Siempre fui una chica completamente soñadora. Desde pequeña me imaginaba algún día llegar al altar con el típico vestido de princesa que veía en las películas, en un gran salón adornado con hermosas flores, dónde estarían todos mis amigos, familiares, todas aquellas personas que formaron un gran papel en mi vida; con mi padre a mi lado acompañándome en el momento más importante de mi vida y mi mejor amiga siendo mí dama de honor, me imaginaba esas fuertes emociones atrapándome por completo, los nervios apoderándose de mí cuerpo, con la emoción corriendo por mis venas, con mi corazón latiendo fuertemente, sintiéndome completa...
Me imaginaba llegando al lado de aquel encantador hombre al que amaba con toda mi alma, qué me miraba con gran anhelo, deseo y emoción en sus ojos, que se iluminaban al verme; qué con una gran sonrisa tomaba mi mano, esperando el gran momento en el que decíamos el tan esperado "Sí acepto" para poder ser suya completamente y él poder ser mío, completamente mío.
Soñé este momento tantas veces durante toda mi vida, qué me duele pensar que todo lo que alguna vez fue mío en sueños es ahora de Madison; el gran salón, el vestido más hermoso antes visto, digno de una princesa, con todas aquellas personas que conocía bien, con aquellas fuertes emociones e ilusiones, con el hombre más perfecto de este mundo del que me enamore como estúpida, de aquel hombre prohibido.
Él estaba tan cerca de mí, con su cabello castaño perfectamente arreglado, con sus hermosos ojos verdes que iluminaban todo su rostro. Mire de reojo sus manos, aquellas temblaban y se movían de un lado para otro, casi podía palpar los nervios que sentía en este momento tan importante.
Cuando la puerta se abrió y la clásica música de bodas empezó a sonar, mi corazón empezó a latir tan fuerte que me dolía, quería salir corriendo de este espantoso momento, quería llorar y gritar, quería ser la hermosa chica que venía por aquel pasillo al lado de su padre, caminando hacia una vida eterna y feliz al lado del hombre al que amo.
Sabía muy bien que lo que habíamos hecho estaba mal, qué habíamos permitido que cosas nos sucedieron a ambos aun sabiendo que éramos personas completamente prohibidas. Pero al final él tomo su decisión y escogió a la mujer correcta, aquella hermosa mujer de cabellos dorados, ojos color azul como el cielo y el mar, con una sonrisa despampanante y unos sentimientos hermosos. En cuanto él extendió su mano, ella la recibió con sus ojos llenos de brillo que deslumbraban sueños, ilusiones y la perfecta esperanza de una vida hermosa al lado del hombre perfecto, él hombre de sus sueños.
La ceremonia había empezado, apretaba fuertemente el ramo, trataba de mirar hacia un punto vacío del salón, tratando de no escuchar las palabras del abogado, qué los casaría. Me sentía completamente mal, le había fallado a mi mejor amiga, con la que había compartido tantas veces este sueño e ilusión, con la que jugaba de pequeña a mi boda perfecta. No entendía cómo es que yo soñé este momento durante toda mi vida y ella es quién lo tiene, sí ella era la chica que odiaba ver a las personas enamoradas, la que decía que nunca se casaría porque el amor era cosa de bobos.
Pero aun así era mi mejor amiga y la había traicionado, una lágrima resbalo por mi mejilla, la cual rápidamente limpie, mis ojos dolían, querían explotar en lágrimas. Él me miro de reojo, pero trate de disimular que no me había dado cuenta qué sus hermosos ojos estaban posados en mí; su mirada volvió a Madison cuando esta estrecho su mano y la entrelazó con la suya. Trate infinitas veces de no llorar, pero ya no aguantaba más, sus votos ya casi comenzaban.
-Jenn – la llamé y ella volteó a verme – ten el ramo, se lo das a Madison, yo no me siento bien – le entregue el ramo y cuando estaba dispuesta a salir, Jennifer me tomo del brazo y me acercó a ella para susurrarme al oído un "Haces lo correcto".
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Prohibido Enamorarse De Adam
RomanceAlice y Madison han sido las mejores amigas desde que eran niñas. Todo parecía perfecto en su historia, hasta que la universidad las separo. Han pasado 3 años desde la última vez que se vieron en persona. Hasta que por fin el día del reencuentro lle...