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Las semanas comenzaron a convertirse en meses.

Durante estos, Stephen en el poco tiempo que tenía libre, después de las múltiples clases y actividades que tenia, antes de que fuera la hora de irse a dormir, esperaba en el recibidor a que su amigo apareciera pero esto no sucedía, ni su mejor amigo regresaba, ni alguna carta de su papá llegaba hasta sus manos. Pensaba que a Pierre y a su hermano los habían expulsado del Internado por la pelea del comedor así que comenzó a provocar problemas, las peleas no eran su fuerte pero encontró como molestar hasta a los prefectos, pero todo esto no surgía efecto, solo lograba que lo castigaran y que los castigos se volvieran más duros con el paso de los problemas. Empezaron con privaciones de comida, aseos de lugares como la cocina o los sanitarios, duchas con agua helada, dejarlo a la intemperie en las frías noche hasta golpes proporcionados gustosamente por Aribert.

Se preguntó en varias ocasiones ¿porque las personas lo abandonaban? O si estaba maldito, era lo que sus oídos escuchaban todos los días gracia a que Aribert junto con el chico mayor que provocó la pelea en el comedor, meses atrás se lo decían cada que podían. Al principio no les creía pero con el tiempo lo fue tomando como una confirmación a pesar de que Adric le dijera lo contrario.

Adric era su nuevo compañero de cuarto además de tutor de Alemán, tenían una especie de acuerdo, Adric le enseñaba alemán si Stephen le ayudaba con el Italiano, se entendían más tanto que comenzaron a hablarlo y entenderlo mejor. En poco tiempo se adoptaron mutuamente como hermanos. Adric había llegado al internado un mes y medio después de que Pierre se fue, sus papás habían muerto en un accidente cerca de Munich y el milagrosamente había sido el único que había sobrevivido a este, en ocasiones Stephen deseaba ser huérfano como lo era Adric, sería como hasta ahora, lo único que cambiaría sería que ya no estaría esperanzado a salir de este lugar, ni de recibir visitas dos veces por año. No se arrepentía de pensar y desear que sus papás murieran, ellos quizás era lo que querían lograr al tenerlo en este lugar.

Aquel niño tímido, frágil, de linda sonrisa y corazón puro desaparecía con cada segundo que pasaba dándole vida a uno engreído, lleno de coraje, rencor, hostilidad y con el corazón duro como piedra.

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Todos guardaron silencio en el salón de clases cuando la puerta se abrió, uno de los prefectos había llevado hasta este a Stephen después de su castigo por provocar un incendio en la cocina del Internado. El prefecto se dirigió al Profesor diciéndole que lo acompañara. Salieron del salón, todos los niños seguían con la mirada a Stephen mientras este se dirigía a su pupitre en la última fila. Tenía el cabello empapado y temblaba.

- ¿Que te hicieron ahora?- le preguntó Adric cuando se sentó

- Nada nuevo, creo que se le están acabando las ideas.- sonrió pero era una sonrisa fingida, lo que sentía era mucho frío y dolor. Recordó como Aribert, le lanzó agua helada con hielos sobre su cuerpo que en ese momento no tenia nada que lo cubriera, mientras este reía y le preguntaba ¿Con qué apagas un incendio? Y después de que Stephen le contestaba que con agua, este le lanzaba el contenido de una de las tantas cubetas que tenia.

Después de hablar la puerta del salón se volvió a abrir, el profesor iba acompañado de un chico que Stephen conocía pero que al mirarlo paso de la alegría al enojo en segundos. Era Pierre e inmediatamente después de que el Profesor le diera la bienvenida al grupo, este corrió hasta el lugar de Stephen.

- Amigo ¿Como estas?- preguntó Pierre pero Stephen no le hizo caso.- Conocí a mi padrino, espera a que te lo presente, te caera super bien y tiene una hija que es una año menor que tu, seguramente sera igual de hermosa que el retrato del comedor, es igualita.-suspiro emocionado al terminar, no recibió contestación de Stephen, lo que le extraño.- ¿Stephen?

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