제 1 장

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La noche estaba empezando, los clientes recién llegaban, aun faltaba mucho para que pudiera salir de ese lugar.

-Amanda, hoy tenemos clientes importantes. Asegúrate de que se sientan bien. -dijo el dueño, colocando un fajo de billetes en mi sostén.

Ok, no era una puta, pero si una bailarina de club. Mi madre había muerto de cáncer cuando yo tenía apenas 7 años. Mi padre, qué decir de él, trató varias veces de abusar de mi en el pasado pero con suerte nunca lo consiguió. El último recuerdo que tengo de él fue cuando me trajo y me vendió a este antro de mala muerte 3 años atras. Aun recordaba su rostro, lo suficientemente bien como para evitarlo si alguna vez volvía a verlo.

Mi nombre es Amanda Miller tengo 20 años y mi vida quedó reducida a bailar por dinero.

¿Me gustaría dejar esto? Si...pero, ¿qué quieres que te diga? Aqui me dan un techo para no mojarme cuando llueva, una cama para no dormir en el piso o bajo un puente, y comida para no morir de hambre; todo con el dinero ganado mientras hago una de las cosas que más amo, bailar.

¿Qué si tengo sueños? Probablemente muchos, todos relacionados con la danza, pero, todos olvidados hace mucho.

¿Qué si me he enamorado? Alguna vez supongo, pero nada muy espectacular. Tal vez un chico en el cole pero, todo terminaba con una simple decepción; yo era muy pobre para él y él era muy imbécil para mi. Los idiotas llueven en este mundo, pero ya no me afectaban, al trabajar en el club veía toda clase de seres, que realmente me mostraban lo que eran los hombres. Siempre me dicen que los hombres no son todos iguales; yo siempre veo a la misma clase de gente, quizás crea en este dicho cuando logre conocer a uno que sea diferente. Pero mientras, mi única preocupación es sobrevivir.

-¡Amanda Mueve ese trasero que no tengo todo el día! -me regañaba el dueño.

-Dígame. -dije en voz baja.

-¿Ves a esos dos señores allá en la zona VIP? -señaló en su dirección.

-Si. -un señor y un joven apuesto, los dos vestidos de traje, esperaban pacientes.

-No están ahí por gusto, tienen mucho dinero y han venido por una ocación especial. No están permitidas las decepciones, por lo que te encargarás tú misma de ambos. -notaba la envidia que emitían el resto de las chicas; tal como yo la mayoría estaba allí porque no tenían nada más pero, aunque fueran pocas, habían algunas que disfrutaban hacerlo.

Por supuesto veían que bailar ante dos ricachones era mucho mejor que bailar para un enfermo lujurioso que no tiene donde caerse muerto. Para mi ya daba igual, no importa quien sea el cliente mientras pague.

-Quítate un poco de ropa que esto no es un convento, muestra esos dotes tuyos y haz que deseen arrancarte lo poco que te quede encima. Haz que sientan el placer de verte, no eres mi mejor bailarina por nada.

-Pero tendré que cobrar más por esto, o no hay trato.

No podía dejar pasar la oportunidad de aprovechar que me necesitaba.

-Sabes que no te pagaré un centavo más de lo que te corresponde.

No era dinero lo que buscaba.

-Ellos serán mis únicos clientes esta noche, o no bailo. -dije amenazante.

-¿Eso? Está bien, de todas formas pagarán bien y las otras pueden encargarse del resto. ¡Pero ahora muévete niña! No los hagas esperar por la carne.

Fui a cambiarme como me lo requirieron; ya estaba semi desnuda y aun asi quería que enseñara más, estos hombres son unos enfermos. Me puse mis botas negras altas de tacón, mi sostén negro de encaje dejaba ver los bultos que sobresalían de mis senos y mis panties, prácticamente, no cubrían nada. A todas estas, el atuendo venía acompañado de unas tiras y correas, que daban la impresión de que era la ama sádica sedienta por castigar a su presa. Mi maquillaje era fuerte, seductor e imponía el carácter que le faltaba a mi personalidad en realidad.

Would You Be My Daddy? » Jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora