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La mañana después de morir, saqué a pasear al perro.

Miré la manera en la que su cola se movía emocionada cuando voló un pájaro cerca. Vi el espacio vacío en sus ojos cuando llegó una rama y se volvió a saludarme para que pudiéramos jugar a la pelota, pero no vio nada más que el cielo en mi lugar. Me quedé ahí mientras unos extraños acariciaron su hocico como yo había hecho alguna vez.

La Mañana Después de MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora