Cielos Despejados

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- Espero morir en un día con el cielo despejado. - Me dijo. Traía unos moñitos rosas amarrados delicadamente en sus coletas. Se balanceaban con cada palabra que decía.

- Pero, ¿por qué? - Pregunté curioso. Ella sólo se rió.

- No seas tonto. ¡Creí que era obvio!

No me imagino la cara que habré puesto, porque, tras mirarme unos segundos, dejó de reír.

- Oh, hablabas en serio... - Comenzó, golpeando sus zapatitos de charol contra el suelo. - ¿Has escuchado eso de que todas las almas van al cielo? - Asentí. - Bueno, tengo miedo de quedarme atrapada en una nube y no llegar. Mi abuela dice que eso es lo que le pasó a mi mamá, y que por eso no responde a mis plegarias. - Sonrió levemente. - Así que espero morir en un día despejado; claro y sin nubes. Tan azul que se pierda en el mar, y tan brillante que se confunda con el Sol.

Me quedé perplejo. ¿Qué podía responderle? Simplemente la abracé y, tras apenas unos segundos, ella empezó a llorar. Decidí no decirle que todo iba a estar bien, porque, ¿quién era yo para mentirle? Simplemente me quedé a su lado, firme, y sobándole su espalda, que no dejaba de temblar entre sollozos.

Cuando su voz ya no temblaba tan notoriamente, me miró y me dijo:

- ¿Crees que mi mamá ya haya pasado las nubes? Quizá esta vez escuche mis plegarias, quizá... - Para de hablar. Observa a la gente llorando en la habitación de enfrente. Empiezo a creer que comienza a comprender la situación. Inconscientemente, espero que no.

Dios, no me pidas que me lleve a esta pobre niña cuando ni siquiera sabe que está muerta.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2017 ⏰

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