>>Capítulo 1/1.<<

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El chico intrigado observaba atento como el otro desahogaba todos sus miedos en llanto. Realmente sintió lástima, compasión por su amigo que lo había acompañado desde que ingresó por primera vez en el orfanato.

Verlo llorar así... le dolía más de lo que pensaba. No era la primera vez que lo hacía, esto pasa por lo menos tres veces por semana, por lo que se podía deducir que sus ojeras eran a causa de eso.

No era insomnio, simplemente eran pesadillas. Cada vez que trataba de hablarlo con él, evadía el tema. No se podía imaginar cuál era la gravedad de su trauma, él sólo quería ayudarlo como el otro lo venía haciendo ya por muchos años.

—Kuro...—Murmuró el castaño, acercándose a el antes mencionado.

—¿Mahiru?—Preguntó apenado, secándose las lágrimas en el proceso.—No veas... No quiero que me veas así...—Explicó con la voz rota, tapándose la cara con sus brazos.

—¿Por qué?—Cuestionó éste, sintiendo la baja temperatura en sus pies desnudos por cada paso.

—No quiero decepcionarte.

Tragó en seco, sintiendo similar a una punzada en el pecho. Era tan lindo lo que le había dicho el de orbes rojizos, pues bien sabía que Mahiru siempre lo había admirado como su héroe.

—No me decepcionas para nada, Kuro. Está bien si lloras, nunca diría algo, sólo quiero que te sientas libre de llorar frente a mí.

—No estaba llorando...—Se excusó éste— Qué molestia...

Shirota rió, derramando también unas cuántas lágrimas que rodaban por sus mejillas. ¿Qué iba entender realmente un niño de siete años ante uno de doce?

—¿Y ahora por qué lloras?—Desvió su mirada hacia otro lado— Eres muy problemático...

—Porque tienes pesadillas y no quieres decirme. Además pensaste que estaba decepcionado de ti, y nunca podría estarlo. Tú eres mi única familia.

Mahiru estaba llorando ya, su voz se agudecía por cada palabra que sus cuerdas vocales emitían. Kuro se alarmó un poco, no sabía que hacer si la situación empeorara, si tan sólo se diesen cuenta que estaban despiertos a esa hora estarían en grandes problemas.

—Mahiru... No llores, por favor... No hagas ruido, pueden escucharnos...

Kuro se levantó del piso, y encorvándose un poco para igualar la altura abrazó a Mahiru, para tratar de calmarlo. Ese raro sentimiento había vuelto de nuevo, el cariño, siempre tan complicado.

—Kuro, puedes contarme.—Susurró el más bajo, apoyándose ligeramente en puntillas.

Lo pensó por un momento, y se dio cuenta que si no le decía ahora posiblemente sería más problemático. Suspiró pues, y accedió a relatarle el sueño.

Cortó el apego de sus cuerpos tras unos minutos, desprendiéndose de esa sensación cálida por su unión. Kuro posó sus manos en los hombros de Shirota y le dijo con una voz perezosa: —En mis pesadillas... sueño que me separan de ti, que te vas, que te adoptan, y que yo me quedaba aquí solo...

—Entonces no te preocupes, porque no pienso irme si no es contigo. Es una promesa.—Sonrió risueño, extendiendo su meñique para sellar su juramento.

Le llegó al alma, las palabras de aquél niño aveces eran tan dulces que era imposible negarse, te consumía por dentro. —Es una promesa...—Entrelazó su meñique con el suyo, cerrando el trato.

—Kuro... ¿Puedo dormir contigo para que no vuelvas a tener pesadillas?

—Qué molestia... ni lo pienses, la última vez que dormiste en mi cama terminé en el suelo.

—¡Por favor!

—¿Acaso tienes miedo?

—No, claro que no... en todo caso el que tiene miedo eres tú.

—Ya cállate.

Kuro y Mahiru volvieron al dormitorio para seguir durmiendo. Mahiru cumplió su promesa, pues al cumplir la mayoría de edad salió del orfanato para vivir con Kuro, de todas formas él no se hubiera separado de éste, le quería mucho, era su única familia. Y pues, aunque no era como lo había tenido en mente, Kuro gozaba de la compañía de Mahiru a diario.

"Por fin estás a mi lado, ya se acabó está pesadilla. Ahora nisiquiera necesito soñar, porque tú ya estás aquí."


Pesadillas. [One-shot: KuroMahi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora