Capítulo 7

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Ana había salido de la habitación; me había causado suma curiosidad saber que pasaba, que ocurría, por lo que me levante y la seguí, en silencio.

Me cruda por la mente la idea de que sea Peter y Ana, pero es casi imposible ¿no?

No, no era imposible, eran ellos.

—Ana—Pronunció Peter, aniquilando gran parte de mi corazón—Lamento llamarte a estar horas, pero tengo que decirte algo muy importante.

—No es ningún problema—Dijo de una manera amable—Pero dime, ¿Que ocurre?

Presentía que esto iba a doler, como el infierno.

—Te amo, Ana—Pronunció Peter, de una manera dulce y lenta—Te amo como no tienes idea.

Mi mano corre rápidamente hacia mi boca, lágrimas empiezan a escaparse de mi rostro.

—Peter—Ana sonaba sorprendida—Lamento mucho decirte esto, pero no puedo corresponder tus sentimientos—Sonaba con tristeza—Espero que sigamos siendo amigos.

—Algún día lo harás, ¿Puedo contar con eso?—Preguntó Peter con el corazón destrozado.

No eres el único, Lindo e indefenso Peter.

No puedo aguantar más, mi corazón no puede dar más, no entiendo, ¿Por que ella?

—Peter—Lo animó Ana—No puedes contar con eso, pero ¡vamos!—El trabajo de Ana no resultaba—No soy la indicada.—Pensó un momento en lo que iba a decir, ojalá no lo hubiese hecho—¿Podemos continuar conos amigos?

No, Ana, eso nunca funciona, solo rompe mas al corazón.

—No—Dijo Peter de una manera dura, fría, cruel—No quiero—Negó—No puedo, solo me empeoraría las cosas, y eso no es Justo, no para mi.

—Te quiero, Peter— No lo olvides—Se escuchaba lastimada—Amigo mío.

Corrió hacia nuestra habitación, pasó frente a mi, pero no se dio cuenta, sabía que lloraba, pero no me importaba, soy egoísta, lo sé, pero ahora en lo único que puedo pensar es en que Peter nunca me querrá.

Yo seguía llorando, pero debía lavarme el rostro; mis ojos estaban rojos e hinchados, y mi rostro estaba rojo.

Me dirijo al baño grupal, pero una voz me detiene, una voz que desearía no escuchar.

—¿Escuchaste todo?—Preguntó, pero no lo miré—¿Desde el principio?

—Si—Respondí en voz baja—Lamento que no sienta lo mismo.

Dije, sin darme cuenta del daño que podía causar.

—No era asunto tuyo—Reclamó incómodo.

—¿Crees que no lo sé?—

—¡Debiste irte!—Levantó la voz—Eres...

No termino la oración, pero sabía que quería insultarme, quería gritarme y hacerme entender que lo que hice estuvo muy mal.

¿Realmente era así?

No dije nada, aún sentía su mirada en mi.

—¿Te recuperarás rápido?—Pregunté, aunque sabía la respuesta—Hay más personas aquí, muchas te quieren y sabrían valorarte.

—Las hay, por supuesto—Respondió sereno—Pero por ahora no quiero encontrarlas, estoy bien así.

No, el no sabía de mis sentimientos.

Mel (CANCELADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora