Buena suerte Aldonza

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-Mañana quiero que traigáis información de mujeres que os llamen la atención su vida. Pero del siglo XIX hacia abajo, así que siento deciros que no encontraréis información tan fácilmente, lo que quiere decir que no podréis buscar información en internet.
Toda la clase empezó a gritar y a protestar recordándome a cuando le quitar el chupete a un bebé. Es cierto que con internet es todo más fácil, no hace falta ni que te muevas del sofá, y encima tener que ir mirando libro por libro, página por página no hace que mi instinto de investigador a flore, además no tengo tiempo para estas tonterías.
-Esta mujer esta loca eh, ¿cómo pretende que hagamos un trabajo sin internet?  Y tú, ¿qué piensas hacer?- me comento mi compañero con cara de pocos amigos.
-Pues, obviamente, buscarme la vida. Este trimestre he ido demasiado justo y con esto espero poder llegar, pero será duro.- Es cierto que tampoco me he esforzado mucho, mas eso no quiere decir que no me importe aprobar, con eso me conformo.
Salimos de clase y la gente sigue hablando del tema, yo voy lo más rápido que puedo a la biblioteca más cercana. Nada, no hay ninguna que me llame la atención, y ya que lo tengo que hacer por lo menos voy a hallar algo interesante para no dormirme en medio de la búsqueda.
Rebuscando entre los cientos de libros de esta grande biblioteca se cae algo que parece ser una carta. Empiezo a leerla y me doy cuenta que no tiene mucho que ver con las sirenas que es de lo que va el libro de donde se ha caído, por esto decido preguntarle a la bibliotecaria.
-Perdone,  estaba buscando en la parte de mujeres célebres cuando he encontrado un libro de sirenas y ha caído esta carta.
- Déjeme ver joven. Mmmm... ¿Cómo se llama usted?
- Alejandro.- la bibliotecaria era vieja pero sabia. Parecía conocer esta biblioteca como la palma de su mano, e incluso parecía tenerle un cariño especial.
-Mire usted, si busca información de mujeres con vida atrayente tiene la respuesta aquí. Solo le digo que esa carta la guardó alguien en esta biblioteca por esos tiempos para que conocieran una historia cautivadora e injusta.
- ¿Quiere decir que esta carta es toda información que necesito? Pues me acaba de salvar la vida, muchas gracias...
- Ángeles, es en homenaje a un pariente mío.
-Bueno, buenas tardes Ángeles.
-Mañana te veo, se que volverás.- y se despide con un guiño.
No tengo ni idea de a que ha venido todo esto pero lo importante es que ya tengo el trabajo hecho.

Por fin ha llegado el momento de leer en clase esta curiosa carta.
-Bien... He traído un escrito para Aldonza, he escogido esto porque me ha resultado seductor.-observo a mi maestra y asiente así que decido continuar pero esta vez con más seguridad:

"Para mi estimada hermana Aldonza:
Puede que este sea el último escrito que haga, puede que estas sean mis últimas palabras y, por ello, te las dedico a ti, mi querida hermana. Estos años no todo ha salido como nuestra madre pensaba y con esta carta te voy a contar una historia que posiblemente no hayas escuchado con toda la realidad necesaria. Bajo la luz tenue de esta vela, y en esta triste y lúgubre celda en la que paso estos larguísimos e intensos días de invierno que reflexiones y cuides de nuestros pequeños hermanos porque pronto empezarán a llamarte madre. Espero que los hagas felices y que los protejas.

Todo empezó cuando la abuela, el abuelo y nuestra madre, estaban en Valencia y Fernando de Aragón nombró a los dos primeros inquisidores. Nuestra familia sufrió mucho, ya que fueron gravemente juzgados, condenando a la abuela en 1482, así empezó toda nuestra historia, la historia de Esperanza Alcañiz y de miles de valencianos que pasaban por lo mismo. Los infelices, así los llamaban entre la gente.

Por entonces, ya mataban a la mayoría de judíos conversos, a moriscos, protestantes, curanderos, iluminados, buscadores de tesoros... Aquella sociedad quería la sumisión total del pueblo, que nadie pudiera pensar por sí mismo o que fuera diferente a ellos. Pero, sinceramente, pienso que realmente tenían pavor de que fueran superiores y se revelasen, por eso, a pesar de todo, el abuelo y nuestra madre aprendieron a superar la pérdida y hacer lo que ellos quisieran. Todo parecía perfecto. Supieron vivir y sobrevivir ante los maltrechos tiempos que le tocaron vivir, pero ante todo fueron felices.

Elionor Esperanza,mujer celebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora