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Ese día no podía haber sido tan aburrido para Ana. Patrick no le habló, y Mike tampoco.
Por momentos pensó que estaba loca, y parecía ser real, porque ninguno apareció.

Ya era sábado, y tenía que ir a la casa de Steve con Renata.
Ana y Renata, quienes ya se encontraban fuera de la casa de Steve, tocaron la puerta.
El chico castaño de ojos miel sonrió, y Ana notó que Renata estaba toda roja, como un tomate.

- Pasen chicas, bienvenidas a mi casa - Dijo Steve, haciéndolas pasar.

Las dos se quedaron mirando el lugar, era muy lujoso.
El piso de cerámica, sillones blancos, mesas y sillas de vidrio, la casa era de un color beige casi crudo.
Steve subió la escalera, que por cierto, era la escalera más lujosa y hermosa que Ana haya visto.
Era blanca, con bordes beige, y tenía una baranda recta, que era genial.

Subieron. En el camino habían cuadros, muchos cuadros. En la mayoría, aparecía un niño con ojos azules y cabellos casi blancos de lo rubio que era, estaba sonriendo. A su lado estaba Steve. Eran muy parecidos. Ana sintió un vuelco al ver tantas fotos de ese niño. Pero también se puso contenta. Si Steve lo conocía, algún día podría presentarlo, se dijo a sí misma.

Mientras caminaban hasta la habitación de Steve, justo en la puerta, Ana los detuvo. Apuntó la fotografía de ese chico tan lindo, y miró a Steve.

- A ver si algún día me lo presentas eh...  - Ana comenzó a reír, y Steve agachó la cabeza.

Entraron a su cuarto.
La habitación era azul, habían dos camas. En la pared decía :
“ Steve y Mike ”

Ana se congeló. Steve se sentó en una de las camas, las miró. Las chicas igual se sentaron. Él se rascó la cabeza y dijo

- Bueno, ya habrán visto a Mike. Él era mi mellizo. Bueno, éste era nuestro cuarto.
- ¿Era? ¿Dónde está? - Preguntó Renata.
- En un frío ataúd, bajo metros de tierra. Él falleció el año pasado. Por eso me cambié de escuela.
- ¿Qué, pero, cómo? - preguntó Ana

- Un estúpido quizo robar. Quiso dispararme a mí, pero Mike se interpuso. Lo mejor, es que el estúpido salió corriendo, y los policías lo mataron a puñaladas, ya que el idiota se resistía, y corría. Pobre Mike, no se merecía eso. No saben cómo estaba mi madre. Aunque ella no lo diga, Mike y yo sabíamos que ella lo prefería a él. Él era su preferido. Todavía sigue en depresión por esa pérdida.

Ana y Renata se quedaron boquiabiertas. Ana no esperó, y le hizo otra pregunta.

- ¿Quién lo mató?
- Un idiota. Tendría dieciséis años. Se llamaba Patrick. Era como raro ese chico, tenía los ojos marrones, el cabello negro, y su piel amarilla. Estaba vestido de negro. Ni siquiera se tapó el rostro. Seguro era su primer robo en una casa. Nunca me olvidaré de él. De el estúpido que mató a mi hermano. - Lágrimas ya comenzaban a recorrer las mejillas pálidas de Steve.

Ana no podía con esta carga. Era Patrick quien mató a Mike. El chico que hablaba bajo su cama. Oh dios. Patrick es un asesino. Y lo peor de todo, ¡Están muertos!. Oh por dios. Ana podía ver muertos. Su corazón tenía pánico. Palpitaba a mil, no podía con todo esto. Su querido Patrick no era un chico inocente. Ahora sabía que era un asesino, y que Mike era un buen chico.

Lágrimas calleron por sus mejillas rojas. Abrazó a Steve, sintiéndose culpable, de alguna vez haber creído las frías palabras de Patrick.

Arrastrame al finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora