Capitulo 3:

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-Vamos a retomarlo desde donde lo dejamos.-Dijo Bill Cranstons al entrar por la puerta. Ella ahora estaba sentada de cuclillas sobre una pila de cajas leyendo los grabados de un viejo jarrón de porcelana.-¿Me escuchas? Vamos a volver a retomar tu adolescencia de novela de Julio Verne. Seguro que ese hombre estaría muy interesado en esta historia para su proxima novela de éxito.-Comentó con algo de humor. Soltó una carcajada mientras ella lo miraba estando rígida en el taburete.

-No me gusta Julio Verne...a Jeremy le encantaban sus libros. Siempre llevaba uno en la mochila.-Recordó ella con un suave brillo blanco en los ojos. Bill ya pudo ver ese tipo de brillo en otras ocasiones en las que habló de él. ¿Pero entonces por qué ella le temía tanto?

-¿Por qué le temes a Jeremy?-Inquirió él sentándose en su silla frente a un escritorio simulado que se basaba en cuatro montones de cinco cajas cada uno con una tabla de madera encima cubierta con un mantel blanco lleno de polvo. Ella lo miró con curiosidad pero también con confusión.

-No le temo.-Respondió ella con inquietud agarrando con fuerza el borde de su camiseta. Al parecer debajo de la camisa no llevaba nisiquiera unos pantalones.

-Antes te amenacé con que le llamaría y te pusiste muy nerviosa...-Comentó Cranstons revisando con una ceja arqueada todos los apuntes que había ido tomando.

-¡De ninguna manera me verá tan fea! ¡Después de tanto tiempo sin vernos debo estar guapa para él!-Replicó trenzando su pelo y jugando con sus puntas.

-¿Cuánto llevais sin veros?-Inquirió el médico mientras anotaba en su libreta "Obsesión por su físico para Jeremy" Ella se quedó callada como meditando su respuesta. Bill la miraba con una ceja arqueada esperandola pero parecía estar canturreando algo en un idioma que no conseguía identificar.-¿Adeline? ¿Sigues aquí?-Sacudió su mano ante sus ojos y poco a poco sus ojos fueron recuperando el color y la vida. Parecía meterse en un curioso trance cada vez que pensaba, podría estar en un estado de limbo mental durante años si nadie le dijera nada.

-No me deja decirtelo...y no quiere que te entrometas en nuestra relación.-Respondió ella con una sonrisa ladina.-Aunque...él no está aquí, solo tendrías que pedirmelo un poquito mejor...-Sugirió ella acercándose peligrosamente hacia el doctor, al igual que había hecho hace un par de minutos.

-Mira eres una chica preciosa y estás bastante bien, pero no quiero problemas con Jeremy y otro rollo con otra paciente. Haz el favor de colaborar.-Repuso él con firmeza mirando hacia un punto fijo entre un muro de corcho y una estantería llena de polvo.

-Pero si se ha sonrojado y todo, doctor.-Carcajeó la chica.-Bueno, tu te lo pierdes.-Añadió agarrando con las dos manos el dobladillo de su camisa con rallas blancas y moradas y la levantó dejando a la vista sus pechos por la altura de los pezones. Ella movió sus cejas de arriba a abajo con picardía y mordió su labio con una sonrisa pícara.

-Bueno, lo que decía...la historia.-Comentó el doctor aún aturdido queriendo borrar lo más antes posible esas imágenes de su mente.

"Hannah que hiciste conmigo...no debiste...no debí...maldita sea, Hannah."-Se preguntó a sí mismo el doctor Cranstons lamentándose por todo lo que había sucedido con ella, de lo que se estuvo arrepintiendo hasta el último día.

-No le veo muy por la labor de escucharme, señor.-Respondió ella acomodando su camisa mientras él evitaba mirar a su paciente. Desinteresadamente observó la sala en la que se encontraba, a la que no le había dado mucha importancia desde que pisó en ella. Todo estaba lleno de polvo, habían muchas cosas escondidas debajo de diferentes mantos de un verde muy pobre, muchos cuadros tumbados boca abajo y apoyados contra la pared no dejando ver la obra de arte que cada uno de ellos ocultaban. Encima de la pared había un gran reloj de cuco roto y debajo de este varios escritorios y sillas de pala.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2016 ⏰

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