A esa distancia era sencillo sentir su aliento. A esa distancia estaba segura que "eso" en segundos podría detener mi respiración. Esperé con la mejor predisposición posible el ataque. Pero, a pesar de sentir su cercanía y la humedad que dejaba su hocico al rozar mi piel, ocurrió lo menos esperado. Nada.
Oí el sonido de un disparo en las lejanías y abrí los ojos de forma inmediata. Pero lo que sucedió a continuación me dejo más confundida. "Eso" que había emergido de la nada y me había atacado de manera inesperada, había desaparecido.
Me levanté con el cuerpo congelado y las rodillas temblando. Y mientras recogía las cosas dispersas que "eso" había lanzado al suelo, más allá del bolso café, habían huellas. Pero, esas huellas no eran las de un simple lobo, como sospeché un momento antes de su envestida; el tamaño de las mismas no se comparaban con las del oso que creí sentir cuando se cernió sobre mí.
No, aquello estaba lejos de todo lo que alguna vez imaginé.
Desde ese día el bosque que corre cuesta arriba en los alrededores del pequeño condado de High Flow, dejo de parecerme simple y pasó a convertirse en un juego de palabras, demasiado aterrador... y tentador.
Todos los días escapaba de las miradas de Mme. Chassier, eludía las preguntas de mis amigas y me internaba en aquel lugar, recorriendo con anticipación el área cercada que llegaba hasta cierta parte de aquel imperio de hojas. Pocas veces había sido interceptada por algún extraño y ahora comprendía porque "eso" había dado conmigo con tanta facilidad. Aquel día habré sido lo único que se movía por el bosque.
Pese a mi búsqueda, no me topé con nada parecido a él hasta cinco noches después de aquel primer encuentro. Recuerdo que hacia frío. Era la noche más fría que había presenciado desde mi llegada hace siete días. La tormenta de nieve había retrasado nuestro viaje de fin de curso y nos habíamos quedado varados en aquel pueblo.
Ahora no sé si eso fue una especie de suerte, destino o coincidencia.
Un crujido en la obscuridad fue la razón de que abriera los ojos. Caminé con los pies desnudos por aquel cuarto, hasta llegar a las cercanías del ventanal. ¿Por qué? No lo sé. Solo caminé, como si un hilo tironeara de mí. Y ahí, en las penumbras volví a verlo. "Eso" no despegó los ojos de mí. Aquello tendría que haberme provocado escalofríos, pero no fue así.
Otro disparo, semejante al de mis recuerdos rompió la quietud de esa noche y antes de que pudiera respirar, él volvió a adentrarse en la oscuridad.
—Blanco —musité contra el cristal. El pelaje de "eso" era blanco.
Esa mañana antes inclusive de que me moviera en las mantas, estaba determinada a encontrar a "eso" y cumpliría mi objetivo.
Cuando desperté, todos estaban durmiendo y tenía segundos antes de que Mme. Chassier se levantara. Así que me moví lo más rápido que pude y salí disparada como Casper de aquel sitio.
Mi bolso café, aquel que había sobrevivido al ataque de "eso" con un peor aspecto que yo, bailó de un lado a otro mientras me alejaba de los límites del pueblo.
Deambulé por aquel sendero, removiendo la nieve en los mismos lugares que mis pasos anteriores se habían hundido. Y ese silencio habitual me acompañó hasta que un movimiento detrás de mi espalda me alertó.
Giré y en la nieve blanca aparte de las enormes huellas, había algo rojo. Me acerqué y me quedé inmóvil cuando me di cuenta de lo que era.
—Sangre —susurré.
Fue demasiado rápido. Una ráfaga de aire se filtró entre mis cabellos y su rostro feroz quedo a centímetros del mío. Y no tuve miedo, en realidad lo sentía cálido y familiar.
Intenté tocarle y retrocedió.
—No te haré daño —murmuré.
Sus ojos me observaron con desconfianza, pero volvió a acercarse.
"Eso" me permitió que le acariciara la coronilla y pareció sentirse a gusto bajo mi tacto.
Di un paso atrás y sus músculos se flexionaron inmediatamente. Tenía la sensación de que si no le seguía hablando, él se esfumaría como las veces anteriores.
—Quédate quieto —pedí. Sus ojos me siguieron con cautela, pero no se movió.
Realicé una vuelta entera alrededor de su cuerpo y me maravillé ante lo que vi. Era asombroso.
"Eso" estaba erguido con ambas manos sobre el suelo y era evidente que si llegaba a levantarse sobre las plantas de sus pies mediría más de dos metros. El cuerpo de aquel raro animal se hallaba revestido de un extenso pelaje blanco y tenía una complexión robusta con las extremidades inferiores más cortas que las delanteras.
— ¡Oh! —exclamé, cuando estuve otra vez de cara a él. "Eso", por supuesto, no contestó, pero su mirada reveladora me permitió saber lo que estaba pensando—. Eres un Yeti, ¿verdad?
La bestia blanca se removió molesta empapando mi cuerpo de nieve.
— ¡Vale! —acepté, elevando mis manos hacia arriba para que cesara con su inocente arremetida—. Ya entendí, no te gusta ese nombre.
"Eso" al escuchar mi respuesta retornó a su pose habitual, con las palmas hacia abajo en forma de puño y su pequeña nariz negra y húmeda danzando a centímetros de mi rostro.
Sonreí. Y cuando intenté mover mis manos más allá de sus colosales rasgos, él exhibió los dientes. Deje de acariciarle y ladeé el rostro. Más allá de su cuello resaltaban innumerables puntos color carmesí, acompañados de una gran mancha en su lomo.
—Estás herido —musité y sentí una mezcla inexacta de ira y compasión.
La expresión que reflejé debió ser alarmante, porque "Eso" descendió su cabeza hasta acomodarla debajo de mis nudillos.
Solté una risita ante su mirada indefensa.
—Debemos curar tu herida —sostuve—. Y también debemos encontrarte un nombre.
Sus ojos celestes me devolvieron una mirada llena de incomprensión.
—Porque hasta ahora, te he llamado "Eso" y "Eso" no es un nombre.
Él volvió a restregar su cabeza y bajo mis dedos percibí la suavidad blanquecina de su pelo. Y cuando observé que sus ojos se cerraron, una voz profunda y dócil resonó en mi conciencia.
«Liam»
Parpadeé aturdida y cuando le miré, "Eso" me devolvió la mirada con curiosidad. Y nadie me quitaría la idea de que estaba sonriendo.
— ¡¿Puedes hablar?!
Su respuesta fue una estruendosa carcajada.
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De Fantasmas y monstruos.
FantasyDesde seguir las pisadas del Yeti a conversar con un fantasma que huele a flores. Acompáñame a recorrer esta recopilación de relatos cortos.