Harto, así me sentía, harto de todo lo que me rodeaba, harto de ver las mismas cuatro paredes de mi habitación, harto de sentirme solo, de no poder hablar con nadie , de tener que callar todos mis secretos, harto de desconfiar de todos y de que nadie sepa como soy ni me conozca realmente, aunque muchos pretendan hacerlo.
Estoy cansado de escuchar a mis padres gritarse y diciendo que se odian, a veces olvidan que tienen un hijo y que ese hijo sueña con verlos tomados de la mano.
No son días ni meses en los que sufro esta desgastante monotonía, los días se repiten una y otra vez desde hace años y desde entonces conozco más la noche que el día, ahora la lluvia perdura en mi ventana y ni un rayo de sol le atraviesa.
Estoy muy joven como para vivir bajo tanto estrés, se supone que estos debían ser los años felices que de anciano recordaré, pero quién podría vivir feliz en un ambiente hostil, solamente escuchando gritos manchados de odio.
Quizá mis padres me odian como el resto del mundo lo hace. Todos me miran extraño, como si fuese diferente, el resto simplemente actua como si yo no estuviese presente, como si no existiera.
Todo esto elimina mis ganas de siquiera intentar conocer personas, por eso no hablo con nadie, por eso no confío en nadie y por esto mismo siempre estoy solo, en todo sentido.Un jueves 13 de febrero, harto de todo lo que me impedía sonreir, escapé. Por la noche, mientras mis padres compartían el sueño fingiendo ser un matrimonio feliz, escapé por la ventana de mi habitación, tomé lo necesario y me fui, tratando de huir de esa triste realidad.
Al salir de casa comencé a caminar sin siquiera saber hacia donde iba, tan solo tomando en cuenta que hacia atrás sería el último camino que debía tomar.
Luego de caminar por un rato por las solitarias calles, con un frío que te hace doler los huesos, llegué a una pequeña sub estación de tren, las escaleras eran bastante largas pero el silencio mientras bajaba se hacía más y más intenso, aún más que en la calle.
Tenía varias monedas en mi bolsillo para comprar un tiquet, lo único que me faltaba era un destino.
Eran las 10pm y al parecer este día los trenes dejaron de salir desde las ocho, pero yo sin saber esto seguía allí sentado esperando vanamente.
La estación era muy grande, ya no se veía rastro de alguna persona, tan solo mi mochila y yo y un tenebroso silencio simplemente interrumpido por el tic tac de un reloj en lo alto de una pared.
De pronto escuché un sonido al otro lado de la estación, la curiosidad me ganó y me obligó a acercarme, honestamente esperaba que fuese otra persona que también esperaba su tren, yo me acercaba despacio y entre más cerca estaba más claro se escuchaba el sonido de un llanto.
Pude ver que en una de las bancas al fondo de la estación estaba una chica, con sus pies sobre el asiento, abrazando sus rodillas y su rostro recostado en los brazos. No sabía si acercarme o alejarme.-Hey...¡hola!...¿estás bien? - pregunté mientras me acercaba despacio.
Apenas escuchó mi voz levantó de inmediato su rostro y me miró un poco asustada, con sus ojos vidriosos y de color café.
-Emm...si...lo estoy. Estoy bien, no pasa nada- respondió mientras bajaba sus pies y secaba sus ojos.
(¿Alguna vez han escuchado el sonido de las aves recibiendo el sol por las mañanas?, pues así sonó su para mi.)
-¿por qué llorabas?- pregunté mientras tomaba asiento a su lado.
-Problemas...solo eso- respondió mirando de manera triste y extraña las obscuras vías del tren.
-Puedes contarme...si quieres- le dije.
Ella estaba un poco inquieta y nerviosa, pero me miró de reojo, sonrió tímidamente y comenzó a contarme la razón de sus lágrimas. Me conto que su familia tenía problemas, que había perdido a su mejor amiga hace poco y que junto al regaño constante de su madre, sentía como si ya no pudiese más.
Me sentía tan identificado con ella. Para no hacerla sentir incomoda comencé a hablar de mis problemas también, nunca había sido tan fácil abrirme a hablar con alguien y ahí me di cuenta que ella era diferente a todo y a todos, ella tenía algo especial.-Al fin y al cabo, ¿que haces aquí?- pregunté.
Ella bajó su triste mirada y de nuevo miró hacia las vías.
-No lo sé- dijo en voz baja, casi susurrando.
Ya eran casi las once y ella se levantó de repente y me pidió que por favor me fuese, que ya era muy tarde.
Yo me levanté y tomé mi mochila.-¿Te veré de nuevo? - pregunté.
-Espero que si- respondió.
-¿Estarás aquí mañana? - le pregunté un poco ancioso por volverle a ver.
-Aquí estaré- respondió, con el dulce tono de su voz.
Salí y de la estación y volví a casa, notando que toda esta idea de huir se había desvanecido. Entré por la ventana, me acosté e ignoré lo extraña que esa noche había sido, simplemente pensé en aquella chica hasta quedar dormido.
ESTÁS LEYENDO
The Subway Station
Mystery / ThrillerUn ser enamorado de una mirada y de una sonrisa, en una manera bastante diferente, en una manera paranormal, pero al fin y al cabo es la historia del típico amor imposible que todos hemos vivido.