1 Un buen día para nacer

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Un buen día para nacer

Nuestra historia comienza en Aranor. Los ciudadanos de esta hermosa ciudad, se despertaron con un cielo distinto al de los días anteriores. Pero en aquel día, un día como cualquier otro, la gente se daba cuenta de que algo extraño ocurría, el sol brillaba con una gran intensidad, como nunca visto en años anteriores, que al ser mirado hacia daño. La gente salio tan tranquilamente por las calles y barrios de la ciudad, como si nada ni nadie se imaginaria lo que pasaría horas después. Al cabo de dos horas en la montaña de Lator, llamado por su gente la montaña divina, vieron un lobo blanco aullar. Toda la ciudad miro a aquel lobo, sabían lo que eso significaba, lo dijo la profecía, un nuevo día llegaba, algo o alguien llegaría a la ciudad en signo de esperanza para todo el mundo. 

Esa misma mañana, llegaron gente muy rara a Aranor, pero los forasteros que acababan de llegar eran cinco jinetes encapuchados montados en cinco caballos blancos, a ninguno se le veía la cara ya que la llevaban cubierta. Uno de los cinco llevaba dos espadas en la espalda con la empuñadura dorada, el de su derecha, era un medio gigante y llevaba un martillo en el lomo del caballo. El que estaba al lado del medio gigante llevaba un arco hecho por el bosque, ya que dicho arco era verde que contenía hojas alrededor del arco como si fuese una enredadera. Detrás de este había otros dos, uno de ellos era otro medio gigante que también tenia como el segundo jinete un martillo y este iba acompañado del ultimo jinete pero este era algo peculiar no llevaba ningún arma en particular. Un soldado aranoriense se acerco temeroso hacia los cinco, misteriosos jinetes, temiendo una posible mala reacción.

-No… queremos problemas…

-Solo venimos en busca de unas personas y nos iremos… – dijo el jinete sin armas. Para la sorpresa del soldado la voz que le respondió fue muy amigable, la de una mujer lo cual el guardia se sorprendió.

Los cinco dejando en medio de la calle al soldado y se introdujeron en el profundo y espeso bosque Uz que lo separaba de el pueblo de Iltoria. Los ciudadanos de este inocente lugar, no entendían el porque de la visita de esos forasteros, solo los cinco sabían a que habían venido y no estarían mucho tiempo, una noche tal vez.

 No era la primera vez que esto sucedía. No, ya había pasado otras veces pero, esta vez seria distinto. Ella, seria una amenaza y perseguida por los seguidores, ya que la mayor amenaza que esta existiendo en el mundo intentaba reinar sobre la ciudad de Aranor, lugar de cazadores y ángeles. Si no detenían a la señora de la Muerte, cualquier cosa acabaría desapareciendo por complacer a su señora. Solo tenían una oportunidad, una noche, unas horas probablemente.       Toda la ciudad les estaba buscando, por órdenes del que cuyo nombre helaba hasta lo más hermoso de un ser humano, pero nadie sabía donde se encontraban los causantes de dicha búsqueda.

 Año 1992, 26 de Mayo, no era una simple fecha de calendario. Aquella noche, mientras todos duermen, una noche de luna llena, en el bosque Uz, a las a fueras de Aranor. Una pareja de adultos corrían por el bosque asta llegar a su destino. 

Estos dos eran Arturo y Argi. La mujer era de mediana estatura de pelo moreno y sus ojos eran como dos diamantes de color esmeralda. Arturo a su vez, era un apuesto hombre alto, moreno, de ojos color café. En frente de ellos se encontraban cinco personas como si les estuvieran esperando desde hace rato. Nada mas ni nada menos eran los cinco jinetes que llegaron esta mañana a la ciudad, tres mujeres y dos hombres encapuchados, en medio de ellos había una pequeña fogata.

La cazadora y El secreto de ErmisandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora