Nadie logra conseguir la vida perfecta. Ni siquiera ella que fue tan buena y leal. Mala para algunos, perfecta para mis ojos.
No fue la mejor persona. Todos cometemos errores y hoy no es el día para recordarlos.
¿Qué ha hecho bien?, me pregunto.
Demasiadas cosas, debo decir, tantas que realmente prefiero guardarlas para mí porque me hace feliz el recordarlas.
Sí, tal vez soy un poco egoísta.
Tuvo demasiadas preocupaciones y momentos de dolor, así como demasiados momentos de alivio y alegría.
Quien vive bien, muere bien; dicen.
Suelo plantearme ahora si tu vida fue la correcta, si de verdad valió la pena vivir tantos años esa vida.
Me pregunto si te arrepientes de algo.
No lo sé.
Y tengo la impresión de que no lo sabré nunca.
Sin embargo, tu existencia nunca fue en vano.
Y hoy, lo he comprobado.
Desearía que estuvieras aquí, para que supieras como has logrado tocar el corazón de tanta gente.
Familiares, amigos, incluso vecinos.
Todos los que te han tomado cariño.
Ellos están aquí.
Siempre lo han estado.
Para bien o para mal, ahí estan.
Porque fuiste y serás importante en nuestras vidas, así como tal vez nosotros en la tuya.
Tu cuerpo esta ahí adentro, pero tú no lo estas.
Tu cara ha perdido por completo el color y tus ojos ahora apagados ven a la nada, pero no miran.
No se ha donde te has ido, pero se que no regresarás.
Te quiero tanto o mucho más que aquellas personas que te rodean ahora mismo. Y te extrañare con la misma intensidad con la que te quiero. Si, aún te quiero, y te querré, a ti, que fuiste mi segunda madre y amiga en su tiempo.
Jamás permitiré olvidarme de ti.
Me hace tan relativamente feliz ver esa sonrisa en tu cara aunque no seas consciente de ella.
O tal vez si lo eres. No lo sé.
No puedo terminar de creerlo.
Así como suena, no lo creo aún.
Hasta hace unas horas guardaba en mí la esperanza de verte caminar de regreso a donde estábamos con esos ojos verdes apreciando de nuevo a cada uno de nosotros. Demasiado tonto.
El golpe de realidad me ha pegado de forma paralizante, impidiéndome respirar, pensar, moverme.
Te has ido y eso, duele más de lo que imaginaba.
Aún, con el cuerpo temblandome de forma incontrolable y los ojos llorosos, me permito ver tu cara una vez más.
Ya está, no te encuentras.
Te llamamos y no despiertas.
Aún queda algo de ti en cada uno de nosotros. Has marcado a tanta gente de una forma tan pura como lo es el dolor de tu partida.
Me escuecen los ojos cada vez que recuerdo lo que pasamos juntas. Desde que me tranquilizabas por la partida de mi madre cuando tenía tres años hasta que me hacías burla por mi físico hasta hace un par de meses.
En donde quiera que estés deseo con todas las fuerzas que se me conceden que te encuentres bien, disfrutando del fruto de tus acciones, siendo libre sin ningún tipo de restricción como lo son el frágil cuerpo terrenal que nos acompaña y las reglas morales que rigen el comportamiento de cada uno de nosotros.
Estoy segura de una cosa, nadie va a poder olvidarte.
A ti; que viviste más de veinte años con diabetes.
A ti; que viviste más de lo que viviré yo posiblemente.
A ti; que viviste en un época tan llena de cambios, que has visto lo peor y mejor de este mundo a lo largo de tu vida.
A ti; que has soportado tantas pérdidas y has vivido con ellas marcando tu alma a cada paso que das.
A ti; una mujer preciosa, una mujer cambiante, una mujer resistente.
A ti; Una verdadera luchadora.
Mi heroína.