Se levantó y lo vio todo cambiado, no sólo el bosque, que parecía algo más joven, también la ciudad había empequeñecido, las casas de un marrón fangoso se dispersaban a lo largo de la llanura, la gente iba de un lado a otro portando cestas y carretas, los niños jugaban a caballeros con sus palos, mientras que las niñas recogían agua del pozo.
Vio a tres personas más que la acompañaban. Vestían ropa similar a la suya que desentonaba con la de los pueblerinos, parecían fuera de lugar.
Empezaron a bajar la colina, ella tropezó y cayó rodando. Siguió cayendo, cayendo y cayendo, hasta que se dio cuenta, demasiado tarde, de que se acercaba a su final.
La chica, tumbada encima de su lecho en la habitación 312 abrió de repente los ojos, asustada y jadeante. "Ha sido un sueño, sólo un sueño" se repitió para si. Se reincorporó, las piernas colgando de la cama, y miró a su alrededor. Todo parecía normal, o eso pensaba ella.