2 El colegio

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El colegio

Pasaron casi dieciséis años. Alice se despertó pronto aquella mañana, aunque no quería salir de la cama. Hoy empezarían las clases de aprendiz de cazadora y conocería a sus nuevos compañeros de clase. Ya había pasado quince años desde que sus padres la dijeran adiós, pero no un adiós rotundo, tarde o temprano se volverían a ver. Llamaron a la puerta.

Toc, toc, toc – ¡Llegaras tarde el primer día! – dijo un hombre al otro lado de la puerta.

-Esta bien. Ya me levanto…

La habitación estaba iluminada por el sol de la mañana, se fijo que en su balcón estaba Taned su águila.

–¡Buenos días Taned! – el águila emitió un sonido, este animalito esta desde los cinco años con Alice, fue regalada por Victoria. Son inseparables, raras veces a donde valla la joven su águila no la sigue. 

Alice dirigió su mirada hacia donde se encontraba una mujer que la estaba observando detenidamente.

-Vaya, por lo que puedo comprobar ya te as despertado

-¡Victoria!

-La misma que viste y calza – sonriendo a su nueva aprendiz y estrechándola en un fuerte abrazo -¿Sabes que día es hoy?

-¡Si! Seré una cazadora como mi padre

-¡Exacto! Te hemos dejado tu nueva ropa en la sala de los cazadores. En una hora te veo fuera y tráete a Taned

-¡Vale!

Victoria salio de la habitación y Alice muy entusiasmada salio corriendo de su habitación seguida por su águila. Se detuvo en la gran puerta metálica, siempre quiso entrar donde se reunían todos los cazadores y futuros cazadores. En la puerta de al lado también es metálica pero con toques dorados, esta entrada solo era para los brujos y futuros brujos, esta puerta a su vez, los cazadores tenían prohibido la entrada al igual que los brujos de la puerta de al lado. Brujos y cazadores no tenían muy buena amistad. Había rivalidades en ambos bandos. Por eso muchas veces algún joven aprendiz se adentraba a husmear a los de la puerta de al lado y siempre es castigado de la manera que se empleara en dicha sala.

Aquel día llego, su águila se poso en su hombro derecho.                                      

-Bueno. Aya vamos

Alice temblorosa apoyo las dos manos sobre la puerta, empujo sin mucha fuerza y entraron juntos. La sala era enorme. Estaba llena de armaduras, espadas y escudos por cada pasillo dos o tres. A los lados del pasillo había dos largas mesas que finalizaban justo donde empezaba la mesa principal, en ambos lados de esta mesa se encontraban dos estatuas idénticas. Eran las mismas estatuas que se encontraban en el santuario del profeta. De repente Victoria apareció sentada en una de las tantas sillas que había en dicho lugar.

-Es precioso… - dijo la joven, su águila echo a volar posándose en una de las sillas de la mesa principal.

-Si, si que lo es – dijo Victoria acercándose.

-¿Quién es ella? – señalando a las estatuas.

-Hay muchas historias sobre ella… - poniendo su mano en el hombro de Alice.

-¿Y que dicen? – se sentaron las dos.

-Bueno, se dice que ella creo este lugar, también se dice que ella fue desterrada de este lugar ya que enloqueció cayendo en las garras de… -miro a la joven -Creo que son habladurías de la gente – sonrío -Pero lo que si es cierto que en su niñez, casi muere en medio de una batalla y que fue salvada y cuidada por un lobo blanco y años después ella desapareció, vagando a si el lobo por estas tierras asta volver a encontrarse con ella.

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2013 ⏰

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La cazadora y El secreto de ErmisandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora