17.

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Joder.

¿Qué me ocurrió?

Aquella noche después del altercado con James mi única opción era correr detrás de él, quizás porque soy lo suficientemente estúpida como para no darme cuenta de lo que tengo hasta que se me escapa de las manos. Él había desaparecido apenas planté un pie fuera de la habitación, y al llegar al garage éste ya estaba atestado de gente por lo cual yo ya no tenía cabida.

Me resigné y volví hacia el segundo piso para acompañar a Luna por unos minutos más, hasta que sus padres vinieron por nosotras y me dejaron en mi hogar en la madrugada. Las luces de la sala de estar yacían prendidas; mi madre o mi padre me esperaban despiertos, lo cual no me sorprendía en lo absoluto.

Abrí la puerta con las llaves y mamá me recibió con un beso en la mejilla y sus cálidos brazos. Y con su instinto innato, notó que algo no andaba bien conmigo, quizás al darse cuenta de mi mirada opaca y rostro inmóvil.

"¿Te ocurre algo, Jordy?" Preguntó cerrando la puerta a sus espaldas.

Negué con la cabeza, apoyando mi mano en la baranda de la escalera para dirigirme hacia mi habitación. "Estoy muy cansada y con dolor de cabeza. Me iré a dormir, tengo mi vuelo con papá en la mañana."

Ambas nos despedimos con un "buenas noches" y ella se marchó hacia la cocina. Siempre va hacia allá cuando tiene insomnio.

Lancé el abrigo al suelo y caí rendida sobre mi cama sin siquiera molestarme en quitarme el vestido ni el maquillaje. Por suerte, había dejado mi maleta para el viaje lista antes de ir a la graduación y no debía darme el trabajo de hacerla ahora. Aguanté las lágrimas mientras el rostro de James era lo último que veía antes de sucumbir en un inquietante sueño, y mi mano acariciaba suavemente el lomo de Adonis.

~0~

A la mañana de aquel día nos encontrábamos viajando hacia San Francisco para el ensayo orquestal. Sentía mi cabeza punzar del dolor debido a las pocas horas que había dormido. Me fue imposible relajarme, y ahora me sentía jodidamente irritable.

Llegamos al hotel e inmediatamente desempaqué mi violín junto a las partituras que había guardado cuidadosamente en una carpeta.

Y así comenzó la odisea.

Dos semanas completas, o más si es que a mi padre se le daba la gana, en San Francisco con ensayos diarios hasta el atardecer. Aveces podía notar que mi padre se encontraba incluso más ansioso que yo; recalcando el hecho que esta sería mi primera pequeña gira junto a la orquesta más famosa de los Estados Unidos. Él era un perfeccionista, bueno, podría decir que todos los músicos lo son a mi parecer.

Luego de unos días estos pasaban cada vez más lentos y tediosos, al igual que estresantes. Al tocar sentía los dedos de mi mano izquierda tensos bajo el tacto de las cuerdas, y ya había roto unos cuantos cabellos de mi arco. También me sentía incómoda de ser la menor en la orquesta, todos ya eran unos veinteañeros e incluso cuarentones, y pues que hubiese una joven de diecisiete años era un tanto extraño para ellos, supongo. Además, no podía evitar pensar que me juzgaban en secreto; creyendo que estaba en el puesto en el que estaba gracias a mi padre que era el director de la orquesta. Pues no se imaginan cuanto luché para conseguir aquel maldito asiento.

Mi padre finalmente decidió que los ensayos habían de concluir el día Viernes veinticinco de Junio, y cada uno de los músicos se merecía un descanso hasta la fecha del primer concierto que sería el Lunes seis de Julio.

Aquel primer día de "descanso" desperté inusualmente temprano y con bastante energía. A las nueve de la mañana el sol veraniego se abría paso en la habitación del hotel. No dudé en dirigirme hacia la ducha y aprovechar al máximo el día. Dejé a papá durmiendo y con su desayuno traído por una mucama en la mesita de noche de su habitación, junto a una nota mía escrita para que no se preocupara. Bajé corriendo por las escaleras del hotel ya que el ascensor tardaba demasiado y sólo eran unos cuatro pisos, y me marché a recorrer unos cuantos lugares de San Francisco, ansiosa por no saber que
podría encontrarme en esta ciudad.

                                  ~0~

Entre las numerosas tiendas que habían, hubo solamente una que llamó mi atención; una tienda de vinilos. Al entrar no pude evitar sorprenderme al ver la cantidad de cajones llenos de albums que yacían allí, la tienda de Downey no le llegaba ni a los talones; aquí tenían una variedad inmensa. Por suerte el local se encontraba casi vacío. Una de las ventajas de salir temprano, pensé. Comencé a inspeccionar con mis dedos cada vinilo que me llamara la atención, mientras tarareaba la canción que se escuchaba de fondo, Oh! Darling de los Beatles.

Tuve la "suerte" de que cada album que me interesaba por la simple carátula, resultaba ser de una de las bandas favoritas de James. Black Sabbath, UFO, Diamond Head, Aerosmith, etcétera. Maldición.

Hasta ahora no había tenido tiempo para pensar en él, pero me fue inevitable recordarlo con tan solo ver aquellos vinilos. Duele, y me golpeo mentalmente cada vez que recuerdo lo desgracida que fui. Cada vez, que recuerdo sus ojos rompiéndose ante mis palabras, su voz quebrada y llena de furia que quería hacerme entrar en razón. Ya lo extraño, y creo haberlo perdido para siempre.

Mi culpa.
Inútil.
Tonta.
Malagradecida.
Egoísta.

"Hey, ten cuidado. ¿No querrás pagar por eso, o sí?"

Me sobresalté ante aquella voz a mi derecha, y volví a la realidad, dándome cuenta que mis manos estaban a punto de romper por la mitad Double Fantasy de John Lennon, donde irónicamente aparecía él junto a Yoko besándose. Dejé el album en el cajón rápidamente.

"Creo que lo has rasgado un poco, tendrás que pagarlo" Habló nuevamente con un tono serio. Giré mi mirada hacia él.

"Lo siento, lo siento, ¿cuánto es?" Dije acelerada rebuscando dinero en mi bolso.

Soltó una pequeña risa. "Tranquila, sólo estoy bromeando, ni siquiera trabajo aquí. Noté que estabas un poco molesta por como querías asesinar al pobre John Lennon, denuevo, y a Yoko."

Mis labios se curvaron en una sonrisa ante aquel comentario y lo observé más detalladamente con ojos extrañados. Era muchísimo más alto que yo, su cabello era una gran melena esponjosa y castaña, no, casi pelirroja. Vestía de jeans de pies a cabeza, con unos pantalones acampanados que debieron haberse quedado en los setentas. Parecía salido de un álbum de Lynyrd Skynyrd. Se veía como un buen chico, alguien con un estilo único.

"...Pues, sí, honestamente, estoy un poco molesta."

"Todos tenemos nuestros días" Extendió su mano derecha. "Soy Cliff, Cliff Burton."

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Hola! Por fin he vuelto después de un laaargo tiempo; lo siento mucho. Voten y comenten para saber si les ha gustado el nuevo capítulo!

Besos.

No Leaf CloverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora