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Su  habitación  era blanca.

Había una cama con sabánas blancas y un armario. Nada más.

Perfecto. De todos modos no pensaba quedarse mucho tiempo.

Sarah la había dejado sola en su habitación. Decidió que lo mejor sería dormir, pero luego de un rato se dio cuenta que no iba a ser posible, así que salio de la habitación.

Empezó a deambular por los pasillos recordando el camino que había seguido junto a Sarah y todas las cosas que ella le había señalado. Paso varias puertas, todas ellas habitaciones. Finalmente llego a la sala común. Con un poco de miedo, termino de abrir la puerta.

Todos los pacientes estaban ahí dentro, o al menos eso parecía. Había mucha gente y todas se voltearon a verla cuando entro. La ansiedad se apoderó de ella. Mara bajo la cabeza y dio unos pasos dentro de la sala, sin saber a donde ir. Escogió sentarse en un sofá en el rincón más alejado.

Habían varias mesas donde los pacientes jugaban ajedrez o damas, y algunos otros hacían manualidades. Al final de la sala había unos muebles donde algunos otros tenían sus rostros pegados al televisor. También habia una rockola. A Mara le parecía como si alguien hubiera recortado algo de una revista vieja y la hubiera pegado sobre una moderna, la rockola desencajaba completamente con el lugar. Sin embargo, parecia ser una de las cosas favoritas de los pacientes ya que podían escoger la música que quisieran.

Estaba tan concentrada observando el lugar que pego un brinco cuando una de las mesas se volcó.

Un chico con cabello rubio y desordenado había volcado la mesa para llegar hasta un pelirrojo y ahora lo tenía agarrado por el cuello de la camisa y lo presionaba contra la pared.

El rubio tenía el pelo tan largo que apenas podías ver sus ojos, pero su piel roja y la expresión de su boca hacia notar lo molesto que estaba.

Unos guardias llegaron y los separaron. El rubio se zafó de ellos y le pego un puñetazo antes de que lo volvieran a agarrar. El pelirrojo solo se empezó a reír histericamente con sangre saliendo de su nariz.

Cuando los guardias lo llevaban hacia la salida, pudo observar mejor el rostro del chico rubio y por unos segundos incluso lo miro a los ojos. Sus ojos eran oscuros y fríos. Los guardias lo obligaron a voltearse y sus miradas se separaron.

-Ese chico esta loco.

Se asustó por segunda vez ese día cuado escucho una voz justo a su lado.

-Creo que no es un comentario muy sensato viniendo de ti. - Estaba molesta porque la había asustado y dijo lo primero que se le vino a la mente.

-Si, tienes razón. Pero no fue buena idea por parte de Tate pegarle a Jerome. Uno nunca sabe con que puede salir Jerome. Aunque él se lo busco por molestar a Tate.

-¿Quien es Tate?

-El rubio gótico con problemas de ira.

-Ahh..

-¿Y tu quien eres?

-Tu deberías decirme quien eres. - Después de todo el era quien había llegado sin razón alguna.

-Vaya, que ruda. Soy Kevin y me gusta la arquería.

-Soy Mara y no me gusta este lugar.

-En eso concuerdo contigo. Por ahí se dice que llegaste por asesinar a alguien. ¿Es eso cierto?

El comentario hizo que se le revolviera el estomago y le doliera la cabeza. Eso no era cierto, ella no hizo eso.

¿Pero como saber? Ella ni siquiera sabia que parte de las cosas que veía eran ciertas.

PSYCHOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora