Sociopatia

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El trastorno de personalidad antisocial (TPA), a veces llamadosociopatía, es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien puede ser detectada a partir de los 18 años de edad, se estima que los síntomas y características vienen desarrollándose desde la adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad.

Las personas que padecen este trastorno sufren un mal de índole psiquiátrico, un grave cuadro de personalidad antisocial que les hace rehuir las normas preestablecidas; no saben o no pueden adaptarse a ellas. A pesar de que saben que están haciendo un mal, actúan por impulso para alcanzar lo que desean, cometiendo incluso delitos graves. Es común que se confunda este trastorno con otras patologías parecidas, como podrían ser la conducta criminal, la antisocial o la psicopatía. Pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características, con otros tratamientos y consecuencias.

De acuerdo con estudios de la conducta antisocial, se ha estipulado la dificultad de identificar este trastorno. Reconsiderando así la falta de atención por medio de agentes externos (ya sea educadores, familiares, etc.) en estas conductas se han dejado pasar por alto muchas de sus características para lograr una identificación de este trastorno en el individuo. Para poder lograr la identificación de este trastorno existen factores con los que se tendrá que trabajar. Comenzando con la comparación de la conducta normal, ya que estas conductas antisociales suelen surgir eventualmente en el desarrollo normal (incluyendo la variación de sexo), matizando los altos índices de conducta antisocial en niños y adolescentes que conllevan un desarrollo o patrón de cambio normal en su vida. Un ejemplo de este argumento está presente en los estudios que hicieron Achenbach y Edelbrock (1981) quienes observaron altos índices (desde un 20-50 por 100) de conductas antisociales específicas en niños de 4 a 16 años, tales como: destrucción y desobediencia en el hogar. Por otro lado estos indicios son relativamente variantes, ya que por su significado histórico-cultural y geográfico no pueden ser un eje de generalización, no obstante la comparecencia de estos rasgos de conductas sí es común en las etapas de desarrollo normal. La diversidad de sexo es también un factor que influye en las conductas antisociales como etapa del desarrollo (Kazdin, Alan E. & Buela-Casal, Gualberto, 1994). En conjunto, para la identificación de las conductas antisociales hay que tener presente las normas de conducta en el desarrollo normal, rechazando la certeza en que por peleas y/o distracciones se destine un cuadro clínico en ese individuo, sin antes tomar en cuenta su edad y sexo.[2]

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