Abre tu mente un segundo e imagina a un hada, concéntrate y mira cómo se va formando una imagen en tu mente, ¿Puedes verla? ¿Puedes ver a un pequeño ser enfrente de ti, volando delicado, sus alas como las de una mariposa pero su cuerpo con forma humana? ¿Puedes verla volando en medio de un bosque donde los rayos del sol se asoman entre las ramas creando varas de luz? ¿Puedes ver sus ojos grandes y risueños que te miran con curiosidad, sus manos delicadas, su cabello, su piel, su vestido sencillo como el pétalo de una flor? Sé que la ves. Ves que te mira, sientes que todo el bosque brilla con magia y luz; puedes oler el aroma a tierra húmeda, escuchar a los pájaros cantar y el agua correr en el río cerca de ahí. Puedes sentir el viento que mece a los árboles y respiras hondo para aspirar el olor a bosque. Quizás en algún punto mires a tu alrededor y podrás ver más seres que salen detrás de las ramas, seres pequeños que se asoman a verte con curiosidad y asombro; seres que no reconoces del todo ni podrías nombrar. Siente la tierra húmeda entre tus dedos, ¿No es una sensación maravillosa? Sí que lo es, es increíble de verdad. Lástima que no sea real.
Quizás solo sea yo, pero cada vez se hace más y más difícil volver a la realidad, dejar de ver la luz dorada del bosque y tener que acostumbrar tus ojos al mundo gris a tu alrededor, a la lámpara fluorescente o a la luz muerta de tu computadora. Todo parece algo... descolorido, ¿no es así? Se siente una pequeña punzada de decepción en el pecho, justo como cuando acabas el capitulo y tienes que prestar atención a la persona real, la que esta delante de ti y demanda tener tu atención; a la que no le importa que hace solo un segundo estabas luchando en un duelo de espadas, que no le importa si hirieron a Peregrin Tuk, o que Count Olaf regresó en otro disfraz a torturarte; no le importa si Voldemort mató a Cedric, ni que cierto pelirrojo conocido nuestro estaba en medio de una presentación de laúd; nada de eso es real y como ellos sí lo son, demandan tu atención. Pero, entonces, tus sentidos te engañan, ¿Por qué si no tu piel se erizaría al sentir la mano de alguien que no te está tocando? ¿Por qué la sentirías siquiera? ¿Por qué viste a un hada que no existe, en un bosque al que nunca has ido? ¿Por qué sentiste un escalofrío cuando el viento alcanzó tu cuello desnudo? ¿Por qué latió tan fuerte tu corazón cuando viste a alguien... que no puede ser visto? ¿Cómo puedes confiar en tus sentidos, si te fallan a la hora de distinguir realidad de fantasía? ¿En qué confías, entonces, para determinar con certeza que algo es o no es real? ¿Cómo sabes que no hay una parte de ti en otro lugar viviendo lo que tú piensas que está en tu cabeza? ¿Cómo sabes que no hay una parte tuya que está enterrando sus pies en la tierra húmeda en este mismo instante? ¿Que no está oliendo el mar y escuchando a las gaviotas? ¿Que no está bailando al ritmo de cierta canción especial con cierta persona especial? ¿Cómo puedes dar cualquier cosa por sentado? ¿Cómo te atreves a suponer que algo es de una manera u otra si alguna vez soñaste algo tan vívidamente que al despertar no estabas seguro si en realidad justo en ese momento te estabas quedando dormido? Ver para creer, y sin embargo, si yo te digo que pienses en un dragón azul con una medalla colgando del cuello, lo estás viendo, y aún no lo crees.
Si te dijera que todo lo que piensas es real, ¿Me creerías? Si te dijera que pensar en algo lo hace real, ¿Me tomarías por un fraude, un cuento de hadas, por una ridícula historia de fantasía? Piénsalo otra vez, porque en mi versión de la historia, una persona pensando en algo es lo más real que te puedes encontrar en este mundo, que este pensamiento se puede esparcir es un hecho más, y que segundos, minutos, horas o años después el mismo pensamiento esté en las cabezas de miles de personas más es simplemente tan extraordinario que sorprende que el mundo aún crea que los pensamientos no son reales.