Parte 1:
Habia quedado en recoger a Marta a las 10, iriamos de cena a un italiano, asi podriamos recrearnos la vista con el guapo y encantador camarero.
Un mediterráneo de profundos y excitantes ojos verdes, que era el protagonista de un sueño erótico, que las dos teniamos desde hacía semanas.
Ella siempre decia que si alguna de las dos conseguía conquistarlo, debería compartirlo con la otra.
Todo y que yo siempre reía al sentirla, acababa reconociendo que la idea me excitaba.
Despues, tal y como le gustaba a Marta decir... unas copas y lo que surja! Con ella cada noche de chicas era una sorpresa.
Marta y yo eramos amigas hacía 24 años, desde la guarderia y de una forma casi mágica nos entendiamos con sólo una mirada.
Marta decia que yo era la sensualidad en persona y ella... la locura.
A la 9:30 ya estaba frente a su casa. Toqué el timbre y sentí la voz de su padre decir:
- Ya voy Olga!;
y abriéndome la puerta me puso al corriente, a Marta se le habia complicado el trabajo y llegaria sobre las 11.
Se ofreció a hacer de anfitrión, me invitó a entrar y, casi sin darme tiempo a pensármelo, ya me estaba sirviendo una copa.
Estaba de espaldas a mi, llevaba una camisa de seda azul y un pantalón tejano ceñido a su cuerpo; el olor de su perfume era embriagador... pensé que quizás esperaba a alguien o que tambien iba a salir esta noche; con una mezcla de admiración y deseo observaba sus movimientos. Julio era un cincuentón que conservaba una figura juvenil, moreno de ojos color miel... era un dulce y atento seductor.
Hacia años que me sentia atraida por él en secreto, pero no podía olvidar que era el padre de Marta.
Se giró con las dos copas en la mano y esbozó una sonrisa... me habia pillado observándolo.
En ese instante mi mirada estaba a la altura de su cinturón.... me sonrojé y de pronto, mi vestido, me pareció excesivamente escotado, estrecho y corto... me sentí desnuda ante él. Sentimiento que ví aumentado por el hecho de que... bajo el vestido sólo habia un minúsculo tanga...
PD... Continuará...