Ya no estas.

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La ultima batalla... Y ellos lo sabían, puede que fuera la ultima vez que sus miradas se cruzaran, que se vieran el uno al otro.

"No mueras"

Fue lo ultimo que se dijeron.

Uno corrió en dirección de Poseidon, el otro se enfrentaría a Radamantys. La batalla bastante desigual, ya que el Espectro poseía parte del poder de Hades. Lucho con todas sus fuerzas, hasta que su corazón comenzó a arder, sonrió como nunca lo había hecho, este seria el fin que siempre deseo, había encontrado un digno oponente con el cual hacer arder su corazón al limite, para que las llamas de su interior se llevaran su vida, y por fin librarse de esa odiosa enfermedad.

"De no ser por ella no te habría conocido"

Y tenia razón, de no haber sido por su débil corazón jamas hubiera conocido al francés que tiempo después se lo robaría y no podría sacarlo de su mente. Movido por las ganas de volver a ver a ese peliverde, lucho hasta que el Juez del Infierno pensó que había muerto.

— Pensé que serias un mejor adversario.

Con eso y el Juez simplemente se marcho dejándolo tirado en el suelo. Los minutos pasaban, transformándose en horas y Degel no volvía, pero lo que más le resultaba extraño es que aun se encontraba con vida, a pesar de las heridas y de que su corazón ardía más que el mismo Infierno. De repente sintió pasos abrió los ojos solo para ver pasar corriendo a Unity, con algo entre sus manos, pero seguía sin tener señales de Degel, más que la fina capa de hielo que se estaba formando sobre el suelo de Bluegard. Como pudo reunió las fuerzas necesarias para levantarse del suelo y tambaleando se dirigió en la misma dirección que había visto ir a su cuatro ojitos.

Cuanto más avanzaba más gruesa se hacia la capa de hielo. Cuando al fin encontró el centro de esa enorme masa de hielo, quiso llorar, gritar hasta que se le desgarrara la garganta, quemar su cosmos para derretir esa capa que los separa, en su interior se podía ver a Serafina como la reencarnación de Poseidon y a su lado... Degel. Apretó los puños conteniendo las ganas de querer golpear ese muro de Hielo que lo separaba de su ratón de biblioteca.

—¿Por que lo hiciste?— se había apoyado en la fría superficie derramando lágrimas de dolor puro, con una de sus manos acaricio sobre el hielo el rostro de Degel, en el cual pudo ver la silueta de una lágrima, fue hay cuando comprendió la decisión del guardián de Acuario— fue por mi culpa.

Callo de rodillas desecho por la culpa que sentía en ese momento. Puede que al sentir su cosmos tan débil, supuso que moriría en cualquier momento y conociéndolo, Degel no soportaría la falta de su presencia, la falta que le haría el verlo todos los días de su vida, por que bien sabia que bajo esa mascara de frialdad impenetrable se encontraba un niño asustado por perder a la persona que más amaba en este mundo. Prefirió perder la vida en vez de sufrir ese tormento, pensando que lo encontraría de nuevo después de la muerte.

— Per...doname... ¡Perdoname Degel!— golpeo el hielo en un arranque de rabia.

En su mano derecha hizo aparecer su tan amada Aguja, sabia que nada podía romper o derretir ese ataúd de hielo, pero nunca dijeron nada sobre cortarlo. Su uña podía ser lo suficientemente filosa para sacarlo de ahí, le daba lo mismo romperla, pero debía intentarlo. Con un solo movimiento hizo un corte limpio y certero, se alejo unos pasos, en el hielo comenzó a aparecer una linea recta, de repente la capa de hielo se rompió y con ella, el cuerpo inerte de Degel caería al suelo, se apresuro a tomarlo en sus brazos no dejaría que callera.

Lo acomodo de una forma que su rostro quedo a poco centímetros del suyo, con su mano izquierda acaricio el rostro frío de amado cubo de hielo, ahí estaba entre sus brazos, en cuerpo pero no en alma. Ya no estaba.

— Ya no estas...— se aferro a él como si en cualquier momento fuera a desaparecer de sus brazos — si tan solo... ¡Si tan solo yo! ... Hubiera hecho algo... Es mi culpa, solo mía.

Sus lágrimas calleron sobre el rostro frío de quien fue la persona mas importante en su vida, de quien no volvería a oír su voz, ni ver ese bello color violeta en sus ojos, esos ojos que no se volverían a abrir. Con el corazón destrozado lo llevo al Santuario. Las próximas batalla que sobrellevó lo hizo pensando en él, en que sobreviviría solo para visitar su tumba lo que le quedara de vida.

Cuando la Guerra Santa acabo dejo la orden dorada, para llevar una vida normal y olvidarse del Santuario, ya nada lo ataba a ese lugar, solo los recuerdos que mantenían vivo de cierta forma a Degel.

Con el paso de los años su enfermedad volvía a atacarlo, nunca le dijo a nadie de eso, porque esperaba que en algún momento se llevara su vida, para reunirse nuevamente con su cubo de hielo. Pero cuando estaba llegando a su limite de resistencia, donde su vida estaba a punto de irse, sentía como si un aire frío lo rodeara y así su temperatura bajaba, esa sensación era tal y como la que sentía cuando Degel curaba su maldita fiebre.

— Ya no estas... Pero aun así te sigo sintiendo, tu frío toque siempre lo siendo en mis últimos momentos, como si no quisieras que muriera... Pero, yo... te sigo amando... ¡Deja que me reúna contigo de una vez!— a pesar de los años que habían pasado, el dolor de el recuerdo de ese día seguía intacto, la herida seguía abierta, y las lágrimas salían de la misma forma— por favor... Degel, ya dejame volverte a ver.

La sensación de alguien abrazándolo lo hizo dejar de llorar, el tacto era frío, pero muy familiar, algo que pensó nunca más iba a sentir a menos que fuera en su lecho de muerte.

Aun no es tiempo para que estés conmigo— esa voz tan suave, la escucho a su espalda— Kardia, no fue tu culpa, quiero que lo sepas... Escucha...—por mas que quisiera darse la vuelta, Degel no se lo permitía — quiero que tengas una vida plena, que formes una familia, eso siempre fue lo que quise formar contigo, pero no pude dartelo... Por favor, ya no estoy en este mundo, has tu vida...

— No... Por que si no es contigo, no quiero una familia. No me pidas algo que sabes no cumpliré. 

Vive tu vida aunque yo no este en ella

Fueron sus ultimas palabras para luego rodear a Kardia, tomarlo del rostro con sus finas manos y darle un beso en los labios.

Estas mas viejo—un sollozo se escapo de sus labios — te quiero Kardia, y por favor... No mueras antes de tiempo...

Un beso en la frente y desapareció. Kardia  se quedo en el balcón de su casa pensando, ¿cumpliría con lo que le había pedido?

— Ya no estas en este mundo... Pero en  mi corazón, siempre ocuparas un lugar...

◆◆◆

¡Hola!

No les voy a mentir, me salio una lagrimita cuando escribía esto. Bueno es una idea que rondaba mi cabeza desde ayer y la quise escribir, espero que les haya gusta leer como a mi escribirla.

¡Adiós!

ScorpioNoMilo ✌

Ya no estas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora