Cap(3)

15 0 0
                                    

Pasaron dos semanas desde aquel extraño día, no he salido de casa ni de mi habitación siquiera, estaba tan asustado y mis padres lo pudieron notar, aunque estuviesen preocupados no les conté nada, como ya era de costumbre.
Días después la curiosidad me venció, como ya lo esperaba sentía que debía ir a esa estación, me sentía raro por extrañarla, por seguir pensando en sus tiernos rasgos faciales y en sus grandes, hermosos y tristes ojos.
Al caer la noche no me resistí y salí hacia aquel lugar, al parecer el hecho de extrañarla había vencido el temor que le tenía a toda esta situación
Eran las 10pm y yo iba camino a la estación completamente aterrado.
Al llegar la estación estaba completamente vacía, igualmente me dirigía al final de dicho lugar, debo admitir que los escalofríos no paraban y sudaba frío por mi frente.
Llegué justo al fondo y allí estaba ella, sentada aunque esta vez no lloraba, simplemente estaba allí serena, como si de alguna manera estuviese esperandome. Me acerqué despacio, ella volteó a verme y sonrió tímidamente, me senté a su lado y por más extraño que fuese, me sentía bien.

-¿Por qué lo hiciste?- pregunté, viendo las oscuras líneas del tren.

-La verdad ahora mismo no tengo claro el porqué- respondió, viendo triste al suelo- cuando salí de casa no pensé en nada, me detuve en esta banca, lloré lo más que pude y cuando vi aquel tren simplemente no quise pensar más en todo lo que me hacía sufrir.-dijo, con sus ojos vidriosos.

No dije nada acerca del tema, no quería juzgar ni por un segundo su decisión, sus problemas eran muy serios, sus ojos me lo decían.
Esa misma noche, aún sabiendo lo raro que era la situación, hablamos hasta el amanecer, me contó miles de cosas acerca de ella y yo la escuchaba con precaución, adoraba cada palabra que pronunciaban sus labios y no podía parar de verla cada vez que empleaba uno de sus tiernos gestos.
Cuando el sol estaba a punto de salir ella volteó a ver el reloj.

-Debes irte- me dijo.

Sentía que no la vería más y no tenía intención en extrañarla de nuevo.

-Ven conmigo - le dije entusiasmado.

-¿Donde?- respondió confundida.

-A mi casa , ven a mi habitación, allí podremos estar juntos todo el tiempo-

Ella me miró confundida con mi absurda propuesta, caminó pensativa frente a mí mientras miraba la banca, las vías y aquel reloj que desprendía un repetitivo tic-tac, volteó a verme y con una dulce sonrisa contestó y yo le entendí..
Después de esa noche todo cambió, ahora estaba con ella cada segundo del día, comencé a sonreír más, ya no tenía razón para dejar mi habitación a excepción de las noches en que nos escapabamos a ver la luna y las estrellas tendidos en el húmedo pasto.
Se convirtió en costumbre el pasar la noche y madrugada conversando, compartiendo pensamientos, escuchando su voz decir todo lo que extraña y todo lo que no, cambié el hábito de dormir por estas charlas.
Todos los días la pasabamos en el suelo dibujando en papel y colgando los dibujos en la pared, sus dibujos siempre trataban sobre ella y yo caminando tomados de la mano y los míos siempre eran intentos de recrear su rostro, sus ojos, sus mejillas, sus labios, siempre trataba de plasmar su belleza en papel.
A veces por la noche me invitaba a salir, a mirar las luces de las estrellas combinadas con las de la ciudad, simplemente admirabamos el mundo y la pequeña parte de él que aún vale algo.
Cuando estaba con ella me sentía más fuerte, como si pudiese hacerlo todo, me sentía invencible, ela era lo que toda mi vida estuve esperando.
En poco tiempo me enamoré perdidamente de ella y yo me sentía bien con esto, pero mis padres pudieron notar el cambio en mí, notaron que ahora pasaba más tiempo feliz sin saber el porqué, por alguna razón se comenzaron a preocupar, decían que no les gustaba que rara vez saliera de mi cuarto, decía que ya no comía como antes y preguntaban porqué a veces habían días que ni siquiera les hablaba.
Todo tenía una explicación, ella, pero no me animé a contarles mínima cosa acerca de eso, nunca les conté nada y no pensaba hacerlo ahora.

Una tarde mis padres  tocaron la puerta y pidieron hablar conmigo, yo pensé que eran los mismos interrogatorios de costumbre y me senté a hablar con ellos esperando que la conversación terminara lo más pronto posible.

-Nos vamos a mudar- dijo mi madre- siento que nos hace falta un cambio ahora

-Además, estamos un poco preocupados por ti- continuó mi padre- casi no sales, pasas los días encerrado en esta habitación y juro por mi vida que por las noches te escucho hablar solo- concluyó un poco agitado.

-Y cada vez que entro a arreglar un poco tu cuarto, siento algo extraño que me eriza la piel- dijo mi madre un poco paranóica

Tan solo bajé la cabeza e ignoré sus preocupaciones, preguntaron que si estaba de acuerdo con el cambio y yo respondí que "si" de inmediato, esa habitación, esa casa y ese vecindario no significaban nada para mi, así que el cambio no me afectaba en lo absoluto.
Volví a mi habitación y se lo conté a Emma, ella no respondió nada, simplemente agachó su mirada y volteó a ver hacia la ventana.

-¿Estás bien?- pregunté.

-Si...no pasa nada- respondió sonriendo y cambiando rápidamente de conversación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 07, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The Subway StationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora