Her life

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- No puedes ir en serio..., eso significa que me estás dejando- susurré con los ojos empapados de lágrimas.

Y se marchó, sin ni siquiera mirarme a los ojos. Caminaba más rápido de lo normal, sin llegar a correr, y en cuanto dobló la esquina yo también empecé a caminar en la dirección contraria.

Iba a paso lento, intentando que la gente no se fijase en mí, lo cual era bastante sencillo, no era nada del otro mundo. No era especialmente guapa a mi gusto, tenía el pelo negro oscuro y me llegaba por los pechos, una nariz bastante chata a mi gusto y una boca pequeña..., lo único que resaltaba de mí eran mis grandes ojos azules que, para mi fastidio eran de un tono apagado.

En estos momentos en los que me ponía a pensar sobre mi aspecto sentía envidia de Karen, ella sí que era guapa. Tenía el pelo rojo como el fuego, unos grandes ojos azules brillantes, una nariz chata y unos labios un poco más gruesos de lo normal.

- ¡Saida!- la voz de Karen me sacó de mis pensamientos- Saida- repitió más bajo por segunda vez- menuda carrera me he tenido que pegar para alcanzarte, ¿qué hacías? ¿Pensar en Guillermo?

- Lo hemos dejado- respondí con tristeza- ni siquiera me ha dicho el motivo..., se ha marchado sin decirme nada- añadí.

- ¿Va en serio?...- al ver mi expresión supo que iba en serio- peor para él, si no se da cuenta de lo maravillosa que eres significa que no es el indicado. No vas a estar todo el verano lamentándote, por eso esta noche tú y yo nos vamos a la discoteca, ¿de acuerdo?

- Si tú lo dices- total, ¿qué tenía qué perder?

Subimos la cuesta que empezaba en el centro y acababa en la puerta de mi casa. Mi casa era grande, tenía 8 habitaciones que estaban todas conectadas entre sí por grande laberintos de pasillos y escaleras. Iba a entrar pero entonces me giré y pregunté:

- ¿A qué hora tengo que ir?

- No sé ¿te parece bien a las diez menos cuarto en la fuente?

- Perfecto...

Entré en casa,y subí a mi habitación no sin antes decirle hola a mis padres. Mi habitación era la habitación con peores vistas de la casa, lo único que podías ver desde mi ventana era una gran pared de cemento bastante mal conservada. Me cambié de ropa, me puse unos shorts con unos pantalones encima para que mi madre no se escandalizara y una camiseta muy ajustada en la que ponía " Dancing is my life".

Llegaron las nueve y media y le dije a mi madre que había quedado con Karen para dar una vuelta y que no iba a volver hasta tarde, llegué a la fuente que se encontraba en el centro del pueblo donde ya se encontraba Karen, me quité los pantalones largos y los metí en el bolso que llevaba.

Llegamos a la discoteca, estaba repleta de gente, la mayoría adolescentes, porque si no éramos nosotros, ¿quién iba a ir allí?

Karen se metió en la pista de baile en seguida y me animó a que hiciese lo mismo, sin embargo yo le negué con la cabeza, eché unos pasos hacia atrás y choqué contra alguien que me agarró antes de que pudiese caer.

- ¿Estás bien?- me preguntó él..., él, era muy guapo, tenía el pelo castaño, unos ojos entre verdes y azules y una nariz perfecta, sin embargo lo que más resaltaba de él era su sonrisa.

- ¿Sí?- genial, ahora parecía una estúpida- sí, sí.

- Ten cuidado, ¿eh?- me miraba de una forma muy directa, especial.

- Cla...claro- dije mientras me sonrojaba.

- ¿Quieres salir a fuera? Necesito tomar el aire, y no me vendría mal un poco de compañía.

- De acuerdo- conseguí contestar sin atragantarme con mis propias palabras.

Salimos a fuera, y comenzamos a hablar, me fijé en que él también se encontraba un poco incómodo, ya que no dejaba de sonreír como un bobo, cosa que yo también estaba haciendo.

Y de repente dejamos de hablar y me miró de la manera más especial que alguien me pudo mirar, me sonrojé, y justamente aquel mágico momento lo tuvo que estropear Karen:

- Llevo rato buscándote...- me miró con una expresión de enfado que cambió al mirar al chico con el que estaba- y tú...,¿quién eres?- preguntó con desconfianza.

- Me llamo Javi- respondió él con una gran sonrisa- perdona, fui yo quien pedí que viniese.

- En ese caso yo os dejo solos- dijo Karen mientras me guiñaba un ojo- Saida, mañana vamos a la piscina, ¿ok?

En cuanto nos dejó solos, me sentí muy incómoda y decidí marcharme, entré a la pista de baile y busqué a Karen entre toda la gente que había, caminé hacia ella y le toqué el hombro, ella se giró y me sonrió.

- ¿Y bien? Te lo dije, nuevo ligue para el verano, además es muy mono, si no fuese porque eres mi mejor amiga intentaría ligarmelo yo.

- Karen- le reprendí- solo somos amigos, no ha pasado nada, te lo juro.

- No te lo crees ni tú guapa, ¿no has visto la forma en la que te miraba? Le gustas, y mucho.

- ¡Ay! ¿Por qué siempre tienes que pensar lo que no es? Te digo que no ha pasado nada, y no creo que se quede en el pueblo todo el verano, supongo que será de la ciudad.

- Yo imaginaré cosas que no son pero tú eres muy pesimista, olvídate de Guillermo y empieza una nueva página. No digo que vayas a estar con él toda la vida, pero será una buena forma de pasar el verano.

Me quedé un poco dolida por sus palabras, pero sabía que en el fondo tenía razón, no podía estar lamentándome por lo de Guillermo todo el verano, necesitaba empezar de nuevo, y ahora se me presentaba la oportunidad perfecta, tenía que aprovecharla fuera como fuera. Total, solo sería para el verano, para divertirme todo lo que pudiese y para hacer alguna bobada de las que no se hacen normalmente.

- Está bien, por un vez te haré caso- dije mientras esbozaba una sonrisa en mi rostro.

Karen también sonrió y me estiró del brazo para acabar en el centro de la pista, finalmente comenzamos a bailar.

Entonces, cuando creía que no le iba a volver esa noche, entró por la puerta. Nuestras miradas conectaron, y dos sonrisas brotaron de nuestros labios.

Volví a la casa a las dos de la madrugada, con una gran sonrisa en los labios.

Romance de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora