Regalo.

750 58 6
                                    


Generalmente, los parisinos hacían las compras un día antes de la tan esperada Navidad, lo que provocaba que las tiendas se llenasen y, en algunos casos, se quedaran sin buenos regalos para las personas que no habían madrugado, como era el caso de Marinette Dupain-Cheng, quién se encontraba en un local repleto -en su mayoría, mujeres- de personas que estiraban sus brazos intentando tomar algún peluche para sus niños o niñas.

Aunque claro, Marinette al ser hija única, había ido allí por algo especial para su minino.

— ¡No hay nada! — se lamentaba mientras repartía sutiles codazos para poder llegar a la estantería y encontrarse con uno que otro peluche — ¿Y ahora qué hago?

Miró de un lado a otro, intentando encontrar algo. Lo que sea, maldición.

Entonces, sus ojos azulados identificaron un peluche de tamaño mediano, el cual era de un gato negro con ojos verdes.

— Perfecto — pensó Marinette antes de agarrar rápidamente al animalito de felpa, temiendo que alguien más lo viera, lo escondió dentro de su chaqueta hasta llegar a la caja registradora.

Pidió a la vendedora que lo envolviera con cuidado, y la muchacha de mala gana lo hizo, al parecer estaba ahí desde temprano, pues tenía unas pronunciadas ojeras y parpadeaba cada segundo, amenazando con dormirse y eso parecía tenerla de mal humor.

Al salir del local, pudo respirar nuevamente, sabiendo que ya tenía todo lo que necesitaba para navidad. Entonces, Tikki, la kwami de la chica, pudo por fin salir de la cartera de esta y estirar sus diminutas piernas, obviamente, detrás del cabello azabache.

—¿Encontraste algo, Marinette? - inquirió la kwami rosada que continuaba con sus ejercicios de elongación - De seguro estaba muy feo ahí adentro con tanta gente, debiste haberte acordado antes del regalo para Chat — la azabache sólo pudo bajar la cabeza, sonrojándose levemente.

— Lo olvidé por completo, y eso que lo tenía anotado — Tikki suspiró, su portadora no podría ser más despistada—, ¿y si no le gusta?, ¿y si se enoja conmigo?, ¿qué tal si odia los peluches? ¡Tikki, mi relación está perdida!  — lloriqueaba en medio de la calle, haciendo que varios transeúntes se le quedasen mirando para después seguir su camino, en cualquier momento las tiendas cerrarían y no podían perder tiempo.

Nuevamente, la pequeña criaturilla suspiró y se preguntó de dónde salían tantas ideas alocadas.

—Marinette, cálmate, — ella inmediatamente se quedó quieta, esperando a que su compañera prosiguiera - estoy segura que a Chat Noir le encantará el regalo, te lo juro.

Tikki tenía razón, debía calmarse... y apresurarse, debía llegar a la panadería de sus padres a las 8 para poder ayudarlos a recibir a la clientela -también debía arreglar su cuarto para su ''mini-cita'' con el héroe felino-.

Mientras corría, chocando con uno que otro ciudadano y pronunciando un ''lo siento, llego tarde'', Marinette recordó que era la primera navidad que pasaría con Chat.

Su primera navidad juntos... como pareja.

Y cómo la ponía nerviosa eso.

Aún recordaba cuando le invitó a pasar la noche buena con ella, debido al comentario del héroe.

 Digamos que mi familia no es muy fanática de la navidad, princesa  había dicho el felino en ese momento, con cierta nostalgia.

Entonces, no pudo evitar sentirse mal por él. Y ella, sin haberlo pensado ni consultado con nadie, pronunció una simple oración.

 Pásala conmigo.

Sonrió al recordar la cara que había puesto su minino, toda una mezcla de emociones. Pero cuando había terminado de procesar toda la información, sus labios le habían regalado la más hermosa de las sonrisas antes vistas.

— ¿Segura, princesa?—   preguntó el gato, cambiando su sonrisa a una más coqueta Porque mira que ya sé qué le voy a pedir a Santa Meow — y ella sonrió por su mal chiste sobre los gatos, aunque no pudo evitar sonrojarse por el comentario.

Gato tonto le regañó golpeando su frente con el dedo índice, sin borrar la sonrisa que adornaba su rostro-, si faltas, te voy a buscar por los tejados.


Y eso había terminado por sellar la invitación de la muchacha. Aunque claro, sus padres no podían saber que iba a pasar la noche buena con Chat, por lo que después de una cena -en la que no comería mucho-, se iría a su cuarto alegando que tanta comida le había caído pesada, entonces, podría estar con el felino en las últimas horas de noche buena, que daba paso a una mañana navideña.

Divisó la panadería Dupain-Cheng y le murmuró a Tikki que se metiera a su cartera y que cuando tuviese la oportunidad, subiera a su cuarto.

Vio a sus padres y una fila que llegaba -según lo que ella veía- hasta dos cuadras.

Se avecinaba una laaarga noche.


Feliz navidad, gatito | MariChat ; {#PremiosLadybugTLE}. ©Where stories live. Discover now