Dos

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Es corto, pero peor es nada, ¿no?

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Mientras yo subía las maletas que llevaríamos a la hacienda de mis padres, Lauren aseguraba a las niñas en sus asientos. Desde que empezó este torneo yo les prometí a mis padres ya abuelos que después de la final mi familia y yo nos iríamos a pasar unas vacaciones con ellos alejados de la ciudad, que buena falta nos hacía a todos.

Es aquí cuando agradezco que mi mujer se lleve tan bien con mi madre, que mis hermanos tengan hijos más o menos de la edad de mis hijas y que mis abuelos no sean tan chapados a la antigua como para no aceptar mi matrimonio con Lauren.

—¿Ya está todo dentro, amor? —me preguntó mi ojiverde una vez que me subí a la camioneta, las niñas iban dormidas en sus asientos. Era raro verla del lado del conductor
—Todo en orden, jefa—me reí haciendo un saludo militar y después le di un corto beso en los labios

Mi familia me dejaría en el aeropuerto y ellas se irían unas horas después, no pueden volar conmigo y el equipo por reglas del entrenador, yo creo que son tonterías, pero no puedo hacer mucho por ellas. Solo comprarles los mejores asientos en la mejor aerolínea para que viajen lo más cómodas posibles.

—¿Por qué no podemos ir contigo, mamá? —me preguntó Nikki cuando le dije que yo me iría antes que ellas
—Porque esas son las reglas del equipo, y cuando tu estas en un equipo tienes que obedecer las reglas, ¿verdad?—mi hija menor asintió haciendo un puchero—No tienes que estar triste, mi niña, vas a alcanzarme allá y viajaras con tu mami y Ani, ¿no quieres eso?

La pequeña asintió nuevamente, bese su mejilla exagerando el sonido del beso solo para que se riera y se le quitara esa carita triste que no soportaba verle.

Me despedí de mis otras dos mujeres con un beso y un abrazo antes de subirme al avión con mis compañeras, las cuales, se comenzaron a burlar de mí ya que estábamos en los aires, por ser tan gobernada, como siempre, sus burlas nunca acaban.

No me importaba, me lo tomaba más como lo que eran, bromas, juegos, solo diversión sin la intención de ofenderme.

Todo el camino a San Diego me la pase dormida. El clima aquí es muy diferente al frio-nublado de Oregon, solo espero que mis niñas no se enfermen con todos estos cambios de climas, porque en dos días vamos a ir a la hacienda que está en Miami.

Llegamos al hotel y el entrenador nos mandó directo a comer y descansar, hoy no tendríamos entrenamiento, sino hasta mañana. Me quede dormida con el celular en la mano esperando una llamada de Lauren avisándome que ya habían llegado.

Cuando desperté mis hijas dormían en la cama de al lado y mi mujer estaba justo a mi lado abrazada a mí.

—Laur—la moví suavemente tratando de despertarla—Amor, despierta
—Camila, déjame tranquila—murmuro enterrando su rostro en mi cuello dispuesta a dormirse de nuevo
—Nena, necesito decirte algo—le hable al oído y ella abrió los ojos—Mañana tengo un entrenamiento muy temprano, solo quería avisarte que cuando despierten yo voy a estar entrenado, ¿bien?
—¿De verdad me despertaste por eso?—se quejó, me dio la espalda para volver a dormir—Pudiste solo haberme dejado una nota

Rodé los ojos y la abracé por la cintura para dormir también yo.

Camila Cabello: La futbolista estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora