Capítulo Único

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***


ChanYeol llegó a su casa pasada las seis de la tarde, como todos los días, luego de una larga jornada de arduo trabajo. Se deshizo de su calzado italiano, cambiándolo por un par de suaves pantuflas para estar en casa y dejando su sobretodo negro y saco, en el perchero antes de adentrarse en la estancia principal.

La primera en recibirlo, fue la penumbra semi-nocturna, siendo opacada por los pocos rayos de sol crepusculares que aún eran capaces de filtrarse por entre las cortinas bermellón que cubrían los ventanales de aquella enorme casa. ChanYeol sonrió cuando sus oídos fueron capaces de escuchar ese leve tarareo, aquel que era capaz de confundirse con un débil murmullo si alguien ajeno a esa casa, hubiese sido quien lo escuchara.

Caminó suavemente, tratando de no hacer ninguna clase de ruido estrepitoso, hacia la fuente de aquel sonido que cada vez se hacía más y más alto conforme se acercaba.

Ahí parado, yacía la razón por la que aquella enorme construcción que alguna vez había sido tan frívola, insulsa y vacía, se convirtiera en un hogar cálido y lleno de vida. Uno al que ChanYeol siempre quería regresar en cuanto ponía un pie fuera de ella y se alejaba, dejando una parte vital de sí mismo.

Tarareaba una melodía familiar, aquella que el más alto le había dedicado la noche en la que se comprometieron, deteniéndose solamente cuando mordía su lengua inconscientemente, porque estaba demasiado concentrado en lo que hacía y para ChanYeol, no había cosa más adorable que su pequeño y sus múltiples facetas.

El pequeño castaño, tenía la capacidad de derretir el corazón de ChanYeol de mil maneras a diario, con pequeñas acciones de las cuales, en la mayoría, era inconsciente de su enorme poder. Porque solo bastaba una sonrisa, o su nariz arrugada cuando algo no le gustaba pero que, de igual manera, no hacía mucho escándalo al respecto; puede que fuera su cabello revuelto al despertar, con sus brazos envueltos en el torso de ChanYeol mientras soltaba pequeños gemidos que se asemejaban a los de un cachorro porque sigo teniendo mucho sueño, Yeollie.

No obstante, la faceta favorita de Park ChanYeol con respecto a Byun BaekHyun, era cuando llegaba a casa y se permitía mantener silencio, con las pálidas e imponentes paredes como confidentes de su travesura, porque estaba escondido detrás del pilar que separaba la cocina del comedor y observaba cada detalle, deleitando sus ojos ante lo que creía, era un ángel que se había escapado traviesamente del cielo y por cosas de la vida, había ido a parar con él.

Un pequeño recipiente de nívea cerámica reposaba sobre la mesa de madera y al lado de éste, diferentes ramas verdes, tallos y flores descansaban en la espera de ser tomados por las esbeltas y hermosas manos de su autor. La protagonista de la obra de BaekHyun ese día, era una camelia, tan rosa como los labios del más bajo y seguramente, igual de suave.

BaekHyun había tomado unas cuantas hojas más pequeñas, colocándolas estratégicamente a los costados de la flor. Procedió a tomar la rama más grande de su arsenal, una que podría hacerse pasar perfectamente por un tronco, y la ubicó en la parte trasera del recipiente, haciendo que se fundiera sublimemente por detrás de las hojas y la camelia.

Por último, una rama de cerezo, la cual estaba repleta de botones y unos cuantos que ya habían florecido, fue dejado por en medio de la rama mayor. El castaño llenó la cerámica con pequeñas piedras de río, miles de ellas, para lograr que todo se mantuviera en su sitio, sonriendo orgulloso de su obra.

Era elegante y soberbia, casi tan perfecta como el responsable de ella.

ChanYeol sonrió al mismo tiempo, admirando al hombre que era capaz de hacerlo suspirar cada dos por tres. El pelinegro le tenía una devoción digna de admirar a su pareja, creyendo fervientemente que cada vez que BaekHyun le decía lo mucho que lo amaba, se trataba de un milagro. Seguramente él había sido un general militar que salvó a Corea en la dinastía Goryeo en su vida pasada o algo así, porque no entendía la piedad de los dioses ante él, regalándole a semejante obra de arte.

Sintió el pequeño respingo del más bajo, cuando sus brazos se apoderaron de su cintura y su rostro buscó por inercia el cuello de BaekHyun, absorbiendo su sublime y adictivo aroma. Besó con delicadeza su cuello, haciéndolo temblar y soltar pequeñas risitas traviesas que resonaban en su cabeza como una hermosa melodía que podría escuchar día y noche sin cansarse de ella.

—¿Cómo ha estado tu día, Yeol? —preguntó el castaño, girándose entre los brazos del gigante para quedar frente a él sin soltar su agarre.

—Excelente, a partir de ahora. —respondió para luego besar con suavidad, la frente de BaekHyun.

Porque BaekHyun siempre preguntaba lo mismo cuando el gigante aparecía por casa y ChanYeol siempre tenía la misma respuesta, pero no podían culparlo por decir la verdad. Su día era excelente siempre que regresaba a casa, al cálido hogar que BaekHyun representaba para él.

No importaba el lugar, la hora, el día o lo que sea; si BaekHyun estaba a su lado, ChanYeol siempre estaba en casa y su día, era excelente.

***

N/a: Este pequeño drabble surgió gracias a una charla con una amiga, mientras esperábamos fuera de un teatro para ver un musical coreano. Empezamos a hablar sobre el ikebana y empezamos a imaginar a Baek rodeado de flores y así nació ésto(?) Lo pensé como algo corto, incluso más de lo que terminó siendo pero espero que les haya gustado ^u^ estoy saliendo de un largo bloqueo y me siento feliz de estar escribiendo con más frecuencia.

Si alguien aquí sigue Clandestino y/o Moonlight, decirles que no los he olvidado ni los he dejado tirados, son mis bebés y serán terminados, solo un poco de paciencia, no quiero forzarlos especialmente porque les tengo mucho cariño a ambos fics en específico, les he dedicado mucho para concretar las ideas y no quiero estropearlo ^u^

Feels like home [ChanBaek / BaekYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora