seven.

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Matteo.

En el Roller, frente a "mexicano hermoso, osito perfecto", o Simón, resumiéndolo, discutiendo sobre cosas sin sentido y poco importantes para el 95% del mundo.

—El punto es que no, las galletas no llevan leche. —Matteo soltó un fuerte gruñido comiendo lo último que quedaba de su amado helado de fresa, Simón tomó el contenedor de vidrio y lo llevó a los trastes sucios.

—¡Sí llevan! —Simón regresó y colocó las palmas de sus manos en la ya algo sucia barra.

—Esos son los pasteles o cupcakes. —Simón tomó el trapo blanco que llevaba en su hombro y comenzó a limpiar los restos de helado que había botado Matteo.

—Y las galletas.

—Intenta hacer galletas con leche, quedan mal, al menos las que yo hago. —Matteo rodó los ojos.

—¿Cuáles haces? —preguntó el menor viendo a Simón dejando de limpiar.

—De mantequilla, son las más simples.

—¿Mantequilla? —Matteo hizo una mueca de asco, Simón pensó que se veía adorable.

—Creo que se llaman así, sólo les echo harina, mantequilla, azúcar y... ¿sabes que no le pongo? Leche. Si le agregas queda mal, Matteo.

—Esto es ridículo. —Matteo se levantó de su lugar, recogió su mochila y se dispuso a irse, hasta que sintió una mano en su muñeca deteniéndolo, volteó a ver y era Simón, el menor rodó los ojos por milésima vez en el día.

—Te lastimarás si sigues haciendo eso, leí que si lo haces mucho los ojos se te traban, o algo así.

—Sí, como leíste que las galletas no llevan leche.

—Eso es verdad.

—¿Qué quieres?

—Mi turno termina en una hora, ¿quieres ir a mi departamento y hacer galletas con leche. —remarcó el "con", Matteo asintió varias veces con emoción. —Pero cuando salgan mal, tú las comerás todas.

Si salen mal, las comeré, pero si salen bien también las comeré.

—Como quieras, nene. —las mejillas de Matteo se tiñeron de un hermoso color rosa pálido, Simón sonrió, le encantaba que Matteo se sonrojara por él.

Habían pasado un par de minutos y Matteo ya estaba desesperado, quería que Simón saliera ya de trabajar y poder ir a hacer galletas con leche, que salieran bien y restregárselo a Simón en el rostro. Escuchó la campanita que sonaba cuando alguien entraba, rápidamente volteó a ver quién era, no sabía por qué siempre hacia eso, suponía que le gustaba ver quién entraba, aunque era raro.

Esta vez había sido bastante oportuno, ya que vio a su mejor amigo entrar, solo, sin la fea de Nina, corrió hacia él, Gastón al verlo sonrió con ternura, abrió los brazos para recibir a su pequeño amigo, Matteo lo abrazó con fuerza, Gastón enrolló sus brazos en la cintura del más pequeño, amaba cómo se emocionaba al verlo, a pesar de que hayan pasado tan sólo un par de horas separados.

—Hola, Matteo. —murmuró Gastón dejando un corto beso en su mejilla.

—¿Las galletas llevan leche? —Matteo hizo un puchero, lo había pensado estos últimos minutos, y la verdad ya no estaba tan seguro de lo que había dicho, Gastón frunció el ceño, no se esperaba esa pregunta.

—Yo... No lo sé. —Matteo soltó un bufido.

—¿Dónde está Nina? —Gastón bajó la mirada, parecía que su felicidad se había esfumado.

ice cream ; sitteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora