EL DÍA QUE LO COMPRENDÍ

16 1 0
                                    



Una vez más como cada jueves se encontraban en aquel café en el cual tuvieron su primera cita, ese era sin duda el mejor momento de la semana, el verse tras un agotador día en la oficina, un momento sólo para ellos disfrutando un espumoso café de vainilla, la agradable música, la intimidad de aquel lugar, su compañía y el lograr abstraerse del mundo y crear uno propio en el cual su felicidad era eterna e indestructible o eso era lo que ellos creyeron durante dos años. Pero aquel jueves era diferente a pesar que estaban en primavera el sol brillaba y una agradable brisa envolvía a las parejas que pasaban frente al café, a ellos los congelaba el frío silencio que los acompañaba desde ya algunos meses, sus ojos ya no se encontraban, los de él absortos en sus documentos de la oficina y los de ella perdidos en algún lejano lugar fuera de aquel café.

Jugó una vez más con la cuchara en su café recordando los maravillosos encuentros que se sentían tan lejanos, tan irreales a esa altura. Lo observó por algunos segundos teniendo la esperanza de volver a ver esa chispa de amor que vio en sus adorables ojos color chocolate pero sólo encontró un enorme abismo que crecía entre aquellos corazones que alguna vez latieron al unísono y qué ahora seguían ritmos desiguales.

Bajo la mirada y volvió su rostro al ventanal con una sonrisa triste, ella ya lo había descifrado, su bello amor agonizaba sobre aquella mesa que lo vio nacer y se sentía incapaz de ayudarle a aferrarse a sobrevivir. Él apartó sus ojos por primera vez desde que habían llegado de aquellos papeles y vio el triste rostro de su novia reflejado en el vidrio, él también sabía lo duro que era el ya no sentir lo mismo que hacía un tiempo atrás, lo triste que sería decir lo que él sentía o mejor dicho ya no sentía, en el fondo la quería pero, ¿¿ya no la amaba?? y esa duda le carcomía por dentro. Tomó su mano tímida pero decididamente esto debía terminar antes qué empezarán a odiarse y destruirse.

Heechul: Hina... estás bien??

Hina: algo así y tú?

Heechul: igual

Esas eran las primeras palabras que intercambiaban desde... desde... bueno desde la última vez que hablaron viéndose a los ojos.

Heechul: yo no sé cómo decir esto

Hina: sólo di lo qué sientas, sólo tenemos que ser valientes

Heechul: no quiero hacerte daño -dijo y bajó su mirada-

Hina: yo tampoco quiero hacerlo -apretando su mano–

Su lápiz se deslizaba suavemente por las hojas de su croquera de dibujos, es qué desde que vio por primera vez sus tristes ojos avellana perdidos en el infinito, no pudo ignorarla y cada tarde se sentaba frente a aquel café para poder verla es que sin darse cuenta ella comenzó a mover algo dentro de él, algo que había enterrado y prometido nunca más experimentar, pero ella tenía un novio al que amaba eso podía verlo en el dolor de sus ojos y él no era quien para meterse entre ellos, él solo la añoraba desde la distancia y plasmaba su admiración en aquellos dibujos que cada jueves la hacían cercana a él, pero ese día la escena se amplió no solo fueron esos tristes ojos los que dibujó, trazó esas manos unidas sin expresión, esa mirada firme entre ellos pero carente de amor, ese momento del adiós.

Ver la escena le evocaba tantos recuerdos dolorosos para él que en un momento pensó que la historia se repetía frente a sus ojos pero con distintos personajes, el darle fin a una historia de amor que se enfrío por culpa de la rutina, las preocupaciones del trabajo, el desgaste emocional, la falta de comunicación, otro amor quizás y al cruzar ese pensamiento por su cerebro sintió como esa espina que llevaba en su corazón por ya dos años volvía a causarle dolor una vez más. Eso le demostraba que aún no estaba preparado para amar otra vez...

EL DÍA QUE LO COMOPRENDÍ (oneshot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora