Tercer Capitulo

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Los días siguieron pasando igual de solitarios y melancólicos que siempre, mi vida en esos momentos no tenía sentido. Vivía con mis padres y con mi hermana, pero siempre había parecido como si viviese sola. Ellos prácticamente nunca estaban en casa, y cuando estaban no era de la mejor manera.
Los siguientes días de aquella mirada entrecruzada intentaba ir más veces por delante de aquel bar, pero muchas veces no me la encontraba, yo pensaba que tendría mucha faena, no iba a estar a todas horas fuera fumando.
Una mañana, me desperté con ganas de verla, de volver a ver aquella mirada tan intrigante, así que me desperté temprano, me duché con el agua prácticamente ardiendo y salí rápido de mi casa para poder encontrármela un día más ahí, y lo hice, estaba fuera observando a la gente, era temprano por la mañana, y los padres estaban llevando a los niños al colegio, el cual teníamos justo al lado.
Yo pasaba con mi perro, mi melena descuidada, mi chaqueta de cuero negra, y mi bufanda que hacía que no pasase tanto frío en aquellos increíbles días.
La vi encenderse un cigarro, lo puso en su boca, no pude evitar fijarme en la comisura de sus labios, se podía ver lo cuidadosamente colocado que estaba el cigarro entre sus delicados dedos.. Le daba caladas largas, hasta llegar a desgastarlo, desaparecer, como reflejaba su mirada.
Tenía el pelo corto, despeinado, que le sentaba genial con las ojeras que tenía, las cuales mostraba lo cansada que estaba.
Seguí caminando, y la chica de la mirada misteriosa me siguió la mirada, notaba como no la apartaba de mi, así que me giré, y vi como apagaba el cigarro y entraba dentro de aquel recinto, un día más, la había visto.
Esa noche no pude evitar pensar en ella, todo tenía una especie de conexión hacia aquella chica, en su mirada, sus labios, pero no quería hacerlo, no podía quedarme la noche pensando en alguien que no me sabía ni su nombre. Simplemente era una chica con la cual compartíamos miradas, de vez en cuando algún gesto, pero nada más interesante que eso.
Decidí meterme en la ducha, de nuevo la música hacia que me olvidase de todo, el agua ardiendo recorría mi cuerpo, mi espalda, y las gotas volvían ha hacer la misma carrera de siempre con la cual, volvía a quedarme embobada mirándolo.
Logré quedarme dormida en cuanto salí de la ducha y me metí en la cama, lo único que mi último pensamiento fueron sus labios.

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