus hombros y hablándole con voz calmada.
- Bruce, tranquilo, todo ha ido bien.
- Nat... h-he... hecho...
- No has dañado a nadie, tranquilo, todo está bien... ven, volvamos con los demás al Quin-jet.

Bruce asintió debilmente y caminó con torpeza ayudado por la pelirroja hasta llegar al Quin-jet. Algunos Vengadores ya estaban allí, pero otros aún estaba destrozando a los últimos enemigos. Bruce fue al fondo de la aeronave y se sentó en una esquina acurrucado bajo la manta, las transformaciones siempre lo dejaban destrozado. Se puso unos auriculares y escuchó lieds de Schubert mientras esperaba a que el resto del equipo volviera y partieran de vuelta a casa, la cercanía de ese compositor y los poemas de Goethe con la muerte lo llenaba de tranquilidad, era lo más cerca que podría estar del fin.

Lo sorprendió que una mano le quitó el auricular izquierdo. Al alzar la mirada vió a Tony sentado junto a él, quien, colocándose el auricular, le preguntó:
- ¿Qué escuchas?
- Der Wanderer, Schubert -respondió con voz débil el escuálido doctor.
- No está mal -sonrió Stark escuchando la canción-. ¿Qué dice la letra?
- Es de... un caminante... camina sin rumbo fijo, sin encontrar una tierra a la que pueda llamar hogar...
- Es un poco... triste, ¿no?
- Sí, bueno... me parece un lied bonito -Bruce se encogió de hombros.

La entrada al Quin-jet de Thor, el Capitán América y Ojo de Halcón interrumpió la conversación. El Capitán le indicó a Barton que pusiera en marcha la aeronave y el bélico Dios del Trueno llamó la atención de Bruce:
- ¡Banner! ¡Bien luchado! ¡Incluso Heimdall ha podido oír los gritos de tus víctimas!
- Dios... -Bruce se cubrió la cabeza con la manos al oír el daño que había provocado, aunque fuera a enemigos.

Tony le dedicó una mirada de reproche a Thor.
- Los gritos de los heridos... no muy graves, solo algunas contracturas... -intentó corregir el asgardiano y se fue a hablar con el Capi.

Tony suspiró y le puso una mano en el hombro a Bruce.
- Sé que no te gusta hacer daño... pero sin ti no habríamos podido derrotarlos... con Wanda y Visión en sus vacaciones por Europa necesitábamos la ayuda de Hulk, sin él podríamos haber muerto.
- S-sí... lo sé, Tony, pero... estoy harto de hacer daño, de ser el monstruo que todos creen que soy...
- Ey, Bruce, tú no eres ningún monstruo... -a Bruce le sorprendía que Tony no lo viese así, era el único que no lo miraba receloso cuando entraba en una habitación ni lo trataba como una bomba de relojería- eres mejor persona que cualquiera de los que te creen así... algún día verán que ese monstruo no eres tú.
- Ojalá hubiera más gente que pensara como tú... -dijo con un suspiro el doctor Banner y se arrebujó bajo su manta, esperando llegar a la Torre Vengadores.

El Quin-jet aterrizó en la Torre y cada cual se fue a sus quehaceres, la mayoría fueron a descansar o a ver la televisión. Bruce, sin embargo, fue al laboratorio. Ese era el único sitio en el que sentía a gusto, el único lugar en el que se sentía protegido de las miradas incriminatorias y las críticas de los demás. Cada vez pasaba más tiempo allí, aunque no tuviera ninguna investigación en curso, prefería ese solitario lugar a cualquier otro sitio. El doctor Banner se concentró en sus investigaciones mientras las horas pasaban sin parar un punto.

Tony Stark entró en el laboratorio en busca de Bruce, con camiseta y pantalones remarcablemente modestos para la ropa que acostumbraba a vestir, y con una caja de pizza en las manos. Dejó la caja sobre la mesa en la que Bruce trabajaba muy concentrado. Al llegar, Banner alzó la vista y, con su habitual nerviosismo, preguntó:
- Tony... ¿qué... haces aquí?
- Traerte la cena, alguien tendrá que alimentarte o un día encontraremos tu cadáver desnutrido pegado a un microscopio -dijo con naturalidad el ingeniero sentándose en una silla frente a Bruce.
- Gracias, Anthony... pero no tengo hambre...
- No me importa lo que digas, vas a comerte toda la pizza o te obligaré a tragarla, no puedes pasar tanto tiempo sin comer y menos después de un día de trabajo -dijo con tono firme y abrió la caja poniéndola frente a Bruce sin dejar lugar a las quejas que preparaba el otro en su mente. Después añadió con sinceridad- me preocupas, Bruce...

