prólogo

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Es increible en que en tan solo unos minutos un cuarto tan silencio fue perturbado por gritos ahogados y desesperados, si tan sólo hubiera  una pizca de desencia en lo que presenciaban esos dulcemente terroríficos ojos oscuros como aquel abismo profundo perdido en forma de círculos posados en la blancura que lo cubría.

Las alfombras y paredes estaban manchados de un delicioso color carmesí.
Los gritos y sollozos eran el acompañamiento perfecto de aquel festín que se daba ese chico de dientes en punta y piel blanca como aquella que comenzaba  tomar el pálido cadáver ya desangrado en el suelo.

Era el momento preciso para terminar con esa aberración y salvar su conciencia de un posible trauma, sin embargo, no estaban trastornando nada, no había nada de esa gran habitación con artículos ridículamente lujosos que pudiera rescatar, ni siquiera el mismo, estuvo sumergido en miseria toda su vida.
¿que más da esa pobre chica indefensa que estaba a segundos de terminar con su feliz vida y su terrible final?, no era el, no lo podría interesar menos. Si los humanos son egoístas ellos podrían serlo más.
Su raza carecía de tacto y amabilidad.
Por lo que todo el lujo que se montaba el rubio era sólo una nueva acción, no era muy diferente a tomar agua o darse una ducha, sólo era algo cotidiano de su asquerosa vida.

-¿ya has terminado?- pregunto dejando aún lado su vaso de vino ya acabado.

-claro, su sangre era de buena calidad, no la iba a desperdiciar - el rubio de pequeños ojos ya se estaba cambiando su vestimenta por otra. Esa humana había tocado su fina tela, claramente la costosa seda terminaría quemada.

-eso es desagradable de alguna manera- desvio su vista al gran cuadro de su difunda madre.

-Bienvenido a un día más en este repungnante infierno, Tae.

                                      -vampire//vhope//

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