Era un 10 de enero, lo recuerdo porque solo los 10 de cada mes solía afeitarme la barba por completo. Hacia una noche fría, como congelada. Yo no llevaba ropas para el inicio del invierno, el uniforme era muy grueso para el verano he inservible en el clima templado, los arboles estaban secos y sin hojas a mi alrededor, asemejaban garras que salían de la tierra, yo seguía un camino debía llevarme alguna parte, tenía frio del que se cuela entre los huesos. La luna estaba alta he imponente reflejándose en el cristal de mis gafas y eclipsando mis pensamientos. De no ser por ese cigarro que consumía de apoco en mi mano derecha el frio seria insoportable.
Lo turnaba de apoco entre manos como en un juego. Ya quedaba solo un mísero centímetro, me quemaba los dedos es cierto, pero no quería soltarlo, era eso o el frio de la nieve que recién caía y lo comenzaba a cubrir todo. "ha falta de guantes, cigarros" eso decía mi padre y bien que lo sabia. Yo Había escuchado de hombres que han perdido los dedos de las manos por el frio y ahora que mi aproximación no es teórica lo creo completamente.
Primero son los dedos de pies y manos, luego las piernas y los ante brazos los que son congelados, llega hasta los hombros, incluso la cabeza sufre de este frio implacable. El cuerpo la máquina de supervivencia corta el flujo de sangre de apoco para mantener calientes los órganos. Somos nuestra propia máquina de tortura y no queremos aceptarlo...
Yo estaba perdido y desorientado, jugando a las escondidas con la muerte que me esperaba a cada paso, de niño debí tomar tiempo a la astronomía como tanto me dijo mi padre. En cambio yo jugaba en la calle con los vecinos o solo a cualquier cosa, me encantaba jugar de pistolero. Me arrepentía de aquello, me hubiera gustado tener una pistola..
Miraba al cielo pero para mí las estrellas eran todas iguales, no había diferencias en aquello astros luminiscentes. Alguna vez escuche de buena mano que las estrellas forman patrones de figuras llamados constelaciones y que algunos hombres estudiados solo con esto sabían en que lugar del mundo estaban. Cosas griegas me temo o muy poco entretenidas. Poco me importo la astronomía, más me llamaban lo que tiene las mujeres bajo las faldas... No soy un romántico de ver llevarlas a ver las estrellas desde la ventana, quizá lo hacía pero de otra manera. Otros medios y con otros sentidos que no fuera la vista.
Allí estaba yo, viendo al cielo. Lo observaba como quien ve el agua por primera vez, las estrellas eran titilantes y lejanas esa noche, esperaba entenderlas, descifrar ese laberinto que bien conocía mi padre, algo de ese conocimiento debía estar en mi sangre.
Verlas esa era la solución verlas hasta que me dieran una señal como quien no quiere la cosa, seducirlas como a las mujeres en los bares hasta que te hacen señas de subir al otro piso, pero esas estrellas eran ajenas a mí, estaba solo ni las estrellas me acompañaban, mi magia de seducción estaba muerta, solo mi último cigarro me hacía de compañía, era tiempo de pasarlo de mano. La medida de mi tiempo se había vuelto grotesca y la llegada de la muerte un pensamiento constante. Llevaba caminando 14 cambios de cigarro. Entonces...
Entonces mis pensamientos se dispersaron, éntrelos árboles comencé a escuchar ruidos, era como si algo caminara entre las sombras cautelosamente. Me quede inmóvil con el cigarro a mi mano izquierda, mi corazón bombeaba nitroglicerina y mis lentes comenzaban a empañarse. Agudice el oído pero no escuchaba más que el sonido de mi respiración y los latidos de mi corazón agitado, yo era presa fácil, podía ser un oso o algo más terrible, en estas montañas se dice que hay bichos que se comen a los perdidos y yo era un perdido.
Di algunos pasos silenciosos confiando que el sonido fuera cosa de mi mente, pero el sonido volvió. No espero que me creas pero era como si me imitara, quizá era un ladrón o un leñador pensando que soy uno y me va a dar un hachazo, pero es de noche no conozco hombres de esa profesión que hagan dichas tareas con este clima y menos a estas horas. Si era uno debía de ser barbudo y tener poco sentido de la preservación de la vida, como yo...
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Relatos de un tal Cárter.
RandomColección de relatos varios de genero oscuro, encontrados en una caja, todos escritos a mano, me daré a la tarea de transcribirlos uno por semana. Y lo usare experimento para sacarte al igual como una vez lo hicieron conmigo de tu aburrida y soporíf...