Señorita alegría

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Fred llevaba despierto horas, le gustaría tener su propio cuerpo para poder tener la capacidad de levantarse y tomar las pastillas de dormir que Freddy se tomaba cuando eran niños. En unas pocas horas tendría que escuchar a Freddy gritarle, tal vez unas cuantas pastillas antes de ir a la escuela y si tenia suerte se podría escapar un rato mientras el dormía.

Bonbon lo ignoraría y Loon iba a amenazarlo, y si estaba de mal humor tal vez lo golpearía.

Era una simple rutina, momentos de libertad para después ser torturado.

No sabia exactamente que había hecho para ser torturado por el poseedor del cuerpo, un día después de que se había ido un tiempo por las pastillas, simplemente Freddy lo empezó a usar como una diversión.

Estaba atrapado en un cuerpo, en una rutina, en un infierno, en una vida. Porque no tenia ni el poder de suicidarse y acabar con esa miseria que llamaba vida, y Freddy amaba verlo suplicar, no tendría la piedad de tomar la dosis completa de esas asquerosas pastillas para matarlo de una buena vez.

El despertador sonó, Fred suspiro rendido al sentir que el cuerpo por fin se movía.

—Dormí horrible — se quejo Freddy levantándose.

Fred frunció el ceño al escucharlo.

Al menos tu dormiste.

La ventana se abrió de repente asustando a Fred. Pero Freddy solo se quitó la playera y se puso la camisa del uniforme.

—¡Hola Godofredo!— dijo Bonnie entrando por la ventana. Aunque fuera una rutina Fred no lograba hacer que la entrada de su amigo dejara de asustarlo.

—Hola moradito— dijo Freddy sonriendo mientras se acomodaba la corbata. Acto seguido tomo una pastilla y la trago sin agua. Fred sintió como si una navaja le fuera clavada en el cuerpo.

—¡Para!— grito Fred llorando. Freddy solo río para si mismo al escucharlo.

—¿Estas enfermo?— preguntó inocente Bonnie.

—Son vitaminas especiales— sonrió cínicamente. Fred seguía llorando, el dolor aun no desaparecía.

—Bueno— Bonnie sonrió sin saber lo que pasaba en la cabeza de su amigo—. Apurate, Loon me dijo que te quería ver, no se porque.

—Espera— Freddy sabía perfectamente que Loon lo odiaba a muerte, más bien a Fred que era el que solía convivir con Bonbon.

Hoy veras a Loon

Pensó Freddy para que Fred lo escuchara.

No quiero, el me va a matar

No me interesa ¿No querías ver a la japonesa esa?

—Vayámonos— Entre la conversación y el insoportable dolor que sentía, Fred no había notado que el dueño del cuerpo ya estaba vestido.

Ambos chicos salieron del cuarto comenzando a caminar directo a la escuela, donde Foxy y Chica los esperarían para ir al ensayo en la sala de música.

En el camino vieron a esa adorable chica que vivía en la calle. Su piel morena estaba sucia y sus ropas rotas, sin embargo ella sonreía a todo aquel que se le cruzara en el camino. Completamente diferente a esos chicos que vivían en una casa de cartón y se pasaban robando y golpeando, Bonnie sabia algo sobre eso al ser su principal victima, y al tener a su adorado primo en aquella banda.

-Hola chicos- saludo amable Toddy a Freddy y Bonnie. 

El de pelo morado respondió el saludo pero Freddy la ignoro. Fred la quería saludar, le caía muy bien, pero Freddy aveces era muy frío.

Llegaron a la escuela encontrándose con sus amigos.

—Hola chicos— saludo la rubia desisteresada.

—Hola— Freddy bostezo cansado—. No me maten pero faltare la primera hora. Muero de sueño.

—No creo que sea buena idea— dijo Chica algo molesta. Freddy sonrió poniendo una mano en el hombro de la líder.

—Calma, mañana entregó todo. Solo quiero dormir un rato— Chica pareció dudar pero suspiro resignada.

—Bueno. ¡Pero vienes a la segunda hora Torpe!— Freddy río.

—Adios chicos— el timbre sonó y Freddy se fue dejando solos a sus amigos.

Llegó a el patio de la escuela, que ya estaba vacío para su suerte.

—Al menos puedo estar en paz por ahora— se dijo a si mismo el castaño. Solía tener estrés y sus maestros no ayudaban con el problema.

—¡Lo odio!— Freddy escucho una voz femenina gritando a lo lejos, puso mala cara al oír esa voz. Era una voz muy aguda, de esas que odiaba, le eran fastidiosas.

¿Podemos ir a ver? Creo que llora— dijo Fred escuchando atentamente los sollozos de la chica.

—No— dijo firme. Estaba por irse cuando sonó un golpe y el llanto se hizo más fuerte—. Agg, sólo cinco minutos.

Siguió el llanto hasta encontrar a una chica rubia que ocultaba la cara entre sus piernas a la vez que se abrazaba a si misma, se podía ver que su puño derecho sangraba un poco, posiblemente por golpear el árbol que tenía al lado.

—Lo odio...- repitió la chica entre sollozos. Freddy se sentó junto a ella en el pasto y le extendió un pañuelo.

—Toma— dijo seco. La rubia levanto la cara y vio como Freddy sostenía el pañuelo.

Fred se cautivó por los ojos de aquella chica, azules y cristalizados que reflejaban un hermoso brillo, pero triste a la vez.

—Gracias- tomo el pañuelo y se limpió las lágrimas evitando ver la cara de Freddy—. ¿Quien eres?

—Freddy— le sonrió para tranquilizarla—. ¿Y tu?

—Soy Joy— Que irónico, su nombre quiere decir alegría y ella lloraba oculta de todos. Pensó Freddy

—Ven, dame tu mano— Joy no entendió hasta que Freddy saco vendas de su mochila y un frasco con un liquido café, el castaño tomo su mano derecha y rocío un poco del contenido del frasco, para después vendarla—. ¿Me dirás porque la señorita alegría lloraba?

—No lo entenderías— dijo Joy voltenado la mirada. Freddy rodó los ojos—. ¿Porque tienes todo esto?

—Mi amigo necesita estas cosas, así que lo traigo por si acaso— termino de vendar y le sonrió a Joy—. Bueno, me voy a otro lado.

Freddy se levantó dispuesto a irse cuando una mano lo detuvo.

—Gracias— dijo Joy sonriendo. Freddy devolvió el gesto y miró hacía su mano.

—¿Me devuelves mano?— pregunto aun con una sonrisa. Joy se sonrojo y lo soltó—. Adiós señorita alegría.

—Adios...— dijo mirando como se iba aqueo chico.

Y sin saberlo, Freddy dejo de odiar las voces agudas.

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