Pokemon: Aventuras en Unova

1. Llegando a Unova

Esto es el comienzo de mi aventura. Podré convertirme en una Maestra Pokémon.

Podré ver a mis amigos de la infancia, estoy muy emocionada. Pero tengo que ir donde la profesora Juniper, ganar medallas de gimnasio y ir a la liga pokémon.

El avión ya esta aterrizando, y yo gritando como una loca de emoción, se que me están mirando raro pero no me importa.

Ya me estoy bajando del avión y me quedo mirando el lugar.

— Te he extrañado tanto Unova – dije en un suspiro.

Tome un poco de aire y me fui corriendo para salir, tengo que llegar donde la profesora antes de que sea de noche.

Mientras corro estoy viendo la gran variedad de pokémon con sus entrenadores y salvajes.

Ya falta poco, falta poco para empezar con la aventura...

****

Luego de una hora mas o menos corriendo, con algunos tropiezos; llegué finalmente al laboratorio de la profesora y entre.

— Oh, Sara cuanto tiempo sin verte – dice la profesora Juniper cuando me ve.

— Lo se profesora, igual a pasado mucho tiempo.

— Aun me acuerdo cuando venías con tus amigos para ver los pokémon y que en un futuro iban a hacer entrenadores.

— Si profesora , lo recuerdo muy bien – dije un poco sonrojada.

— Bueno, dejaremos la charla para otro día – dice riendo – ¿Has venido para tener a tu pokémon inicial?

— Por supuesto - dije muy segura.

Después de eso ella llego con un carrito en donde habian 3 pokébolas, con los 3 pokémon iniciales de la región, la porta medallas, la pokédex y 5 pokébolas.

—Bueno, tu sabes muy bien cuáles son ¿no es así? – me dijo mientras sostenía una de las pokébolas de los iniciales.

Yo solo asiento con mi cabeza, estaba un poco nerviosa.

— Bueno – toma las pokébolas y hace que salgan los 3 iniciales. Que son: Tepig que es tipo fuego, Oshawott de tipo agua y a Snivy de tipo planta.

A todos los quería, de hecho me encantan todos los pokémon, lo que me hace difícil hacer mi elección. Pero finalmente me decido por uno. Me agacho enfrente a Tepig y le sonrió.

— Elijo a Tepig, profesora – después de decir eso, tomo a Tepig en mis manos y veo que esta feliz y eso hace que sea feliz yo también.

— Aquí tienes la pokébola de Tepig, cuida muy bien de él – me entrega la pokébola.

Dejo a Tepig en el suelo y digo: Tepig regresa y el vuelve.

— Aquí tienes otras 5 más para que completes tu equipo, tu porta medallas y tu pokédex.

— Muchas gracias profesora Juniper – guardo todas las cosas en mi mochila, me despido y salgo del laboratorio.

Llevo algunos minutos caminando, tratando de llegar a alguna ciudad, esa sería la primera opción, si no resulta tendría que quedarme en un centro pokémon cercano y la última y la más probable que pase es dormir en donde estoy.

Consulto al mapa nuevamente, hay un centro pokémon a 1 kilometro pero ya es muy tarde, no me queda otra que acampar por aquí.

Me acerco a un árbol, dejo mi mochila para buscar madera para hacer una fogata, saco a Tepig de la pokébola para que me acompañe y me ayude a prenderla.

Después de reunir la madera, con ayuda de Tepig, volvemos al árbol en donde está mi mochila y dejo la madera en el suelo.

— Tepig, usa brazas para prender la madera por favor – Tepig muy contento, lo hace y se prende, teniendo así la fogata lista.

Le doy a comer a Tepig un poco de comida pokémon y yo aprovecho de comer una manzana. Luego de esta pequeña cena me recuesto en el césped con Tepig y miro las estrellas.

Cuando pequeña solía dormir la mayoría de las veces afuera, con los pokémon salvajes, que estaban cerca de mi casa, los quería mucho; pero lo que mas adoraba era mirar las estrellas. En ellas encontraba una forma tranquila para hacer que cayera en un profundo sueño.

También me recordaban recuerdos felices de mis padres, o lo que recordaba de ellos.

Mi infancia aquí en Unova fue bonita, de no ser de mis amigos que me cuidaron hasta que me fui a Kanto a estar con mis abuelos.

Paso una estrella fugaz, cerré los ojos y pedí un deseo...

¿Quieren saber que deseé?

Deseé encontrarme luego con mis 3 amigos, que por cierto son hermanos. Espero que me reconozcan al verme, por que no he cambiado mucho, o eso creo.

Dejo que las estrellas sean lo último que vea para cerrar lo ojos y quedar profundamente dormida.