El doctor Banner bufó por lo bajo y se sentó, cogió una porción de pizza y la mordisqueó desganado. Se puso más nervioso de lo usual en él al notar la mirada fija del otro sobre sí y bajó la cabeza, el otro parecía revisar todos sus movimientos. Bruce notaba lo preocupado que estaba Tony por él, lo cual era increíblemente raro porque el millonario sólo se preocupaba por sí mismo.

  Tony sonrió satisfecho al verlo comer, aunque fuera poco, y puso la televisión para romper el silencio que se había creado en el laboratorio. En el canal estaban las noticias y ambos científicos las escuchaban distraídamente mientras Bruce comía con desgana. "El grupo mundialmente conocido como Los Vengadores ha vuelto a actuar esta mañana y ha desmantelado un almacén ilegal de armas supuestamente perteneciente a la organización AIM. El grupo ha sido alabado y tambien cuestionado desde su primera actuación, en el incidente de Nueva York..."

  Al oír del incidente de Nueva York, Tony palideció. Notó una enorme presión en el pecho, como si miles de agujas atravesaran su corazón, y se llevó la mano al pecho. Le costaba respirar, sentía que se asfixiaba, y perdió el equilibrio cayendo de la silla al suelo. Bruce se alertó al verlo así y, dejando caer la porción de pizza que estaba comiendo, corrió y se arrodilló a su lado.
- ¡Tony! Tony, mírame, vale, trata de calmarte... -dijo poniendo las manos en sus hombros.

  Tony trataba inútilmente de respirar y evitaba mirar a Bruce, no quería que lo viera en ese estado tan deplorable.
- ¡Stark, mírame! Estás teniendo un fuerte ataque de ansiedad, intenta respirar hondo, despacio -el alterado doctor intentaba por todos los medios calmar el ataque de su amigo, sabía que sufría del corazón, pero no que fuera tan grave.

  Tras unos minutos siguiendo las expertas instrucciones de Bruce, que había sufrido mucho en ese aspecto y sabía lo que mejor le funcionaba, Tony consiguió calmarse un poco y se levantó a duras penas del suelo, pálido y con sudor en la frente.
- E-estoy bien... Bruce... gr-gracias... creo que me iré a la cama ya... -el millonario intentó caminar hacia la salida, pero dió un traspiés y habría caído al suelo de no ser por Bruce, que lo sujetó antes de que cayera.
- Te acompaño, no puedes dar ni un paso -dijo el doctor Banner aún muy preocupado por su ataque, por mucho que el hombre de hierro tratara de ocultar la gravedad de la situación Bruce sabía que no estaba bien.

  A Stark no le quedó más remedio que asentir y caminaron con lentitud hasta su habitación. Una vez allí, Tony se recostó en su cama con dificultad, sentía como si un camión hubiera atropellado su pecho varias veces.
- Gracias, Bruce... no se qué haría sin ti -le dedicó una media sonrisa a Banner.
- No es nada, amigo -Bruce sonrió nervioso se encaminó a la puerta- te dejo descansar -murmuró antes de salir de la estancia.

  En vez de ir a su habitación a descansar, volvió al laboratorio, lugar del que el solitario y silencioso doctor Banner no saldría en toda la noche, como un ermitaño en su choza, era su lugar privado, su sitio de paz y y tranquilidad, donde nadie podía tocarle. Mientras todos los habitantes de la Torre dormían y descansaban, Bruce trabajaba en el proyecto más importante en el que se había volcado nunca, al que más tiempo había dedicado -casi toda su vida- y el que menos frutos había dado. Era como un callejón sin salida por el que no podía pasar, pero no podía permitirse dar media vuelta.

Necesito tu ayuda (Science Bros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora