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Sus pies apenas se separaban del suelo. No caminaba, era arrastrada.

Se le hacia muy difícil diferenciar lo que tenia delante con lo drogada que estaba. 

Sus dos brazos eran sujetados fuertemente por dos guardias, uno a cada lado de ella. Su padrastro iba hablando con un enfermero delante de ella.

Odiaba a su padrastro y todo lo que tenía que ver con el. Nunca pudo entender que veía su madre en el. Si, la había querido, pero solo al principio. O quizás nunca.

Sus padres se habían separado cuando ella tenía trece y luego de un tiempo (cuando su madre ya no pudo más con ella y sus alucinaciones) su madre consiguió un nuevo novio. Cuando cumplió quince, su hermano Daniel se fue a la universidad, dejandola sola con ellos. Ella no odiaba a Daniel ni nada por  el estilo, el había sido de las únicas personas que se había quedado a su lado y había tratado de entenderla, y había sufrido al tener que dejarla. Todavía la llamaba cuando podía. Aunque ahora se preguntaba cuando sería la siguiente llamada.

-Esta es la sala común. Aquí podrá tener sus momentos de... recreación, durante su estadia.

Hablaba como si se tratara de un hotel de lujo. Al principio le habían dicho que podría fingir que de hecho estaba en un hotel, pero eso no ayudaba en nada. Mara no necesitaba más torciones de la realidad.

Cuando entraron en la sala, los guardias finalmente la soltaron. El enfermero se volvió hacia ellos. Su cabeza se había empezado a aclarar y pudo observar mejor su rostro. Su cabello era de un marró claro y tenía una mirada severa que le causo escalofrios. Según su identificador su nombre era "Bates". Algo le decía que a partir de ahora no iba a poder olvidar ese nombre.

-Bien. De ahora en adelante nosotros nos encargaremos de ella. Dada su situación no puede visitarla en un mes, pero siempre puede llamarla una vez por semana.

-Me parece que lo mejor será mantener distancia por un tiempo. - Por supuesto que huiría con la primera oportunidad que se le presentará. Mejor si mantenía la distancia para siempre.

-Como usted lo desee. Usted es su padre después de todo.

-Padrastro.

-Por supuesto, disculpe.

Bates se acerco a ella.

-De ahora en adelante todos sus efectos personales permaneceran en vigilancia. Incluyendo esto. - Bates tomo el collar que tenía puesto y se lo arrancó del cuello.


-¿Qué es esto?

-Un  regalo.

-Es igual al tuyo.

-Lo sé.

Detalló el dije con un dedo, observándolo atentamente. Era la mitad de una daga fusionada con la mitad de una pluma. Era preciosa. Su pequeña sonrisa se convirtió en una carcajada. Él se empezó a reír con ella.

-¿Qué es tan gracioso?

-Eras tan cursi.

-Solo por ti.


Las lagrimas acudieron a sus ojos y Bates seguía sosteniendo el collar.

-¡No! ¡Devuelvemelo!

Se abalanzó sobre él, intentando quitarselo. Sus uñas se clavaron cerca de su ojo derecho. La sangre empezó a fluir inmediatamente.

Su padrastro la separo de él lo que ocasiono que ella le diera un puñetazo en la cara. El se alejó de ella, maldiciendo. Los guardias la volvieron a sostener. Ya que ella no se dejaba de sacudir, ellos la sostenían más fuerte, haciendole daño. Con la cara ensangrentada, Bates se acercó con una inyectadora y la sedó nuevamente.

Mientras caía en el sueño, observó como Bates se guardaba el collar en un bolsillo.

PSYCHOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora