- Sebastian: ¿Cree que la muerte los hará más felices? Que arrogante.
- Ciel: ¿Hay algún humano que no lo sea?
- Sebastian: Si lo hay, nunca me lo encontré.
- Ciel: ¿Cuánta fuerza crees que necesita una persona débil, un niño, para superar una situación como esa? En aquel momento, pude llamarte justo antes de romperme completamente. Por eso pude conseguir la fuerza para levantarme. Allí solo había un demonio, tú. Y ese demonio era mío. Es cierto, soy arrogante. Pero no tanto como para dejar de pensar que puedo salvar a alguien.
- Sebastian: Ya veo.