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La mañana después de morir, me levanté.

Me hice el desayuno y lo llevé a mi cama. Agregué sal y pimienta a mis huevos y tosté un pan con queso. Exprimí un pomelo y lo serví en un vaso. Raspé las cenizas de la sartén y enjuagué la manteca de la encimera. Lavé los platos y doblé las toallas.

La Mañana Después de MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora