Yo no creía en los fantasmas, y por eso decidí comprar y mudarme a un terreno al que llamaron "Neverland", el cual tenía más de cincuenta años deshabitado, estaba en oferta, y lo aproveché porque se me hizo un mejor comienzo para tener un hogar.
"Un...
Salía del coche molesta, azoté la puerta del conductor pensando que mi día no podía ser peor, era un poco tarde, iba a ver una nueva casa para vivir porque el apartamento en donde yo vivía no era el típico "hogar, dulce hogar": vecinos molestos, vandalismo, gente drogándose a lado de ti, malos olores y cualquier otra cosa que uno pueda imaginarse. Cuatro años en ese apartamento fueron un horror, y había encontrado esta casa que se me hizo especial desde que la vi, e hice cita para conocerla.
Lo malo para ese día, era que comenzó a llover terriblemente, y el colmo era que no tenía gasolina, "¡mal día!", pensé yo. La suerte era que la casa no quedaba lejos desde donde yo estaba, así que corrí hasta llegar al portón de la misma. Tuve que esperar al de Bienes Raíces, ¡el cuál después de media hora no apareció! Maldije... intenté abrir el portón que daba camino a la casa, pero no pude, estaba cerrada. A punto de rendirme, me recargué en los barrotes oxidados, y se abrió. No había pensando que fue extraño porque estaba empapándome.
Entré y corrí hacia la puerta principal de la "mansión", toqué para ver si alguien estaba dentro, por curiosidad. Doy vuelta a ver el paisaje, estaba muy descuidado el terreno; zanjas como si hubieran escarbado, naturaleza muerta, capas de polvo que el tiempo sabrá cuánto tiempo tendrán.
Escuché un rechinido, era la puerta abriéndose. Admito haberme asustado un poco, pero igual entré a la casa. Estaba oscuro, lleno de polvo, el piso cuarteado, cortinas rojas muy largas que cubrían unas enormes ventanas, había muebles que estaban cubiertos de telas blancas y una chimenea con fotos. Me acerqué y tomé una foto, ahí se veía a un gran número de personas, "muchos debieron haber vivido aquí", pensé. Escuché que algo se había caído de forma brusca, di un salto, miré al rededor, parecía que venía de una habitación de arriba.
— ¿Hola? —nadie contestó— ¿Hay alguien ahí?
Subí las escaleras del salón principal, ¡cielos! ¡Demasiado polvo! ¿Cuánto tiempo lleva sin limpieza este lugar? Todas las habitaciones estaban cerradas. Oí otro horrible golpe que ahora venía de abajo, en el salón, corrí a ver, tal vez alguien me jugaba una broma de muy mal gusto. Pero era raro, todo estaba bien. Volví a ver la chimenea y otras pequeñas repisas a lado, había tantas cosas en ellas, más fotos, reliquias, todo lo observé detenidamente. Comenzó a hacer más frío de la nada, me cubrí inútilmente con mis brazos, y sentí una mano terriblemente fría y esquelética, como la de un muerto, apretó con fuerza mi cuello, grité horrorizada y un trueno hizo que casi desmayara.
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