PRÓLOGO

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- ¿Aun nada? - preguntó mientras miraba por un hueco en la ventana.

-Cállate, es difícil abrir una puerta mágica para una persona normal. - dijo mientras posaba la mano sobre la puerta. - Pero yo no soy normal. - sonrió y abrió la puerta.

-Rápido, ya están aquí. - cerró la ventana y entró en la habitación.

Al entrar se encontró con una pequeña sala vacía salvo por un cofre en el centro.

- ¿Estará aquí el amuleto? - dijo acercándose al cofre.

-No lo toques. - sujetó al otro hombre. - puede tener algún tipo de trampa. - se acercó al cofre y dejó una bolsa al lado de este.

- ¿Qué llevas ahí? - preguntó acercándose a la bolsa.

-Lo único que nos permitirá abrir esta cosa. - respondió mientras rebuscaba en la bolsa. - Ajá, aquí estás. - sacó una tablilla redonda con unos grabados en algún idioma extraño.

- ¿Eso? - preguntó el otro hombre. - ¿Cómo nos va a ayudar una piedra con letras extrañas?

-Calla y mira. - le respondió mientras acercaba la tablilla al cofre.

Cuando la tablilla estaba a unos centímetros se pudo ver una burbuja azul alrededor del cofre.

-Lo sabía. – sonrío. - hay una barrera, si la hubieras tocado estarías muerto ahora mismo. - dijo con una sonrisa girándose hacia el otro hombre.

- ¡Ahí están! - se escuchó al otro lado de la puerta.

-Mierda. - dijo el que estaba agachado frente al cofre. - Basta de bromas, destruye la pared mientras yo abro el cofre, rápido, no hay tiempo.

El otro hombre corrió hacia la pared contigua a la entrada de la sala.

-Venga, venga, venga. - repitió nervioso mientras acercaba con cuidado la tablilla al cofre. - En el momento en el cual la barrera tocó la tablilla esta desapareció. - ya está. - dijo el hombre.

La tablilla que aún tenía en la mano empezó a romperse hasta que quedó hecha polvo.

-Esta era la última. - susurró mientras abría el cofre.

Lo único que había dentro era una especie de colgante con un líquido verde en su interior.

- ¡La información era cierta! - gritó metiendo el colgante en la bolsa. -Vámonos de aquí, rápido. - se levantó y se dirigió hacia donde estaba su compañero - ¿Qué te queda? - pregunto nervioso.

El otro hombre estaba dibujando un circulo grande en la pared.

-Ya está. - dijo mientras se separaba la mano de la pared y con la otra indicaba a su compañero que se alejara.

- ¡Quietos ahí! - se escuchó desde la puerta. - Soltad inmediatamente la reliquia.

El sujeto iba vestido con un uniforme completamente negro y apuntaba a los dos hombres con un sable.

-No lo diré una vez más, dejad la reliquia en el cofre. - amenazó con el sable en alto.

El hombre que había dibujado el circulo en la pared se arrodeó hacia la puerta.

-Demasiado tarde capitán. - dijo mientras se daba otra vez a la vuelta.

Se escuchó unos susurros y el dibujo de la pared empezó a brillar hasta que explotó dejando una densa cortina de humo que impedía la visibilidad en la sala. Al disiparse un poco el polvo, la única persona en la habitación era el hombre de negro. En lugar de los otros dos había un agujero en la pared. El hombre envainó el sable mientras miraba cabreado el hueco por donde habían escapado los ladrones.


El despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora