Hace algún tiempo aprendí que las noches de insomnio se vuelven momentos de reflexión infinita, sobre la vida y las elecciones que tomamos.
Llegan a nuestra cabeza los momentos donde cometimos errores o donde fuimos inmensamente felices, aun cuando fue sólo por un instante.
De esas noches de insomnio, vienen las aquellas lágrimas que hemos evitado derramar en los momentos donde debíamos ser fuertes; las sonrisas, al recordar momentos que repetiriamos mil veces si pudiéramos y estas, normalmente vienen acompañadas por la melancolía.
Si pudiera definirse al insomnio en términos más allá de los clínicos, diría que son aquellas noches de sobrepensamiento, donde la melancolía y la tristeza nos invaden hasta caer rendidos, porque sea cual sea el primer pensamiento que tengas en el inicio de una noche de insomnio, en su mayoría terminan con tragos amargos, nudos en la garganta y hasta lágrimas derramada sin querer.
Cuando tengas una noche en la que tus únicos compañeros son los silencios de una ciudad durmiendo, los murmullos de pequeños grillos o la Luna y estrellas, recuerda que de estas noches salen aquellas canciones de amor, aquellas historias que te rompen el corazón e incluso aquellos pensamientos rebeldes y valientes que nos hacen confesar algo que a plena luz del día queremos ocultar.
Al final es tu decisión el como quieras usas estas noches donde ni el sofnifero más fuerte te duerme, donde la unica forma de conciliar el sueño es dejarte invadir por los recuerdos. Usalas como mejor te plazca, ya sea como tu inspiración o como pretexto para tocar fondo.
Sólo déjame te digo que sea como sea que ocupes estas noches, estas se iran, pero no te preocupes algún día volverán, porque son nuestras momentáneas y eternas compañeras.
