Las luces navideñas, la nieve esparcida, y los grandes abrigos. Sonreíste tristemente mientras apreciabas con nostalgia la atmósfera de las calles de la ciudad.
En esta temporada del año solías ponerte más emocional de lo que eras.
Dolorosamente, eras propensa a pensar en las oportunidades que dejaste ir, en las situaciones que habías vivido y en las personas que te habían marcado.Y como si fuera un postre lleno de absoluto masoquismo, al final de cada día, siempre, siempre solías imaginar como hubiera sido tu relación con Sata si tan solamente Erika no hubiera aparecido en sus vidas.
Jurabas por tu vida que lo hubieras hecho feliz, incluso más de lo que Shinohara hacía
«Pero ella lo hacía feliz con solo mirarla, y tú...»
Negaste repetidas veces. Nada más te estabas lastimando con pensamientos llenos de egoísmo y cierta inocencia.
Pero...
Sí este amor realmente no tenía ninguna esperanza.
«¿Deberías resignarte de una buena vez y dejarle ir?»
«¿Deberías decirle adiós a este gran amor que sentías por él y empezar desde cero?»
Los ojos te empezaron a picar.
Tratando de mantenerte al margen por la muchedumbre, tallaste de manera suave tus párpados al mismo tiempo que te detenías.
«Se suponía que lo superarías, se lo mencionaste a Yuu, pero...tus sentimientos no hacían más que florecer»
..
.«Y eso debía terminar»
.
.
.Quisiste morir una vez que su melena rubia apareció entre toda la nieve.
Sabías que con tu mensaje se había asustado, sin embargo, su rostro no hacía más que irradiar tranquilidad y cierto desinterés.
—¿Qué sucedió?—. Se colocó enfrente tuyo, mirándote con semblante sereno—. ¿Te sientes bien?
—Siempre me has gustado, Sata—. Sus ojos se abrieron ligeramente ante la rapidez de tus palabras—. Siempre lo hecho y no puedo seguir mintiendo de esta forma.
Bajaste la mirada al suelo, presa de la vergüenza y pánico.
—(___).—tu corazón ardió terriblemente cuando sentiste su mano en la mejilla. — A la única persona que quiero es a Erika, lo siento.
Los ojos te volvieron a picar por segunda vez en el día. No tenías otra opción que morder tus labios en un vago intento de no sollozar.
— Eso lo sé, Kyouya. —no sabías de donde sacaste la fuerza, pero fuiste capaz de darle una sonrisa mientras te alejabas un poco de él.—Sólo quería escuchar eso.
El silencio inundó la situación, pero ninguno se inmutó de lugar; él seguía todavía frente a ti, mirándote con gesto cansado y firme. Aunque al final se decidió por rodearte de los hombros y acercarte con suavidad a su cuerpo, hecho que provocó que su aroma varonil se pegara a tus fosas nasales.
— ¿Estarás bien?
— No, desde luego que no. ¿Cómo se te ocurre preguntarme eso?
Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al ver tu lado fuerte y obstinado.
— Te estás comportando como la niña de 6 años que conocí aquel día. — acarició con cariño tu cabeza. Tu cuerpo se tensó y entonces, inmediatamente dejó de hacerlo para separarse.— Creo que es hora que regreses a casa.
— Lo sé. Así que hasta luego, Sata.
Le diste una de tus sonrisas más sinceras para luego darle la espalda. Pero inevitablemente las lágrimas que tanto estabas reteniendo se escaparon mientras dabas pasos firmes.
Esta era la última vez que ambos se veían de esta manera, lo jurabas.
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Síntomas |Sata Kyouya! x Lectora|
Fanfiction❝Ser mejor amiga del Príncipe Negro no era fácil, menos cuando estabas enamorada de él❞.