Capitulo 2

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Dudé lo que hacía, porque siempre que nos toca tomar decisiones por más pequeña que sea esa decisión, dudamos. Dudamos mucho.

—Buenas noches señorita. ¿Cuál es tu su destino?—Habló el señor del tren.

¿Cuál es mi destino? No sé, no sé que hago, no sé si lo que hago está bien, no sé ha donde voy… Solo no sé.

Quedé en blanco ante su pregunta. No sé cuál es me distinto. No se ha donde voy, pero sí sé de dónde vengo.

—Lo más alejado de aquí. —Le dije, a lo que él respondió con una sonrisa.

—¿Cédula de identidad? ¿Algún documento? —Preguntó. Le entregué y comenzó a anotar cosas en un papel.

—¿No es algo joven para viajar sola y sin un destino?—Era cierto y algo que no había pensando.

Soy menor de edad, necesito salir de la ciudad con mis padres o con un documento que justifique que salgo con su permiso.

—He… Usted verá, mis padres eran mi única familia y hace un par de meses murieron, quiero alejarme de todo esto, cada cosa me recuerda a ellos…—Dije tan rápido que no estoy segura de que entendiera.

—Señorita…—Su cara se puso tensa, triste y sin saber que decir.—Esto no lo puedo hacer… No puedo dejarla ir sin representantes o permiso… Es ilegal y peligroso.—Me entregó todos los papeles que recién le había dado y el dinero.—No puedo señorita…—Fue lo que dijo.

Sin más, tomé todos los papeles y los guardé en mi mochila, el dinero en mis bolsillos y comencé a caminar.

Ya eran las 7:00pm, seguía en mente irme, irme lo más alejado de aquí, pero por más que intenté no pude convencer a aquel señor.

Me encuentro acostada en las sillas de espera del tren. Ya no queda nadie, solo los trabajadores y yo. Mi teléfono no sonó nunca, esa llamada de John o Margaret, nunca llegó. Con más ganas me quería ir.

A las 7:30pm salé el último tren, donde normalmente ya no va nadie.

Escuché como anunciaban que dentro de tan solo media hora el último tren se iría.

Ya iban a cerrar las puertas hasta que entró un joven con varias maletas en sus manos y un papel en su boca. Teniendo aproximadamente unos 27 años.

—¡Por favor, necesito tomar ese tren!—Balbuceó con el papel en la boca. Después de conversar al guardia, le dijo:—Además mi abuelo es el dueño… Si quieren le llam...—Y ya le habían dejado pasar.

Vaya influencia y vaya suerte. Él sólo pasó y fue directo a donde se compran las entradas, no lo vi pagar, pero si le vi cuando le entregaron la entrada. ¡Vaya influencia! ¡Vaya suertudo! Animado ya la tenía y se sentó junto a mí con todas esas maletas.

—Por lo menos no seré el único en ese tren…—Dijo en un tono bajo.

Sonreí.—No iré en el tren.—Bajé mi cabeza.

—¿Por qué? ¿Entonces que haces aquí?—Preguntó.

—Soy menor de edad… No tengo permiso legal de mis padres y como puedes ver, ellos no están aquí.—Dije jugando con mis dedos.

—Vaya…—Dice sorprendido.—¿Y ha donde planeabas ir?—Continuó.

—Vaya pregunta… Ni yo se.—Reí secamente.

Rió. —Puedes venir conmigo...—Me sorprendió lo que dijo.—Es decir… No lo mal intérpretes. Quiero decir, puedo ayudarte a que te dejen subir al tren, mi abuelo es el dueño.—Dijo animadamente. Vaya que éste chico es un Ángel.

—No se… No puedo aceptar, no te conozco.—Dije casi audible.

—No te haré daño… Pero si necesitarás tener un destino.—Rió. Luego suspiró. —¿Te querías ir, no?—Asentí. —Te estoy dando la facilidad de que lo hagas. ¿Por qué rechazarla?—Y vaya que tenia razón.

Pero hay muchas cosas por debatir, no llevo más de 10 minutos que lo conozco, puede hacerme daño, secuestrarle, violarme y no tengo un destino.

Bueno, después de todo, no se ve mal chico. Nada pierdo, si me quedo, sería lo mismo.

—Acepto.—Dije arriesgandome.

Sonrió.—Bueno, vamos… Creo que es hora de subir al tren.—Dice levantando sus maletas.

—Aún debo comprar mi entrada…—Digo buscando el dinero en mis bolsillos, pero él me detiene.

—Tranquila… No te preocupes, está va de mi parte. —Me guiña el ojo y comenzamos a caminar hacia el tren.

—¿Pasaje?—Pregunta un señor responsable de las personas que suben al tren.

Pero cuando iba a hablar, fui interrumpida. Los nervios me recorrían todo el cuerpo.

—Ella viene conmigo.—Dice… ¡No se su nombre! Vaya persona que soy.

—¿Y usted quién es?—Dice de mala gana el señor

—Jacob Posey. Nieto de James, el dueño de todo esto.—Dijo orgulloso de sus palabras.

¡Se llama Jacob! ¡Mi ángel guardián se llama Jacob! Reí mentalmente.

—Oh señor… Disculpeme, no sabía… Dejen su equipaje ahí, lo mandaré a subir. ¿Quieren alguna bebida? ¿Comida?—Dijo mas calmado.

Yo solo estaba ahí parada admirando la situación. —No quiero que se repita.—Dijo Jacob serio.—Por ahora no quiero nada, espero que sus trabajos sirven para algo.—Dijo con autoridad.

—¿Y su novia? ¿No va a querer algo?—Quedé plasmada, ¿Novia? Vaya.

—Yo no… No somos nov…—Jacob me interrumpió.

—Por ahora no quiere nada. Cuidado al guardar nuestro equipaje. —Dicho esto, jacob me indicó que subiéramos.

Más que un ángel guardián. Mi salvador.



La última vez que fui feliz || Disponible en DreameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora