Recordó una tarde, hacía un año justo ese mismo día, en que también se había sentido muy sola. Era noche cerrada y llovía como ahora, pero ella no lo sabía, ni siquiera era consciente de la hora, ni de la oscuridad ni de dónde se encontraba... Estaba perdida, pues acababa de perderlo todo. Su marido murió justo a esa hora aquella tarde deprimente en un pobre hospital, mientras ella lo miraba con impotencia, sin poder hacer nada para evitar su marcha. Quería retenerlo, pero veía cómo se iba, cada vez más lejos; se alejaba poco a poco... hasta que desapareció. Alejandra parpadeó para evitar las lágrimas. Había pasado mucho tiempo, un año durante el cual ella había echo muchas cosas, al menos en el terreno profesional. En el personal ya era otra cuestión. De pronto se sintió culpable por no haber pensado en él ese día. Era el primer aniversario de la muerte de Daniel y ella había estado ocupada en otras cosas, en sus propios asuntos. Recordó los dias felices de su matrimonio y por un momento deseó que volvieran. Tener su apoyo, verse protegida... Pero eso era imposible, lo que hacía que la sensación de soledad aumentase y la envolviese como única e indeseada compañía. Parpadeó y vió su coche tras la lluvia y las lágrimas que empañaban sus ojos. Abrió con el mando y se dirigió al vehículo con paso cansino. Le quedaban unos cuantos kilómetros para llegar a Madrid, y no le apetecía nada conducir por la autopista de noche, aunque lo hacía muy a menudo. La gente solía hacerlo al revés, trabajaba en Madrid y vivía en las afueras, pero ella siempre era la excepción que rompía la regla. Daniel le decía que siempre iba a contracorriente. Arrancó y puso la radio.
Vivía en un apartamento del centro de Madrid, en realidad cuando compraron la vivienda era una casa de tres habitaciones, con un enorme salón, cocina y dos baños. Pero su marido y ella había hecho una reforma importante; lo habían transformado en un apartamento muy espacioso, con sitio de sobra para los dos, así que para ella sola... Alejandra meneó la cabeza. Nunca abandonaría la casa, allí estaban todos sus recuerdos, bueno no todos, se dijo, pero si los mejores y los que más le importaban. Estaba preparandose un sánwich para cenar cuando sonó su móvil. Miró la pantalla, y era su hermana.
- ¿ Sí? Hola, Elena.
- Hola, nena, ¿ cómo estás? Te he llamado un par de veces, pero tenías el teléfono apagado. ¿ No has visto mis llamadas perdidas¿
- Sí, las he visto.
- Y no las has respondido. Eso signific que no tienes muchas ganas de hablar conmigo, me da igual porque yo sí tengo ganas de hablar y tú eres la que está mas a mano.
- ¿ Y Andrea?, ¿ por qué no le das la vara a ella?
- Porque no está en casa, nuestra hermana ha ligado y rara es la noche que la veo, y cuando viene por aquí no habla más que de su novio: que si Martín esto, que si Martín lo otro... Es una pesada.
- Vaya, no lo sabía.
- Es normal, ni nos llamas ni vienes a vernos, estás en tu mundo yupi.- A Elena le encantaba decirle a la gente eso de < en tu mundo yupi>; lo soltaba siempre, Alejandra sonrió al oírla.
- Es que he tenido unos días terribles. Y mañana empiezo a trabajar oficialmente en el bufete: mi primer caso. Una pobre mujer a la que su inquilino le debe una pasta, si, me dirás que no es nada original, pero bueno, nena, por algo hay que empezar y como a los del bufete este caso no les preocupa, porque está ganado de antemano, me lo han asignado a mí, la novata. Es mi bautismo de fuego, ¿ Sabes? Aún no me creo que esté ejerciendo por fin.
- Pues empieza a creértelo, hermanita.
- Sí, me ha costado lo mío y no lo habría logrado sin la ayuda de Javi. Tengo que agradecérselo. En fin, aquí estoy, y la verdad es que no puedo pensar en otra cosa más que en el trabajo.
Mentía claro, pero no quería que si hermana lo supiera. Se ponía muy pesada cuando empezaba a darle consejos sobre una nueva vida y esas cosas. Elena ni siquiera parecía recordar que ese día era el aniversario de la muerte de Daniel. Y si lo recordaba era evidente que había decidido no decirle nada. Mejor así.
- ¡ Qué bien! - Ninguna referencia a Javi, el íntimo amigo de Daniel a quién ella conocía, estaba claro que su hermana había decidido no hablarle del pasado-. Llámame para decirme qué tal te ha ido, porfi. Voy a estar todo el día pensando en ti, no estaré tranquila hasta que sepa que no la has cagado... porque eres impulsiva, Alejandra, no la cagues...
- Vale, vale. Calla de una vez, decía que tenía ganas de hablar, pues habla pero no de mí. Cuéntame algo interesante, un cotilleo por ejemplo.
- Algo mucho mejor. ¡ Me han ascendido! Ahora soy directora de la sucursal, y quiero celebrarlo. Voy a dar una pequeña fiesta el sábado, para los amigos y mis malas hermanas y espero que vengas, no admitiré excusas.
-Había pensado trabajar en casa el sábado, ya sabes, quiero dar la buena impresión, no cagarla, como tu dices, pero, si quieres que te diga la verdad, estoy un poco desbordada.
- Entonces te vendrá bien un descanso. ¿ Se va hundir el poder judicial en España porque pases un par de horas en mi casa y te tomes una copa? Venga, Andrea va a traer a Martín, estoy deseando conocerlo y así podremos cotillear sobre él...porfi...- La palabra favorita de Elena junto con la anterior expresión -. Además, hoy es lunes; te queda una larga semana de trabajo por delante. Creéme, el sábado estarás agotada y sólo querrás emborracharte.. ¡ Venga, di que sí!
- Está bien, nos veremos el sábado.
- Chachi, la fiesta comienza a las siete, pero pásate antes, vente a comer y así tendremos tiempo de charlar a gusto. Por...
-...fi. Pero ¿ no decías que iban a ser sólo un par de horas? Vale...Vale... Muy bien, llegaré a eso de las dos, ¿ Te parece?
- Sí, estoy deseando verte nena.
- Hasta el sábado entonces, sé buena.
Alejandra sonrió, Elena era un encanto. La mayor de las hermanas, la que las había mantenido unidas desde la muerte de su padre. Era demasiado severa y muy inclinada a dar consejos, cosa lógica teniendo en cuenta que, por ser la mayor, se había sentido responsable de sus hermanas al morir nuestros padres. No había podido ir a la universidad, como ella y como Andrea, que estaba en cuarto de periodismo. Pero era la única de las tres que tenía los pies en la tierra.
ESTÁS LEYENDO
PÍDEMELO
Teen Fiction¿Será solo sexo? ¿Cuál es ese terrible secreto? ¿Podrán estar juntos?