Parte de mi.

Hace días que no recibo ningún mensaje tuyo, parece como si hubieras desaparecido, o como si ya no quisieras saber nada de mi. Todos en el instituto preguntan por ti; los maestros, nuestros amigos, e incluso los conserjes.

Es tan extraño no encontrarte en los pasillos, y poder observar tu sonrisa, y mirar fijamente tus ojos, los que me hacían sentir escalofríos desde la primera capa de mi piel, hasta el interior más profundo de mis huesos.

A tus "amigas" no parece importarles tanto, yo siempre te decía que ellas realmente no eran lo que decían, pero, tu siempre me contestabas con tu típico;

~¡Eres un Tonto!~ Mientras soltabas una leve carcajada.

Nunca le tomabas importancia a lo que decía, todo lo que salía de mi boca directamente hacia tus oídos, parecía un chiste echo por un payaso profesional que venía a dar un show a un pequeño pueblo.

Todavía recuerdo el día en que nos conocimos... Era el primer día del curso y nadie del salón nos conocíamos, justo cuando tu mirada se atravesó con la mía, surgió una pequeña atracción, como si el destino nos dijera que estábamos en el lugar y momento indicado. Justo cuando pensé que todo había acabado para mi, y que el escombro que había en mi ser nunca se iba a quitar de ahí, llegaste tu y purificaste esta alma pérdida en el abismo.

~Hola.~ Dijiste sonrojada y con la voz un poco tímida.

Decidí quedarme callado, no estaba completamente consiente, solo estaba seguro de que me perdí en tus ojos y en tu hermosa voz.

~¿Perdona me puedo sentar?~ Me dijiste con la voz todavía un poco apenada.

Por lo cual yo moví mi cabeza en forma de aceptación, tu habías echo que mi voz y pensamientos desaparecieran en un abrir y cerrar de ojos.

En un solo rato, pudimos platicar de casi todo lo que paso en nuestras vidas, sin duda alguna habíamos tenido química en ese momento, tanto tu como yo habíamos sufrido en el pasado, y era hora de que nos ayudaramos para sanar las heridas.

Cada vez que hablabas, solo podía observar cada movimiento de tus músculos, el mover de tu boca, el brillo de tus ojos, lo sedoso que llegaba a ser tu pelo en esos momentos.

Pasaban los días, noches y seguíamos hablando a través de correos y mensajes de texto. Solo quería saber como estabas, tenía la necesidad de hablar contigo... Contaba las horas para poder verte de nuevo en el colegio y olerte una vez más.

Sin duda alguna, cada día me volvía loco solo por ti, no podía dejarte ir, por mi cabeza pasaban mil y un pensamientos acerca de que algo o alguien te hiciera daño. Solo podía sentarme en frente del computador sin hacer nada, solo mirando al techo pensando en ti.

Los días, las horas y los minutos pasaban, podía sentir como miles de sombras me observaban... Me hacían sentir nervioso, lloraba y solo podía recostarme en mi cama abrazando la almohada pensando que eras tu.

~¡JODER! Te necesito.~ Gritaba cada noche, mientras las lágrimas solo recorrían mi rostro llegando al borde de mis labios.

Sabía que tenía que hacer algo al respecto, esto no se puede quedar así, necesito cuidarte, protegerte de todo mal, que también hagas lo mismo conmigo.

Me decidí, y llego día, el día en que elegí invitarte a mi lugar favorito, mostrarte lo más profundo y frágil de mi...

Ya ha pasado mas de un mes desde que eso paso, y todos en el instituto preguntan por ti, ya no contestas mis mensajes ni nada... Pero claro, ¿Como puede que hagas eso? Si te encuentras aquí en mi sótano, donde siempre te encontrarás segura...

Estoy aquí junto a ti, con un cuchillo en mi mano derecha, esperando el momento adecuado, para realizar mi mayor acto. Conocer cada centímetro de tu piel, y ver el color de tus entrañas... Para que de una vez por todas, seas tú, parte mi.