los que bailaban

11 2 0
                                    

Esas ilusiones eran terroríficas, las siluetas negras que bailaban de forma satánica y burlona me hacían temblar, mientras el miedo recorría mis venas. En fin, todo comenzó cuando me mude a la argentina, a una especie de apartado de la ciudad de la falda, provincia de córdoba. Allá en los estados unidos, donde nací, me llamaban el pocho, pero mi verdadero nombre era Aarón Craig. Siempre me ilusiono el hecho de vivir en argentina, y para mi suerte, el 2 de septiembre de 1973, llegue a lo que sería mi casa.

El lugar era genial, había mucha naturaleza, además de las sierras que ofrecían un paisaje apasionante, y como no, la gente tan amigable que vivía allí. Pero lo más llamativo era ese complejo gigante, el cual parecía muy viejo, y al que la gente llamaba "El Hotel Edén". Tal lugar era tan interesante para mí, que decidí ir a visitarlo el mismo día de mi llegada.

Fui a investigar sobre el lugar hablando con vecinos del mismo, básicamente el hotel, fue inaugurado en 1898 y cerrado en 1965. Constaba de cien habitaciones y dos plantas, el hotel en si fue construido para familias de alta adquisición económica.

Se abastecía completamente solo, contaba con usina eléctrica propia, calefacción central, talleres, quinta y corrales para el abastecimiento y procesado de todos los alimentos que se consumían.

También poseía caballerizas que aprovisionaban los animales para las cabalgatas y "cacería de zorro". En sus terrenos se emplazaba un campo de golf de 18 hoyos, una pileta de natación con aguas renovadas por una vertiente, canchas de tenis y hasta una dependencia bancaria.

Pero, además de todo eso, el hotel también contaba con cientos de rumores sobre actividad paranormal, por los obreros que murieron construyendo el lugar, o los residentes enfermos que padecían. había un rumor en especial que me llamaba ciertamente la atención, al parecer, a unos 3 meses de haber llegado, un sujeto, más precisamente Carmelo arruabarrena, desapareció, y se decía que fue visto por última vez en el hotel. Esto en sí, me apasiono, y las ganas de aventurarme en él, no cesaban.

El 17 de septiembre, entre para desenmascarar sus secretos. Había algunas visitas guiadas, pero esas no me interesaban, yo sabía que el hotel tenía un subsuelo, y quería verlo. En él, se decía que algunos nazis se ocultaban durante y luego de la segunda guerra mundial. Llegue a la parte trasera del lugar y sin que nadie me viera, entre por lo que parecía ser un tragaluz, oculto por algunas piedras. El ambiente era muy oscuro y un olor putrefacto, molestaba al respirar. Las paredes estaban llenas de musgo y con telarañas en las esquinas que daban la sensación de que paso mucho tiempo desde la última vez que alguien entró. Comencé a avanzar por el lugar, el cual se ponía cada vez más frio. Además se escuchaban unos ruidos extraños que proporcionaban escalofríos, de repente, llegue a una especie de habitación muy tétrica, donde al fondo de ella, se encontraba una mesita pequeña, con una escritura que decía "ellos me están buscando, ellos van a encontrarme, ellos están aquí", fue ese el momento cuando un miedo repentino me invadió y decidí salir de ahí.

Comencé a correr hacia el tragaluz y justo cuando llegue, unas risas burlonas sonaron detrás de mí, al darme vuelta, pude verlos, eran unas tres siluetas que reían y bailaban, pero en un mal sentido, en un acto diabólico. Sus formas humanas, de un metro-ochenta, y de contextura flaca, las hacían espeluznantes, y en el momento en que casi largo en llanto por la impresión de tal acto, reaccione y Salí instantáneamente. Corrí sin mirar atrás, sin importarme lo que la gente del lugar pensara de mí, solo hui. Llegue a mi casa y solo me acosté, no dormí esa noche, pero al día siguiente, logre recomponerme y encontrar mi estabilidad otra vez.

Deje que pasaran unos días antes de hablar con los empleados de las visitas guiadas del hotel, necesitaba saber su opinión, y entender que eran esas siluetas, que querían y por qué estaban allí. Solo uno de ellos acepto responder algunas preguntas, su nombre era Julio, y me dijo no saber nada sobre esas cosas, pero en el fondo, sé que no es así, él sabe algo, pero quizás en un acto de intentar mantenerme inocente a tales sucesos, o solo de no querer ni pronunciarlas, me dio a entender que las desconocía.

Luego de eso, intente solo olvidar a aquel día, y dejarlo atrás, y lo hice, por dos meses solo me dedique a tener una vida normal, sin actos paranormales, sin fantasmas, sin siluetas. Pero fue ahí cuando todo cambio, y las ilusiones comenzaron. Podía verme como en primera persona, caminando por ese subsuelo y llegando a esa misma habitación con la mesita, pero en este caso, era yo quien escribía en ella. Las ilusiones no cesaban y en todas ellas, podía sentir ese terror indescriptible, ese terror que dejaba sin aliento y del que no se podía escapar. Cada vez las tenía más a menudo, empezaron con una a la semana y terminaron siendo hasta cinco al día, siempre eran lo mismo, el mismo recorrido, la misma historia y el mismo final.

Pero lo peor fue esta noche, recuerdo que perturbado me recosté en mi cama, apague la luz y me dormí casi al instante. Casualmente soñé con ese recorrido, y en el final las vi otra vez, me asuste tanto que desperté, y para mi sorpresa ya no estaba en mi cama, ni en el piso, ni en mi casa siquiera, me encontraba en esa habitación, al lado de esa mesita, y con esas risas de fondo. En ese instante supe cuál era mi realidad, y que pasaría en unos minutos, por lo que recordé que en mi bolsillo llevaba un papel y un lápiz, e hice este manuscrito. Sé que tal vez sea en vano, y quizás nadie lo lea, pero si no es así, quiero que sepas que lo entendí. Esas ilusiones, no eran más que el recuerdo de quien escribió sobre la mesa, Carmelo arruabarrena, no era más que su historia y su final. Si alguien lee esto, tome el manuscrito y salga de aquí al instante, sin mirar atrás, luego, hable sobre esto, y la peligrosidad del hotel edén, y por último, salga de la ciudad, vallase a un lugar muy lejano, donde no pueda ser perturbado. Lo siento, pero no me queda mucho tiempo, ya los oigo venir, ellos van a encontrarme, oh... ellos están aquí.

LOS QUE BAILABANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora