I

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Jaime Poses, Sirio Negro, Pedro Pellegrino y Reinaldo López caminaban un poco por los terrenos del Colegio disfrutando el aire fresco, bajo las miradas de todas las chicas, incluso de aquellas que eran mayores que ellos. "Los Merodeadores" tenían fama de ser los chamuyeros de la escuela. Y de hecho, al menos Sirio y Jaime, lo eran.

-Uh, mirá quién viene ahí -le dijo Sirio a Jaime señalando a un pibe de pelo grasiento y nariz ganchuda que venía caminando (o mejor dicho, arrastrándose) en dirección opuesta a ellos.

-Qué mal que me cae ese chabón -comenta Jaime y el mayor de los Negro asiente. 

Cuando Severo Estevez -el pibe de pelo grasiento- pasa por su lado, mira a Jaime rebajándolo. Como consecuencia, el chico de gafas se enoja e intenta lanzarle una maldición, pero justo en aquel momento aparece la piba que vuelve loco al protagonista en todas las historias, es decir, la colorada mufa Liliana Evangelista.

-¿Qué carajo hacés? -le pregunta enojada a nuestro querido Cornamenta. Él levanta los hombros quitándole importancia.

-Tu amiguito nos rebajó -interrumpe Sirio, quien ama el bardo más que a nada en el mundo.

-¿Y a vos quién te habló? -se mete en la discusión Severo, y como esto daba para largo, Reinaldo se deja caer debajo de un árbol seguido por Pedro y se ponen a tomar mate mientras observan la discusión.

-Siempre están ahí jodiéndolo y él no les hace nada...

-Pero cállate, vos. No tenés idea de la vida -dice Sirio con sarcasmo.

-Acá el que no tiene idea cómo hacer una poción sos vos -dispara Severo para defender a su amiga.

-Por lo menos no me paso todos los fines de semana encerrado en mi sala común o en la biblioteca, estudiando.

-Sí -confirma Jaime- Y tenemos amigos.

-Que son igual de boludos que ustedes -acota el rival de los muchachos.

Sirio hace un ademán como si fuera a tirársele encima, pero se contiene a tiempo. Si hay algo que le molesta es que critiquen a sus amigos.

-Haganme el favor y maduren, chicos, que ya están grandes para estas cosas -dice Liliana enojada y luego se va hacia el interior del castillo. Severo la ve alejarse con la mirada y luego vuelve su cabeza hacia sus dos enemigos.

-¿Qué pasa? ¿No vas a ir a buscar a tu novia? -pregunta Sirio con malicia, sonriendo. Severo lanza un gruñido, pero luego cierra los ojos unos segundos para relajarse. Al fin los abre, y se voltea siguiendo el camino que había tomado la pelirroja hacía unos momentos.

Sirio, sonriente, se da vuelta para mirar a su amigo. Se sorprende al ver que Jaime no está igual de feliz que él, si no que parece ofendido. Al notar que Negro lo está viendo, alza las cejas y esboza una sonrisa más falsa que dólar celeste.

-¿Qué pasa, hermano? -pregunta Sirio sabiendo ya por dónde viene la bocha- ¿Te molesta que haya dicho que Estevez y Evangelista son novios? ¿Estás celoso?

-Pf, si obvio, no sabés -responde el de lentes con ironía. Sirio se muerde el labio inferior.

-Es obvio que te gusta -le dice mientras se acercan al árbol donde están sus otros dos amigos.

-No -lo contradice Cornamenta- Digo que me gusta nada más para joderlo a Quejicus, mirá si me va a gustar de verdad esa olfa infumable. Encima es colorada y mufa.

Sirio decide que es mejor no insistir y se da por vencido, dejándose caer al lado de Reinaldo mientras este le tiende un mate.

-¿Tiene azúcar? -pregunta antes de tomarlo.

-Sí -contesta López. Sirio se lo devuelve instantáneamente, sin siquiera probarlo.

-¿Qué pasa? ¿Es de traidores a la sangre tomar mate dulce? -pregunta Jaime tomándose venganza. Sirio lo asesina con la mirada para luego hablar.

-No, pelotudo, pero no me gusta -dice, y su tono es más cortante que espada de doble filo. Esta vez, es Reinaldo quién cambia de tema.

-Che, ¿cuándo es el próximo partido de Quidditch? 

-El sábado, contra Slytherin -comenta Jaime entusiasmado. Jaime es el buscador del equipo de la casa de los leones- ¿Van a venir, no?

-Obvio -dice Pedro, quien siempre parece estar de acuerdo con todo lo que digan sus tres mejores amigos. Sirio lo mira con impaciencia, a veces le molesta la falta de personalidad del muchacho.

-Voy si me prometés que a la primera de cambio lo bajás a mi hermano de la escoba con un fierrazo en la nuca -comenta Sirio, arrancando la risa de sus amigos. La verdad era que él nunca se había llevado del todo bien con su familia- No sé de qué se ríen, lo digo posta.

-¿Tu hermano de qué juega? -pregunta Reinaldo de repente.

-Buscador -dice Sirio con indiferencia- Es el primer partido y espero que el último.

-Aguantá, chabón, calmate un poco -le dice Jaime, pero Sirio parece no escuchar a nadie y sigue ofendido con su familia.

-Mi viejo está hablando todo el día de lo bien que juega -agrega poniendo cara de asco- Ni que jugara en River Plate Quidditch Club.

-¿River Plate? Aguante Racing, vieja, es la que va -dice Jaime con superación.

-Los de Racing son todos mufa -comenta Sirius frunciendo el entrecejo.

-Eso es mentira -contraataca James- Somos los más grandes de la Argentina, hermano...

-Bueno dejen de bardear por Quidditch -los corta Reinaldo mientras le tiende el mate a Jaime, quien lo toma con placer. Luego, se lo devuelve a López quien ceba otro y se lo da a Sirio.

-Tapaste la bombilla, gil -le dice a Jaime. Él se hace él desentido.

-¿Quién? ¿Yo? -pregunta- Sos vos, si yo tomé lo más bien. Igualmente, haceme el favor Reinaldo y cambiale un poco la yerba a la cosa esa que está re lavado, por favor.

-Cambiasela vos si tanto te jode -le dice el castaño y Jaime resopla mientras se levanta. Agarra el mate de las manos de Negro y va a un par de metros al costado, en donde se pone a sonreírle a unas pibas que lo estaban mirando mientras vacía medio mate.

-¡Dale, ganador, que se enfría el agua del termo! -grita Sirio para molestarlo. 

Jaime rueda los ojos y vuelve con sus amigos, no sin antes dedicarle un guiño a las chicas que parecen haber dejado de hacer la tarea para mirarlo.

-¿Cómo esperas que Evangelista te dé bola si sos alto chamuyero? -comenta su amigo mientras él toma asiento y le devuelve el mate a Reinaldo. Jamie rueda los ojos y no contesta.

-Me pinta el hambre -dice Pedro de golpe. Reinaldo parece acordarse de algo y toma su mochila, rebuscando en su interior. Al cabo de un rato, extrae de un bolsillo un paquete de pitusas de limón.

-Acá tienen -comenta antes de que Jaime y Pedro se tiren encima del paquete, literalmente, muertos de hambre.

-¿Qué pasa? -pregunta Reinaldo a Sirio- ¿Tampoco te gustan las pitusas de limón?

-No -dice el otro- Son un asco. Me gustan las de frutilla. Las de frutilla son mejores. 

Y se quedan el resto de la tarde tomando mate y comiendo tranquilamente, sin saber que les depararía el futuro cercano.

Harry Potter (versión Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora