I (Comienzo)

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-Entonces, ¿qué es lo que haremos?
-No lo sé, esa era nuestra única opción.
-Lamento que lo hayan clausurado.
-No pasa nada, eso es lo de menos, eso sí, no me lo esperaba.
-Bueno, de todas formas, podemos mejorar el día
-Sí, eso espero.
-Bien, ¿a dónde vamos?
-Sólo vayamos por algo de comer, la gente comienza a estresarme.
-¡Oh! No te pongas así
Ella comienza a zangolotearlo y pellizcar sus mejillas.
-Vale, vale. Vayamos al metro y pensamos en algo ahí.
-Está bien.
Ellos se dirigieron a la estación Patriotismo (ubicada en la Ciudad de México). Cruzan la calle, y caminan hacia la entrada.
-Espera, tengo sed.
-Y yo hambre.
-Lo sé, sólo déjame comprar algo para beber.
-¿Y dónde lo comprarás?
-Ahí adelante hay una tienda de conveniencia, entremos ahí.
Después...
-¿No crees que fue algo caro?
-¡Qué importa! ¿Crees que soy un imbécil para gastar todo el dinero para comer?
-Perdona...
-Venga, bajemos las escaleras.
-Y, ¿a dónde iremos?
-¿Por qué demonios soy yo quien tiene que pensar todo?
-Sabes que no conozco por aquí.
-Se suponía que tú me estás invitando.
-Lo sé, pero, ¡ah! No quiero discutir.
-Y, ¿crees que yo sí? Por favor, creo que ya tengo suficiente de ti.
-¿Estás seguro de lo estás diciendo? Piensa bien las cosas.
-¿Pensar? De nuevo a pensar. Escucha, me estás cansando, no, ¡ya agotaste mi paciencia!
-Pero...
-¡Cállate! No quiero que hables hasta que lleguemos.
La discusión terminó cuando un NC-82 arribó al andén, únicamente faltaba una estación para llegar a la terminal Tacubaya, en donde ellos bajarían.
Ambos subieron al tren y se sentaron, uno al lado del otro. Él se dio la vuelta y se recargó sobre la ventana del tren. El movimiento del convoy y las sucesiva e hipnotizantes lámparas que iluminaban al túnel fueron los causantes de que cerrara sus ojos y comenzara a dormir sin interesarse en los sentimientos y pensamientos de quien fuera su amada.

El último tren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora