Capítulo 42: El regreso

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Narra _______

Estábamos todos nerviosos por lo que pudiera pasar, ya que habíamos ayudado a escapar a Luzu, algo lo cual tenía sus lados buenos y sus lados malos.

El vuelo no duró tanto como lo había imaginado. Al llegar a Madrid lo primero que hice fue soltar un largo suspiro, algo que hizo que todos mis acompañantes me miraran como si fuera una acción que tardó demasiado; pero al final algunos de ellos también soltaron un suspiro —aunque no tan largo como el que solté yo. Samuel se veía cansado —como todos— pero se notaba que no pudo dormir lo suficiente en el vuelo como para recuperar fuerza.

—Será mejor que vayamos a alguna otra parte— comentó Luzu de repente—. Quiero dejar atrás todo este asunto.

Y no pudimos estar más de acuerdo con él.

El viaje al departamento no duró tanto, por lo que no tuve tiempo de procesar todo lo que habíamos vivido en las últimas horas. Al entrar al departamento lo primero que hice fue ir directamente a la habitación y aventarme como una niña pequeña sobre la suave cama. Me sentía cansada, sí, pero no tanto como para dormirme en un santiamén. Mi cabeza comenzó a vagar en recuerdos, recuerdos los cuales se iban desvaneciendo por dejarlos tanto tiempo olvidados; era algo muy extraño para mi. Todo aquello me resultaba extraño, tanto que algunas veces me preguntaba si no era sólo un sueño del que me aferro cada vez más para no salir a la realidad.

—Será mejor que te acomodes— dijo una voz grave detrás de mi—. Te dolerán los huesos si duermes en esa posición.

Lo volteé a ver y lo primero que noté fue que los ojos de Samuel habían cambiado, en ellos ya no se encontraba ningún rastro de calidez o de algún otro sentimiento; simplemente era como si estuvieran sin vida.

Me levanté de la cama de un movimiento torpe y me acerqué a él, tratando de ver con más detenimiento sus ojos. Sólo trataba de saber qué era lo que le pasaba.

—¿Estás bien?— le pregunté, posando mis manos en sus mejillas.

—Sí— respondió casi de inmediato.

En mi rostro se formó una expresión de duda.

—No te preocupes— dijo en cuanto se dio cuenta de la cara que había puesto—. En serio estoy bien.

Asentí.

Me acosté en la cama —ahora de la forma en la que debería— y me acomode en una posición en la que Samuel también cupiera en la cama. Al ver lo que estaba insinuando se acercó a la cama y también se acostó, dejándome sentir toda la calidez que su cuerpo emanaba. Su aroma era dulce, pero a la vez agresivo, como si quisiera engañar a alguna persona así. Ninguno de los dos dijo nada durante muchos minutos, tiempo en el que el silencio reinó como si fuera una habitación deshabitada.

—¿Estás dormida?— preguntó. Sentí su aliento contra mi cuello.

—No.

Rió por lo bajo.

—Deberías hacerlo— continuó—. Debes de recuperar fuerza.

—Y tú también.

Rió de nuevo, sólo que esa vez de una forma más pausada que la anterior.

—Sólo duerme.

Cerré los ojos. No porque él me lo estuviera pidiendo, sino porque tenía razón; todos habíamos perdido mucha energía durante todo el viaje que se nos ocurrió hacer. Sentía la irregular respiración de Vegetta contra mi piel, provocándome varios escalofríos y llegué a preguntarme... ¿era acaso el tipo de vida que merecía tener? Tal vez no, pero de algo sí estaba segura... Yo lo amaba sin importar qué pasara, y yo sabía que él también me quería; era simplemente el tipo de vida que cualquiera pudiera soñar.

No me había dado cuenta, pero en algún punto de mis pensamientos me había quedado dormida, dejando que los brazos de Morfeo me transportaran a un mundo de ensueño, un mundo más perfecto que este. Era, sin lugar a dudas, uno de los días en los que me sentí más confundida en mi vida.


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⏰ Última actualización: Nov 06, 2016 ⏰

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El Juego Del Amor (Vegetta777 y tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora